martes, 10 de diciembre de 2024

Lemoiz: entre la vanguardia y la locura.

 La década de los 70 arrancó con fuerza en todo el mundo. Las revoluciones culturales rompían los estereotipos que habían sido moldeados por mentes demasiado conservadoras que se encontraban en claro declive. Los nuevos aires, acompañados de brillantes colores y música rock, iban de la mano por una industrialización que daba a los trabajadores un poder adquisitivo posiblemente nunca visto, lo que traía la compra de nuevos bienes y pequeños lujos. 

España, a pesar de la dictadura, comenzaba tímidamente a asomarse a la ventana del mundo con pequeñas concesiones casi involuntarias por parte del régimen. El aperturismo vino en forma de millones de turistas que poblaban las cálidas playas nacionales, trayendo consigo costumbres y hábitos propios de las modernidades europeas jamás vistas en el arcaico estado español.

Mientras tanto, la clase media española comenzaba a participar de la sociedad industrial que estaba conformando, soñando con ser dueña de su propio destino. El dinero provocó que las vacías calles se llenaran de automóviles nuevos, muchos de ellos fabricados dentro de nuestras propias fronteras. 


Propaganda de época de la marca Seat


Como no podía ser de otra manera, el resto de campos también avanzaba, con más o menos acierto, y el sector energético demandaba ampliar sus estructuras ante los nuevos retos que una sociedad industrializada requería. 

En 1971, en el municipio Vizcaíno de Lemoiz, una gran central nuclear, comenzaba a fraguarse a escasos metros del poderoso Mar Cantábrico.


Obras de Lemoiz. Fuente: Bernardo Estornés


En la imagen anterior, ya se pueden vislumbrar dos enormes "cráteres", que servirán de base a los dos reactores con los que iba a equiparse la nueva central. Durante meses, las obras fueron ejecutadas con total normalidad, mientras se daba forma a los edificios del complejo. 


Fuente: El Diario.es

El diseño, que fue un impulso personal del dictador, fue asumido por Iberduero, una empresa española que ya poseía experiencia en el campo de la energía. En este emplazamiento, los arquitectos e ingenieros pretendían lograr una potencia de 2000 MW (Megavatios), repartidos entre sus dos reactores. Además, se trabajaba en varios proyectos similares (Deva, Ispaster) , aunque solo fueron realizados sobre el papel y sus obras no llegaron a iniciarse. 

Este tipo de plantas eran refrigeradas por agua a presión, que impedía que los núcleos se recalentaran en exceso, por lo que tenían que estar situadas cerca de una masa de agua permanente, que no corriera el riesgo de agotarse. El sitio elegido, a unos 15 km en línea recta desde Bilbao, cumplía el doble propósito de refrigeración, así como unas buenas opciones logísticas suministradas por la capital bilbaína, que era un nudo importante de comunicaciones en aquella época. 

Tras la muerte del dictador, y tras un levantamiento relativo de las medidas represoras del estado, la población vasca comienza a movilizarse y a protestar contra este proyecto. La coalición de movimientos, que nunca antes se habían unido da lugar a un lema común: "Nuklearrik ez, eskerrik asko" (Nucleares no, gracias). 


Manifestación frente a Lemoiz. Fuente: El Diario


El número de participantes en las manifestaciones fue elevadísimo, llegando a 200.000 personas en tan solo una marcha en julio de 1977. En estas protestas organizadas, colectivos anti-nuclear se unieron a grupos ecologistas, y a una sociedad vasca que se creía garante de los valores naturales. 

Ajena a las reivindicaciones, Iberduero trabajaba casi con total normalidad en la central, a excepción de pequeñas acciones de sabotaje protagonizadas por personajes anónimos más o menos organizados. 

Pero todo cambió el 18 de diciembre de 1977, cuando un comando de ETA (acrónimo de "País Vasco y Libertad" en euskera) asesina a dos guardias civiles que custodiaban la entrada de la central en obras. En el intercambio de disparos, uno de los etarras también muere, y la contienda eleva la tensión hasta límites insospechados. 

Uno de los momentos claves se vive en marzo de 1978, cuando un artefacto explosivo detona en uno de los reactores de la central, matando en el acto a dos obreros que trabajaban en él. 

El grave fallo de seguridad, que permitió que se introdujeran explosivos en la futura central, provoca un terremoto en la política y en la sociedad vasca. Por un lado, los grupos de izquierda, ecologistas y nacionalistas (de izquierda) piden el cese de las obras, por otro lado, la derecha moderada y la derecha franquista (que aún permanecía en las instituciones) abogaban por la puesta en marcha de la central. A este grupo se unió el PNV (nacionalistas de derecha), y un grupo socialista errático e inseguro que defendía ambas tesis.

Debido a que la paralización  no llegaba, el 29 de enero de 1981, con la central en una fase muy avanzada de construcción, ETA  añade definitivamente a sus ansias nacionalistas la lucha antinuclear, y secuestra al ingeniero jefe del proyecto, José María Ryan. 

El trabajador, que salía de la central, fue introducido en un camión forzosamente, y llevado hasta un zulo que la banda había acondicionado en la lonja de Basauri. Tras los primeros momentos de confusión, ETA reivindica el secuestro y exige la demolición de la central en el plazo de una semana. Si esta condición no es cumplida, el ingeniero de Iberduero será ejecutado como represalia. 


Noticia de Ryan en el Diario Vasco

Como ya habían anticipado, y ante la falta de respuesta del estado, el cadáver de Ryan es encontrado tras anunciar su ubicación la propia organización. 

A partir de ese momento, la lucha pacífica del sector antinuclear, había cambiado drásticamente al entrar el grupo armado en el conflicto. 

Era evidente que la guerra desatada no iba a ser fácil de solucionar, puesto que los intereses depositados en el proyecto eran poderosos. A pesar de los reforzados medios de seguridad, ETA se cebo con los nombres destacados que participaban en la construcción de la central, dejando un reguero de muertos en apenas un año de acciones violentas. 

El gobierno central, en 1981, trató de esquivar responsabilidades transfiriendo las competencias de energía al gobierno vasco, lo que derivó en una reactivación del proyecto. La respuesta de la otra parte vendría en forma de emboscada a los pocos meses de esta acción: en 1982, y a pesar de llevar un servicio propio de escoltas, el coche de Ángel Pascual Mújica, director de proyectos designado por el gobierno vasco, fue tiroteado en plena calle por otro vehículo. La acción se saldó con la muerte del ingeniero de Iberduero, que viajaba junto a su hijo, y la posterior huida de sus asesinos, que lograron eludir la escolta antes mencionada. 

Tras el verano, el gobierno estatal vuelve a coger las riendas de las obras, aunque ya muy debilitado. El último capitulo de la central, se escribe en 1984, cuando el mastodóntico proyecto nuclear cae definitivamente en el abandono bajo una "moratoria nuclear" auspiciada por Felipe González (PSOE). Este decreto, da carpetazo a Lemoiz, y de paso abate otros dos proyectos que se estaban construyendo a la vez en las provincias de Zamora y Badajoz.

La escapatoria del gobierno pone de acuerdo a todos, y las compañías consiguen acceso a importantes subvenciones y contratos, a modo de "compensación". Probablemente, hayan ganado más con esta decisión estatal que si hubieran tenido que producir luz con esa central, ya que la cifra ronda los 5.700 millones de euros. Iberduero, que más tarde se convertiría en Iberdrola, se ha encargado de repercutir parte de esos dividendos en las facturas a sus clientes. 


Lemoiz en nuestros días

Además de una gigantesca factura, Iberduero y el estado nos han dejado un colosal complejo tan grande como inútil, que se mantiene impasible frente a la costa sin sufrir apenas el deterioro lógico del paso del tiempo. Y es que esta gigantesca estructura, está construida casi en su totalidad con materiales duraderos como el hormigón de alta densidad, destinado a contener las reacciones nucleares. 


Lemoiz desde las lomas adyacentes


La central, ubicada en las cercanías de la zigzagueante carretera BI-3151, posee unas vistas privilegiadas del Mar Cantábrico, ya que solo le separa una suerte de espigón natural y otros diques artificiales que albergan las captaciones de agua del complejo. 


Entrada al recinto nuclear


A pesar de su estado ruinoso, la central estaría a pocos meses de entrar en funcionamiento si fuera preciso, aunque jamás fue cargada con su respectivo combustible nuclear. 

No obstante, pudiera parecer que el emplazamiento recibe un tratamiento especial en cuanto a seguridad se refiere, puesto que el perímetro continúa completamente vallado, y varias patrullas deambulan por su interior. Además, multitud de carteles y cámaras tratan de evitar que los visitantes accedan desde las lomas cercanas, bajo amenaza de una fuerte sanción. 

A pesar de esta condición, algunos exploradores urbanos han logrado colarse a través de los distintos espacios, mostrándonos como se encuentra el interior de la central a día de hoy, incluso llegando a penetrar en las vasijas de los reactores, que yacen inertes desde su construcción. 

Sorteando a los equipos de seguridad, y extremando las precauciones para no caer por uno de los numerosos puntos de peligro que aguardan en el interior de la central, grupos como el formado por Marc Vilas y Portillo, han desarrollado vídeos sumamente interesantes, relatando paso a paso lo que se encontraron en las entrañas de la mole abandonada. 

Quiero resaltar que esta pareja de "youtubers" y exploradores urbanos son destacadas figuras en el mundillo del urbex, debido a la calidad de sus vídeos y al respeto que muestran por los lugares que investigan. 


Fotograma de la visita de Marc y Portillo a Lemoiz

Las dudas que asaltan al visitar este enclave son recurrentes y repetitivas por los numerosos curiosos que deambulan por las laderas adyacentes al complejo. Quedan pocas voces que justifiquen el enorme gasto que supone un proyecto de estas características. Por desgracia, aun es frecuente escuchar aquello de "una energía limpia y barata". Supongo que estas opiniones especializadas no calculan la enorme vida que los desechos nucleares tienen por delante, y que abogan por enterrarlos "cuanto más profundo mejor", y que permanezcan en el olvido, pero esto en ocasiones no es una buena idea. Alemania, uno de los países pioneros en la creación de estos vertederos subterráneos ya ha contado con malas (y previsibles) experiencias. en tiempos recientes, una gran fuga de estos desechos envenenó las aguas cercanas a Wolfsburgo, dejándolas peligrosamente contaminadas. Además, la duración media de estos componentes es de varios milenios, por lo que el ser humano no ha diseñado ningún envase que tenga una vida útil comparable.  

Mención aparte tendría la gigantesca catástrofe que se originaría si la central llegara explotar por un funcionamiento anormal en el seno de sus reactores. Probablemente, Bilbao y sus alrededores dejarían de existir tal y como los conocemos, generando otra zona muerta como la de Chernobyl. Tal vez creamos que la energía de fisión puede generarse sin correr ningún riesgo, pero eso no es así. Nuestro ego como especie ha saltado literalmente por los aires en varias ocasiones, como en la central japonesa de Fukushima, donde varios reactores explotaron tras un tsunami. Este suceso, nos debería de llamar la atención por la elevadísima técnica que poseen los nipones en esta ciencia, que sirvió de poco ante un envite natural. Si nos creemos a salvo en España ante este tipo de desafíos, tal vez deberíamos revisar la publicidad de la época en la que esta central fue diseñada, ya que era coetánea del Seat 124 que he mostrado al principio del post.

Tampoco debemos olvidar que las autoridades españolas decidieron construir la central de Cofrentes en los alrededores del volcán Cerro de Agras, en la localidad valenciana de dicho nombre. Aunque en este caso, y por suerte para todos, este complejo magmático permanece inactivo, y no se espera ninguna erupción en nuestra época. 

Con estos antecedentes, tal vez podríamos preguntarnos si es "rentable" construir este tipo de centrales, sabiendo los peligros que implican. 


San Juan de Gaztelugatxe, "a tiro" de la central


No hay comentarios:

Publicar un comentario