lunes, 7 de octubre de 2019

Castillo de Loarre (Huesca). La fortaleza inexpugnable.

Ubicada en las sierras circundantes del Pirineo Aragonés, encontramos, casi mimetizada con el paisaje, una de las construcciones románicas mejor conservadas de Europa. Este magnífico castillo, de uso civil y militar, oculta su potencial en un entorno de enormes piedras calizas y pinares, que dificultan su localización desde la lejanía.

Castillo de Loarre. Fuente: Fabián Simón 
Edificado en el el siglo XI por orden del rey Sancho III, la fortaleza parece mantenerse casi inalterada. Aunque la mayor parte de sus estructuras están datadas en esta fecha, la muralla anexa, es una incorporación posterior (siglo XII), abarcando una superficie de unos 10000 metros cuadrados. Probablemente, estemos ante uno de los edificios mejor conservados del románico, no solo de España, sino de toda Europa.
El castillo, ha servido para diferentes menesteres a lo largo de distintas épocas. Aunque su carácter fue normalmente bélico, sus muros también albergaron un monasterio de canónicas de San Agustín, hasta que el castillo de Montearagón, ubicado en la cercana Huesca, adquirió ese rol y el castillo cayó casi en desuso. 
Realmente, Loarre jugó un papel fundamental en tiempos de la reconquista cristiana, pero una vez finalizada la contienda la fortaleza perdió gradualmente su razón de ser. 
Esta circunstancia, fue aprovechada por los vecinos del pueblo de Loarre, que da nombre al castillo, puesto que aprovecharon sus murallas en la construcción de casas y otros edificios. 
Desde sus torres y murallas, todavía hoy en día se puede comprender su valor estratégico, ya que desde su ubicación y altura, se puede divisar una extensa área de terreno, conocida como la Hoya de Huesca. En días despejados, incluso se puede divisar el Moncayo, un gigantesco pico situado a 100 km de distancia en dirección sur. 

Vista desde el interior del castillo
Como cabría esperar, el castillo contaba y cuenta, con todos los edificios e infraestructuras propias de la época. Patios de armas, la torre del homenaje, iglesia, calabozos, criptas, un tremendo laberinto fortificado que podemos visitar previo pago de una entrada. A día de hoy, el Castillo de Loarre cuenta con un centro de interpretación y otros servicios destinados al turismo. 
Como no podía ser de otra manera, la fortificación es una de las atracciones históricas más visitadas de la provincia oscense. 
La magia de este castillo es poderosa, numerosas leyendas, mitos o realidades envuelven sus muros. El paso por sus muros del Santo Grial, se encuentra entre ellas. Supuestamente, los templarios rondaron la zona, y en uno de sus numerosos viajes, depositaron bajo custodia el grial, aprovechándose de la protección que brindaba el castillo, aunque no está documentado. Si hacemos caso a la leyenda, el supuesto cáliz fue cambiado en varias ocasiones de emplazamiento, recalando finalmente en Valencia. 

Postal antigua
Como vemos en la imagen, el castillo se aposenta sobre un promontorio, rodeado de vegetación agreste, laderas empinadas y campos de cultivo. Aunque hoy en día, los pinares rodean gran parte del edificio, probablemente, durante su construcción, el entorno fuera más árido e inhóspito.
Aunque queda de manifiesto que el lugar elegido para la edificación es un acierto en cuanto a vigilancia y defensa se refiere, también resalta la inmensa labor que tuvieron que realizar sus constructores dadas las condiciones del terreno. Es inevitable pensar la dureza de la vida en la zona, puesto que a lo escarpada y arisca zona, hay que sumar factores meteorológicos como el viento, el frío y las implacables tormentas que azotan el promontorio. 
Quizá, estos factores tan desfavorables, hicieron mantener al castillo su inviolabilidad, protegiéndolo de posibles agresiones de los distintos ejércitos que controlaban las zonas más llanas. De hecho, solo en 1413 el castillo sufrió un feroz asedio, que finalmente fracasó. 
La fortaleza, que antaño había sido bastión real, poco a poco fue degradando su rango, hasta quedar casi entregada al olvido. 

Vista exterior
En el siglo XIX, Loarre volvió a despertar un gran interés, tanto histórico como turístico, y poco a poco, sus envejecidas paredes volvieron a recobrar el brillo y la zona dejó de ser un páramo abandonado. 
A día de hoy, numerosas ferias y representaciones medievales transcurren entre sus muros y en las explanadas cercanas. Caballeros, curas, campesinos y reyes, recrean el día a día en jornadas cargadas de eventos con tintes del medievo.  

Representación medieval de una batalla
Las simulaciones inundan de visitantes y curiosos el pueblo y el castillo,convirtiéndose en un gran espectáculo. 
También, cabe destacar, que la mayor batalla de Loarre no se produjo en la vida real, sino en la gran pantalla. En el año 2004, una gran producción de cine revolucionó el panorama aragonés. Con el director Ridley Scott a la cabeza, seguido de afamados actores, la zona fue tomada por un ejército de trabajadores y otros personajes, que transformaron el paisaje y recrearon los escenarios con todo lujo de detalles. 
Junto al castillo, se edificó de la nada una aldea medieval, y durante meses, se rodaron escenas que más tarde aparecerían en la película "El Reino de los Cielos".
La fortaleza de Loarre en el "Reino de los Cielos"
Evidentemente, la noticia corrió como la pólvora, y miles de visitantes acudieron al castillo durante meses, un influjo que a día de hoy aún perdura, convirtiendo la zona en un magnífico enclave arquitectónico y cultural al alcance de todos.



jueves, 3 de octubre de 2019

Búnkeres de Capbretón (Francia), el cañón que apuntaba al mar.

El 1 de Septiembre de 1939, estallaba en todo el planeta un conflicto global. Se trataba de la II Guerra Mundial, cuyos campos de batalla se producirían en Europa, Africa, incluso en el continente asiático.
Por un lado, se enfrentaban Alemania, Italia y Japón, mientras que el otro bando estaba configurado por una alianza cambiante, siendo sus mayores defensores la Unión soviética, Inglaterra y EEUU (aunque se incorporó con la guerra muy avanzada ya en 1942). Otros países también se sumaron a esta amalgama de frentes abiertos colaborando en mayor o menor medida.
En 1940, Francia comenzaba a caer en manos de la Alemania nazi. Con un país sucumbiendo ante el poderío bélico germano, el estado mayor francés, decide no oponer más resistencia, y a cambio de no entregar las colonias galas extendidas por todo el mundo, el país pasa a ser "pasivo" ante el avance nazi. Esta circunstancia permitió un armisticio que dejaría partido en dos al país galo. La zona este y las colonias seguirían siendo propiedad francesa, pero la zona oeste caería en manos alemanas.
Además, los líderes franceses, prometieron obediencia a Hitler y entregaron armas, provisiones, incluso fugitivos de la Alemania ocupada a cambio de no caer completamente como nación.

Así quedo el país tras el armisticio. Fuente: Wikipedia
Hitler, consiguió de esta manera un doble objetivo. Por un lado cortaba una posible alianza marítima entre Francia e Inglaterra, partiendo en dos el frente aliado. Por otra parte, consiguió establecer un corredor seguro entre los territorios ocupados por sus ejércitos y España, donde Franco colaboraba activamente con los ocupantes. De hecho, en Octubre de 1940, se produce una entrevista a bordo de un tren entre Hitler y Franco, supuestamente para tratar de sumar a España en la contienda, pero las exigencias de Franco eran muy elevadas, y la reunión fue infructuosa en este sentido. A pesar de todo, Hitler no salió con las manos vacías, puesto que consiguió apoyo de la dictadura franquista traducido en productos manufacturados y materias primas dedicadas a la industria bélica.
La reprocidad entre Alemania y España queda completamente asegurada en varios compases de la contienda mundial, pese a que la nación española estaba muy mermada tras la recién finalizada guerra civil. 
Desde el primer momento, Hitler mostró su preocupación por una invasión aliada sobre las costas francesas, de manera que blindó completamente la costa con un reguero de búnkeres y otras infraestructuras destinadas a defender las tierras recién ocupadas. La sucesión de áreas fortificadas fue un proyecto ambicioso, puesto que cubrió casi todos los territorios que apuntaban al mar. De hecho, su nombre hacía alusión a su envergadura: El Muro Atlántico. 

En verde, las zonas protegidas por el Muro Atlántico
La red de búnkers, se extendía desde España hasta los países bálticos, lo que dificultaba los ataques que se producían desde Inglaterra y otros territorios de ultramar.
La red de 15000 edificios de hormigón, fue edificada en un tiempo récord, y servía además para enfrentarse a los peligros de los ataques aéreos, además de su labor de vigía ante los peligros en forma de buques. Más de 1 millón de personas colaboraron en la construcción, lo que dio celeridad al proyecto. 
En Francia, a escasos kilómetros de España,en la zona conocida como el "País Vasco francés", nos encontramos con uno de sus emplazamientos más conocidos: Capbretón. 
En la playa de "La Piste" de la ciudad gala, aun quedan los restos de los enormes bloques de hormigón, que se encuentran diseminados por toda la costa. 

Búnker listo para el combate en la playa de Capbreton
Evidentemente, el paso del tiempo ha hecho que los gigantescos refugios se hayan ido deteriorando poco a poco, y debemos recordar que durante la retirada nazi, los propios soldados alemanes, volaron todas las estructuras defensivas, para que no fueran empleadas en su contra. 

Así están hoy en día
Esta playa, una de las imprescindibles para el mundo del surf, tiene una buena mezcla de historia, paisaje y encanto. El viento constante, predominante en la zona de las Landas, favorece la aparición de mareas vivas y fuertes oleajes, que rompen sin descanso sobre las viejas estructuras bélicas.


Como podemos apreciar en las imágenes, los búnkeres no se encuentran en su alineación ni posición original. Las demoliciones controladas y las mareas, han ido modificando su emplazamiento, incluso volteándolos de manera caprichosa. 

Un gigantesco búnker se hunde poco a poco en el mar
La arena, es otro factor determinante, pues va enterrando los restos lenta pero inexorablemente. Probablemente, la playa y las zonas cercanas se encuentren plagadas de restos y material militar.
A pesar de todo, los construcciones fortificadas aun denotan grandeza en lo que a su construcción se refiere. Su robustez y solidez todavía son palpables en la actualidad. 
Si queremos visitarlos, tendremos que tener en cuenta la actividad de las mareas, puesto que con la pleamar, muchos de ellos quedan completamente sumergidos. 
En varios de estas moles todavía es posible entrar, siempre con las debidas precauciones. 

La garita de vigilancia sigue mirando al mar
Aunque el esfuerzo para la construcción de estas estructuras fue considerable, en cierta manera, solo sirvió como arma de disuasión, puesto que el esperado desembarco aliado no se produjo aquí, sino a miles de kilómetros. Finalmente, el ataque se produjo en la playa de Omaha, que fue testigo del desembarco de miles de aliados, lo que propició el principio del fin del bando nazi. Estas playas, fuertemente defendidas, están situadas frente a Inglaterra, en el noroeste francés. 
La visita a estas playas nos tiene que hacer recapacitar. ¿Por qué el ser humano ha derrochado tantos recursos, no solamente económicos en destruirse mutuamente?. Lamentablemente, si todo el dinero y las vidas empleadas durante las sucesivas guerras que nos persiguen hasta la actualidad se hubiera invertido en fines evolucionistas, parte de la historia hubiera cambiado (a mejor).