viernes, 20 de octubre de 2017

Fuerte de San Cristobal (Pamplona)






Pamplona es conocida por sus fiestas de San Fermín, por su gastronomía, por sus parajes naturales y por su historia. Pero hay una historia paralela que en mi opinión no interesa que sea descubierta. Este es el caso de la fortaleza de Alfonso XII o fuerte de San Cristobal. 
A pesar de que se encuentra en el monte Ezcaba, que protege la capital en su frente norte, y que su distancia es insignificante respecto a la urbe, algo o alguien no quiere que se reconozcan los hechos que allí acontecieron.  
En el siglo XIII, se construye la fortaleza inicial, que albergaba una pequeña ermita en su interior. Su propósito era claramente defensivo y hacía las labores también de vigilancia, puesto que desde la cima del Ezcaba se divisan kilómetros de terreno sin apenas obstáculos. Desde los campos de labranza, hasta los cercanos pirineos eran dominados por este impresionante bastión. 


Impresionante vista aérea
En el siglo XIX, se dinamita la cumbre de la montaña y se desarrolla una fortaleza poligonal de dimensiones gigantescas, llegando a albergar dentro de ella una basílica en el siglo XVI. 
La voladura de la cumbre logró perforar la montaña y hacer pisos inferiores en el subsuelo de la montaña, ocultando sus verdaderas capacidades y dimensiones. Hoy en día, semejante fortaleza, sigue pasando inadvertida a los ojos de los curiosos y extraños. Todo el recinto queda "precintado" además con un profundo foso, que evitaría cualquier inclusión enemiga. 
No estamos hablando de un pequeño edificio, se calcula que la fortaleza ocupa casi 200.000 m².


Vista cara norte
Con el avance de la tecnología militar, el uso de aeroplanos y aviones dejó la infraestructura obsoleta, y entre 1934 y 1945 pasó a reconvertirse en una prisión.  Miles de presos procedentes sobre todo de Eibar y de Asturias fueron a parar a este imponente lugar. Muchos de los presos ni siquiera eran combatientes, solo simpatizantes de las ideologías de izquierda de la época. Fueran milicianos o no, todos se enfrentaron a un destino común. El hambre, el frío, las torturas, y todas las calamidades imaginables hicieron revertir la salud de todos ellos, provocando una cifra indeterminada de muertos entre sus frías paredes. Las duras condiciones de vida provocaban a los internos tuberculosis, desnutrición, piojos, etc.

Prisioneros
El 22 de Mayo de 1938, se produjo en este fuerte una de las mayores fugas a nivel europeo de un penal. Un grupo de presos organizó la fuga hablando entre ellos el idioma "esperanto" para no ser detectados, y tras varias escaramuzas, provocaron una fuga masiva en la noche de aquel día. 
Los presos, vieron la fuga como única opción de supervivencia, puesto que de los cerca de 2500 presidiarios, unos 300 ya habían muerto por desnutrición, enfermedades y palizas.   
A pesar de su paupérrimo estado de salud, 795 presos huyeron campo a través, en su mayoría, tomando dirección hacia los pirineos. Un soldado y un falangista que residia en la prisión dieron la voz de alarma, poniendo en marcha un gran operativo de localización de los fugados. 
Casi desarmados, algunos sin calzado, sin fuerzas, y en inferioridad numérica, muchos de ellos fueron detenidos y abatidos durante las siguientes horas posteriores de la fuga. El resultado fue horripilante, casi 200 muertos, otros tanto malheridos, y el resto hechos prisioneros, truncaron la desbandada masiva hacia la libertad. De hecho, que se sepa, sólo 3 de los 800 consiguieron cruzar la frontera de Francia y ponerse a salvo. 
No solo mataron y volvieron a encarcelar a los fugados, en el operativo de búsqueda localizaron a personas que no estaban presas pero si escondidas en bosques y casas del entorno rural de Navarra, por lo que el saldo aún salió peor parado. Entre los detenidos había personas de prácticamente todos los lugares de España, lo que generó gran conmoción.  

José Marinero, uno de los afortunados que consiguió cruzar la frontera
El 6 de Julio de 1945, el penal (por fin), fue clausurado. 


En la actualidad:

San Cristobal, como ya hemos dicho, se encuentra en el monte Ezcaba, en el lado norte de Pamplona. Varias antenas de Radiocomunicaciones se sitúan a escasos metros del antiguo fuerte. Es la única pista que se puede ver desde la distancia. Por un camino bastante descuidado, vamos ascendiendo a la cima del monte, hasta que encontramos un pequeño parking. 

Antenas de telecomunicaciones
El parking está a escasos metros de la entrada al fuerte (cerrada a cal y canto). Decir que todo el complejo es propiedad del ministerio de Defensa Español, así que su entrada en cualquier punto está prohibida. De todas formas, existe un camino circular que transcurre paralelo al foso. Es un paseo interesante, aunque no hace justicia a la inmensidad de la construcción. 

Portalón de entrada principal
Si nos acercamos a la puerta, podremos observar las primeras infraestructuras del fuerte. 



Desde el camino oficial, podremos contemplar toda la extension del foso, algunas escaleras de piedra de acceso (valladas) y parte del complejo. Sorprende el buen estado (salvo por las zarzas que inundan el foso) de todos los edificios visibles. Al fabricarse en materiales tan resistentes, casi todo el fuerte está impecable si tenemos en cuenta los años que lleva cerrado y abandonado.  

Foso
Como se aprecia en la imagen superior, lo que circunda el foso, en apariencia, es un monte baldío, pero sus paredes cubiertas de vegetación esconden las infraestructuras superiores. 

En muchos puntos del camino, observamos enormes arcadas que se abren a raíz de ventanas no muy grandes. Los antiguos cañones y otros materiales de defensa estaban ubicados en esas salas, protegidos en el más absoluto mimetismo. 


Para el curioso viajero, el laberíntico foso es un auténtico atractivo. Aunque desde el aire su construcción parece adoptar formas regulares, una vez dentro aguardan grandes sorpresas. 



Tras estos muros, aún quedan en pie los edificios que albergaban a los presos, incluso en las frías mazmorras, restos de escritura plasman los pensamientos de los reclusos en las paredes.




Tras las murallas y los fosos, el fuerte parece una ciudad en miniatura. caminos anchos, construcciones de varias alturas, etc. 
Todos los edificios están camuflados bajo tierra y arbustos que crecen en ella. 

Interior (imagen tomada de "El Confidencial")
Si optáis por adentraros en las profundidades del sitio, recordad que es un sitio de acceso restringido, con piedras sueltas, y con niveles inferiores carentes de luz. Tened muy en cuenta que para acceder a determinadas zonas tendréis que escalar por la roca, puesto que parte de los accesos están tapiados. Sobre todo, prudencia, no hacer ninguna tonteria y tratar de orientarse a cada paso, puesto que su arquitectura laberíntica os puede meter en un grave problema. Como ya he comentado, no sólo está edificado lo que aflora, los niveles inferiores son contienen pasadizos, escaleras, plantas enteras inundadas por el agua. 


En mi opinión, a pesar de la simetría que se observa desde el aire, el interior es completamente antagónico, los pasadizos y las escaleras parecen no corresponder a ningún esquema básico de órden. 

Estrecho y extraño pasadizo

Muchos de los amantes de las psicofonías han pasado noches enteras dentro, con resultados aceptables. Supuestamente, el sufrimiento acumulado en este lugar es elevado. Por otro lado, supuestos amantes del satanismo han realizado rituales de los que quedan evidentes restos. También es evidente que mucha gente de la zona lo usa como zona de fiesta los fines de semana. No por eso debemos restar peligrosidad al lugar. 

Habitaciones abovedadas 

Desconozco el uso al que estaban destinadas algunas habitaciones y pasadizos, pero el escenario hace que la cabeza de vueltas y vueltas sin hallar explicación aparente. 

Una mirada al pasado

En definitiva, el fuerte de Alfonso XII o de San Cristobal es un punto clave en la historia de los edificios abandonados de España. El grupo local "Barricada" dedicó una canción de su disco "La tierra está sorda" llamada "22 de Mayo". Os dejo el enlace de esta emotiva canción. 

Cadaqués (Gerona)

Nadie puede dudar que Cadaqués es uno de los pueblos con más encanto del norte del Mediterráneo. 
Este pequeño pueblo pesquero, ubicado en pleno cabo de Creus, es uno de las localidades más fotografiadas de toda la península, por sus paisajes, por su historia, y por ese encanto que los habitantes del propio pueblo dan a éste adornando cada esquina, cada balcón. 

Numerosos personajes notables del siglo XX han pasado por esta localidad, asentándose probablemente para inspirarse en su belleza y plasmarla en esculturas, pinturas y estatuas. 
Entre la numerosa lista de "ilustres" destaca Salvador Dalí, que se instaló en la casa familiar donde pasaba los veranos muy cerca de allí, en Portlligat. En esa residencia, también estuvo ocasionalmente Federico García Lorca, y muchos de los amigos del pintor más o menos relevantes. 
La lista no acaba ahí, otras personalidades como Dalí, Eugenio D´Ors, Duchamp y tantos muchos, desfilaron por el pequeño pueblo y por sus parajes cercanos. 
En Cadaqués, podemos encontrar diferentes paisajes que se solapan. Extensas cordilleras acaban encontrándose con acantilados con el mar azul y sus templadas aguas. El mediterráneo moldea la costa y el pueblo ha sabido sacar partido de ello. Ubicado en una pequeña cala, fue destino turístico a principios del siglo XX por las clases más pudientes de la burguesía catalana. 


Cadaqués, vista general
Aunque las urbanizaciones han ido acorralando al antiguo pueblo, el casco viejo ha sabido mantener el encanto y la majestuosidad de sus calles. Miles de flores, enredaderas y piedra natural, se combinan con fachadas de estilo señorial, sobre calles todavía empedradas que mantienen la dinámica original de la localidad. 


Cadaqués, ha sido capaz de combinar sus ancestrales costumbres, hectáreas enteras plantadas con olivos, producen un flujo económico no dependiente del turismo. La industria del salazón, sobre todo de la anchoa, ha sobrevivido al paso del tiempo, aunque a dia de hoy no tiene ni de lejos la envergadura que tenía en épocas pasadas. 

Puerto

La localidad tampoco olvida a sus "ilustres" personajes. La casa-museo de Dalí es uno de los lugares más visitados. En ella se exponen obras del pintor junto con cotidianos objetos personales del artista. El tirón que provoca tan semejantes artistas, unidos a la industria primaria y a la belleza del pueblo y del entorno, han conseguido que Cadaqués siga siendo un referente nacional del turismo en la costa gerundense.

Estatua en honor de Dalí
Pasear por el pueblo sin prisa ya es una recompensa en sí. Invadido por decenas de colonias de gatos, las calles, aunque vacías en determinadas épocas del año cobran vida gracias a estos pequeños animales. 

Los gatos están acostumbrados al paso de los turistas
Cabe destacar, que animales de mayor tamaño, como los jabalís, deambulan por el terreno urbano en busca de comida al amparo de la noche. Estos animales, rondan peligrosamente cerca de la presencia humana sin miedo alguno, lo que puede provocar alguna situación algo delicada. 

Jabalíes de escasa edad rastrean un parking de la zona nueva

En definitiva, Cadaqués cumple las expectativas del visitante busque lo que se busque. Naturaleza, cultura, paisaje, playa y montaña hacen de Cadaqués un destino imprescindible a visitar.  








Principado de Mónaco

Cómo sobrevivir a Mónaco siendo pobre y no morir en el intento.

Cuando pensamos en Mónaco nos vienen imágenes de opulencia, de gasto desmedido, de megayates, de coches de alta gama. Pues bien, todo lo anteriormente mencionado es correcto, pero existen alternativas a los que ni queremos ni podemos llevar ese estilo de vida. Mónaco, un pequeño principado, sumido en la cultura del dinero, es una cápsula que aparentemente está cerrado al turismo "Low cost", pero esa afirmación no es correcta. En esta entrada os mostraré la manera de conocer la ciudad sin privarnos de visitas interesantes, comer, y demás necesidades sin dejarnos gran parte del sueldo del mes en un sólo día. 

El día que visitamos Mónaco, decidimos dormir en un área de servicio a unos 30 km de la ciudad. Como imagináis el resultado fue coste 0. A la mañana siguiente, nos adentramos por las escarpadas montañas y túneles que conectan la burbuja opulenta del resto del mundo. 
Al llegar, casualidades de la vida, encontramos aparcamiento justo delante de la línea de llegada del famoso circuíto de Fórmula 1. Para nuestra sorpresa, al contrario de lo que ocurre en otras capitales, la "zona azul" era gratuíta ese día de la semana. Contentos con nuestra proeza, decidimos recorrer el círcuito urbano de carreras más conocido del mundo a pie. Constantemente, a través de pantallas, esculturas y escaparates dedicados al mundo del motor nos recuerdan la historia de las espectaculares carreras que allí se han vivido a lo largo de la historia. 


Línea de llegada y salida
Aunque con costantes subidas y bajadas, los poco más de 3 km que tiene el recorrido se hacen extremadamente amenos. Cada rincón parece tener protagonismo en las carreras que tantas y tantas veces se han retransmitido por televisión. A pesar de que no soy un gran amante del automovilismo, he de reconocer que Mónaco es un circuito que siempre me ha parecido especial y emocionante. 

Subida hacia el Casino
Desde la perspectiva de alguien que no está para nada interesado en el automovilismo y en su mundo, las vistas de este microcosmos no son nada desdeñable. Conforme vamos cogiendo altura, comenzamos a ver la envergadura de grandes yates, casi del tamaño de un pequeño crucero que son el emblema de la parte rica de la ciudad. 


Como cualquier persona, siempre trata uno de imaginar como vive esa gente, que ya desde primera hora de la mañana, se apoltrona en sus lujosas embarcaciones con una copa de vino entre las manos. La curiosidad, siempre nos hace detenernos desde cualquier esquina para observar de lejos la vida de aquellos que no pasan apuros a fin de mes. 



El dinero, no solo está presente en las monumentales edificaciones, más parecidas a colmenas, ni en los barcos. Las tiendas de alta costura, de joyas y demás parafernalia están abiertas casi 24 horas al día, con una afluencia constante de clientes que no tienen reparo en gastarse una millonada en algo que a un servidor le parece completamente absurdo. 
El lujo también está presente en el asfalto. Enormes y potentes coches atronan con sus descomunales tubos de escape. El ruido de los motores rompe la relativa calma que se vive al pasear por la ciudad un domingo, pero no llega a ser molesto, puesto que ya forma parte del paisaje.  


El paseo, que nos muestra diferentes vistas de la capital monegasca, atraviesa casi todos los puntos más emblemáticos de la ciudad. El casino, por ejemplo, está en uno de los puntos más altos del recorrido. Cientos de personas se arruinan y se benefician por igual en un corto espacio de tiempo en una ciudad en la que el dinero prevalece por encima de todas las cosas. También observaremos el famoso hotel, uno de los puntos clave de la vida monegasca. 

Casino

Hotel "París"

Estos dos puntos son los más altos del circuito urbano. Posteriormente, comienza una bajada zigzagueante rodeada de vallas, palmeras, y bordillos pintados con el objeto de facilitar la entrada fulgurante de los coches en las curvas (los denominados "pianos"). 

Llegada al Hotel y al Casino
Una de las curvas más cerradas del circuito la encontramos al bajar una pronunciada cuesta. Coronada por pequeñas palmeras, la semirotonda de casi 180 grados es inconfundible y espectacular. 



Si seguimos el circuito, a pocos metros nos encontraremos varias curvas enlazadas que dan paso al famoso túnel de Mónaco, con excelentes vistas al Mediterráneo. 

Entrada al túnel

En el tramo final del túnel, podemos encontrar tiendas de "souvenirs" de un precio extrañamente adsequible. No olvidemos que toda la costa este francesa, y el principado de Mónaco, tienen una renta per cápita muy superior a la de otros países, como España. 
Una vez sobrepasado el túnel, nos encontramos casi al nivel del mar, en una zona que casi forma parte del puerto y donde rebasamos la línea de salida por la calzada paralela. 

Tras el paseo, aconsejamos subir a la parte sureste de la ciudad. Mediante sendas perfectamente acondicionadas se puede acceder al Palacio de los Príncipes de Mónaco, fuertemente custodiado, al monumento de los Grimaldi, y otras infraestructuras estatales y financieras de la ciudad. 
La subida a la parte alta, nos proporciona unas magníficas vistas de la bahía y de todo su conjunto. 

Vista general


En nuestro caso, una vez allí, y con la cartera todavía intacta, decidimos acercarnos al Museo Oceanográfico. Con un precio que oscila según la temporada, pero que ronda los 15 euros por persona, es uno de los lugares, a mi juicio, en los que merece la pena pasar un buen rato. 
A escasos metros del edificio principal, el submarino amarillo de Jacques Costeau, mundialmente conocido. 


El oceanográfico, posee una gran colección de animales, tanto vivos como muertos. Grandes salas albergan restos óseos de animales, desde el más grande, al más pequeño. La gigantesca colección es usada en investigaciones científicas y divulgativas. 


Vitrinas, documentales, cuadros, nos enseñan la grandiosidad del mundo submarino y nuestro deber de respetarlo. 
En cuanto a la zona de hábitats acuáticos, cabe resaltar el gran tanque donde tiburones y otras especies de gran tamaño deambulan ante la atenta mirada de los turistas y curiosos. También tienen un edificio anexo con pequeños tiburones que se pueden acariciar mientras nadan a escasos centímetros de tu mano, intentando siempre respetar la integridad del animal.  

Tortuga marina en pleno "vuelo"
Dependiendo del tiempo, el Oceanográfico, aunque no es grande en extensión, es rico y variado, por lo que debemos dedicar varias horas a visitarlo. La azotea, refugio de fumadores, también posee tortugas de tierra y otras especies que agradecen el sol y la brisa que corre en estas latitudes mediterráneas. 

Anémonas venenosas albergando peces payaso inmunes a sus urticarios brazos

También cabe resaltar la cría masiva de tiburones que se realiza en este espacio. Los pequeños huevos en forma de sobre, contienen en su interior el tiburón en miniatura ya formado, que una vez preparado, romperá su burbuja para emerger y convertirse en un pez de admirable tamaño. 

Huevos de tiburon colgando de la vegetación
Aunque el resto de especies, son más comunes en otros "aquariums", no por eso pierden su belleza y su, a veces, inconcebible apariencia. 

Pez escorpión

Una vez terminada la visita, existen multiples opciones. Distintos museos, como el de los coches "top", o jardines exóticos rodean toda la ciudad dando una variada y entrenida agenda a los visitantes. 

Si quieres darte le gustazo de comer en Mónaco y no ser atracado, puedes optar por comer en algún centro comercial. Nosotros teníamos un puesto de pizzas (deliciosas), ubicado en un puesto comercial, junto a la parrilla de salida de los coches, que nos convenció por su olor, y sobre todo, por su precio. Una vez adquirida tu ración, puedes comerla en cualquier parque, o tu propio vehículo. 

Comer low cost en la línea de llegada en Mónaco ¡es posible!
Un viaje a Mónaco no es un viaje, si no aprovechas a dar una vuelta por el circuíto de Formula 1 con tu coche. Aunque exprimas un poco el motor, nadie te mirará raro. 

Esperando a que nos den un trofeo
En definitiva, Mónaco puede ofrecerte mucho y sacarte poco, cada cual que elija su opción, pero merece la pena visitarlo. 














lunes, 16 de octubre de 2017

Azud de Novales (Huesca)

En el municipio de Novales, un pequeño pueblecito cercano a la capital oscense, se oculta uno de esos rincones que pasan desapercibidos a la mayoría de visitantes que recorren estas tierras en busca de naturaleza, nieve y montañas escarpadas. 
Se trata de un Azud (palabra proveniente del árabe para referirse a una barrera) pequeño, pero que crea un escenario impensable en una tierra rodeada de campos baldíos y de cultivo. 
Por una pequeña carretera comarcal se accede casi directamente a él. Una senda nos conduce a una pequeña explanada, donde unos bancos y mesas nos dan la bienvenida al lugar. 



El río Guatizalema, que no es especialmente grande ni caudaloso, se ve frenado en su descenso desde el prepirineo oscense por una barrera artificial, dedicada en tiempos remotos a abastecer de agua a los campos cercanos y a mover un antiguo molino. Al frenarse el agua se embalsa, y cuando supera una cierta altura, cae a la siguiente fase en forma de cascada. Observada desde abajo, bien parece que sea una cascada totalmente natural. 


Aunque no recomiendo el baño, puesto que el flujo de agua a veces no es lo suficientemente rápido y genera olores y mosquitos, es un buen sitio para desconectar a escasos minutos de la capital oscense. 

Espectacular foto de Toño Sanchez (flickr)



domingo, 15 de octubre de 2017

Belchite (pueblo viejo) Zaragoza

"Ya no te rondan los zagales, ya no se oíran las jotas que cantaban nuestros padres". Esta intrigante frase, escrita en memoria de lo allí acaecido en el verano de 1937, describe la realidad de donde nos encontramos; un pueblo abandonado y al borde del colapso.



 Belchite, una localidad zaragozana, situada a escasos 40 kilómetros de la capital aragonesa, resiste al paso del tiempo y la erosión como buenamente puede. Edificios que se mantienen en pie milagrosamente, torres de iglesia que desafían peligrosamente a la gravedad, y restos de escombro por todas sus calles dan a Belchite la fotográfia de un lugar desolador.
Aunque ahora el recinto es seguro, puesto que se han demolido varios edificios y las visitas están estrictamente controladas, durante mucho tiempo este enclave podía ser recorrido en su totalidad, apreciando en cada esquina los restos de la guerra.
Debido a su situación estratégica, el mando repúblicano decidió tomar el enclave para acercarse a Zaragoza. Pese a que la capital no sucumbió a las tropas republicanas, Belchite si lo hizo. Se calcula que entre bombardeos y la técnica del "casa por casa", hubo 5000 muertes en apenas 15 días. Los franquistas, atrincherados en el pueblo y liderados por su alcalde trataron de hacer frente al sitio de su localidad, pero no tardaron en ceder a la presión republicana en colaboración con la CNT y las milicias internacionales. 
Tras la guerra, Franco se comprometió a construir un nuevo pueblo cercano a las ruinas del antiguo. Para ello, utilizó a los presos republicanos a los que albergaba en un campo de concentración cercano. A pesar de que las labores de construcción se llevaron a cabo completamente, el trastocado pueblo viejo no se demolió, dejando constancia de la barbarie de la guerra que sufrió casi todo el país. 


Entrada al pueblo viejo de Belchite
Tras sobrepasar el primer arco, las antiguas calles nos dan la bienvenida entre casas semiderruidas, homenajes a los caídos y diversas muestras de cariño hacia los combatientes de ambos frentes. 






 De parada obligada para el visitante,caben destacar las dos iglesias que aun permanecen en pie, la iglesia-convento de San Martín, y la de San Agustín. Aunque sus cubiertas están casi destruidas, aun conservan gran parte de su estructura original, antes de ser bombardeada y asediada. 


Vista general

Para los amantes de lo paranormal y las psicofonías, este es un punto de alta relevancia a nivel nacional. Numerosas psicofonías y parafonías captadas muestran desgarradores gritos, explosiones, y el incesante ruido de los motores de la aviación que supuestamente siguen impregnando las paredes casi un siglo después. 
Numerosos grupos de investigación han pasado noches enteras grabando en plena noche lo que no es audible para el ser humano. 
Aunque no se sea amante de lo paranormal, aunque no se crea en nada más que en lo tangible, el pueblo produce una sensación extraña de congoja y angustía. El viento, predominante en esa zona, al igual que en todo el valle del Ebro, mueve los contraventanos semianclados en las antiguas fachadas, las piedras parecen ulular, y a veces las sombras de cualquier árbol parecen cobrar vida propia. 

Las casas nos muestran su estructura interior
Gracias a la señalización y paneles informativos, podemos conocer un poco más de la historia de Belchite en el propio lugar. 

Estructura y torre de San Martín


Como se puede apreciar en las fotografías, la naturaleza ha ganado terreno a las edificaciones, aunque con las últimas remodelaciones adaptadas al turismo los matorrales, la tierra y los escasos árboles han perdido la batalla.                                     


Belchite es, sin ningún género de dudas, un lugar para visitar y conocer más a fondo la dura guerra que se vivió en España en los años 30 después de un alzamiento militar, que causó y sigue causando,numerosos daños físicos, morales, materiales y patrimoniales en un país en el que las heridas todavía no han cicatrizado.