lunes, 2 de diciembre de 2024

Cuenca: un mundo pétreo.

El enclave que narraremos a continuación tiene una larga historia a sus espaldas, dado que se viene gestando desde hace millones de años, y a día de hoy sigue desarrollándose, en silencio, sin que lo podamos apreciar, ya que es un proceso lento, ligado a la creación de nuestro planeta. 

Empecemos por el principio: hace unos 250 millones de años la península Ibérica no era tal, ya que lo que hoy conocemos como España, Europa y otros continentes se encontraban unidos en una abstracta amalgama llamada Pangea. Como es natural, si hoy retrocediéramos hasta esa fecha nos costaría muchísimo ubicar cualquier localización conocida de la actualidad. De hecho, nuestro país se encontraba dividido en dos por parte de un gigantesco océano definido como el mar de Tetis.  




Poco a poco, centímetro a centímetro, los continentes fueron reordenándose hasta mostrar la apariencia que nos enseñan a día de hoy, que es una imagen muy diferente a la que mostrarán dentro de unos pocos millones de años.

Con el paso gradual de las eras, el mar de Tetis fue desapareciendo, aunque la palabra exacta sería reorganizándose en otros mares (lo que hoy sería el Mediterráneo) y océanos. Este cambio fue producido por la incipiente presión de las placas tectónicas, que formaron lo que hoy en día conocemos como la meseta central. Fue tal la compresión de algunos territorios, que hoy se encuentran elevados a más de mil metros sobre el nivel del mar. 

Hoy observaremos ese extinto mar en la provincia de Cuenca, a escasos 20 km de la capital.

La Ciudad Encantada es hoy por hoy, uno de los mayores exponentes sobre la creación y destrucción de entornos kársticos presentes en la península Ibérica. Denominado ya en 1929 como Sitio Natural de Interés Nacional.   

Su proceso es sencillo pero lento. El fondo marino, rico en sales y carbonatos, quedó completamente expuesto hace unos 70 millones de años, al entrar en contacto con la atmósfera, sus materiales comenzaron a degradarse sin remisión por efecto de los factores ambientales como el viento y la lluvia. 

Las grandes precipitaciones creaban surcos, que más tarde se convertirían en cauces. Al ser una roca porosa y blanda, el agua penetraba fácilmente en ella y creaba orificios y cuevas subterráneas. Con el paso del tiempo, los agujeros horadados dejaban sin apoyos a sus partes superiores, obligándolas a caer, dejando galerías enormes completamente descubiertas. 


Galería formada por el paso del agua


A su vez, los materiales más duros y compactos, comenzaban a destacar sobre sus coetáneos más débiles, dando lugar a formaciones de piedra que se mantenían elevadas, labradas más lentamente por los vientos de la zona. 

En la ciudad encantada, las caprichosas formas de sus roquedos kársticos, han creado un parque de esculturas naturales casi sin parangón en Europa. Además, debido a la imaginación humana, han sido nombradas por sus parecidos a elementos o animales presentes en nuestro cotidiano mundo.


La cara del hombre


Si bien algunas figuras como "la cara" o "el puente romano" son rocas de tamaño no muy grande, en el parque se encuentran verdaderas moles de piedra más espectaculares. 


El puente romano


 Unido a su atractivo exterior, muchas de ellas están horadadas también en su interior, incluso permitiendo el paso humano, como en el caso del convento, donde podemos entrar y salir de sus pétreas entrañas. 


El convento


En el interior del parque, también podemos encontrar los restos de los que un día fue el fondo original del mar de Tetis, y observar con claridad las estrías provocadas por la presión del agua salada y su movimiento. 


Fondo marino de Tetis

Como era de esperar, la zona es rica en fósiles, testigos mudos de lo que un día fue la vida acuática del desaparecido mar. Para entendernos, son los bisabuelos de las especies animales que hoy pueblan nuestros océanos. . 

Como podemos comprobar, la Ciudad Encantada de Cuenca es un auténtico viaje al pasado, y es un destino apasionante para los interesados en geología, biología y otras ciencias relacionadas, y para el público en general que busca un buen paisaje acompañado de un paseo. 


El tormo alto es la figura más icónica de la ciudad

Evidentemente, la Ciudad Encantada no es la única parada relacionada con las formas pétreas, aunque sí el más conocido. Por lo que me veo en la obligación de reseñar también otras zonas de importancia, como por ejemplo, el "ventano del diablo". Y es que, a pesar de su proximidad (apenas 5 km en línea recta), no se le considera parte del conjunto ya expuesto con anterioridad. 

En esta ocasión estamos ante una auténtica y desproporcionada estancia apostada en lo alto de un vistoso acantilado fluvial.  Desde su interior, acomodado para las visitas turísticas, podemos contemplar unas vistas tremendas del río Júcar, que transcurre por el fondo del valle que el propio movimiento del agua ha creado. 


El ventano del diablo

Si el mirador nos parece atractivo, aun lo son más sus vistas, siempre acompañadas del rumor del agua que proviene del fondo del cañón.




Este capricho natural, está rodeado de formaciones similares, y sus abundantes agujeros son aprovechados por numerosas aves como los buitres para establecer sus nidos y sus lugares de descanso.


Un buitre leonado nos observa con detenimiento

A pesar de que este enclave aparentaría estar en un lugar remoto, se encuentra apenas a 500 metros de la localidad conquense de Villalba de la Sierra, y a pie de la carretera que une la Ciudad Encantada con Cuenca capital. 

A pesar de la tranquilidad actual del lugar, en otros tiempos esta zona causaba gran temor a los habitantes de los municipios colindantes, ya que negras leyendas emergían, aumentando los miedos de las generaciones que las escuchaban. Según parece, el ventano era utilizado por el mismísimo demonio para asomarse desde el infierno y controlar la actividad humana. En ocasiones, se aparecía en forma de un gran murciélago negro que se posaba en las ventanas del mirador, con la intención de asustar y hostigar a todo el que osara a adentrarse en sus dominios. Los testigos de la época aseguraban, que los aullidos eran constantes en determinadas épocas del año, y que cada vez que eran escuchados, una gran calamidad acechaba. Fue tal el impacto de estas leyendas, que el ventano fue bautizado con el nombre de esa asombrosa criatura que supuestamente habitaba en él.


El Júcar a su paso por el ventano


A pesar de su mala fama, hoy en día es un destino en auge, y la parada es casi obligatoria entre los que se acercan a visitar la zona.

Y por último, pero no menos importante, nos detendremos en la denominada como "ruta de las caras", situada en las cercanías de la localidad e Buendía, y junto al embalse de mismo nombre. 

Este espacio consiste en un relajado paseo por un sendero de unos 3 km en total, donde podremos disfrutar de una combinación de naturaleza, paisaje y arte. A diferencia de los destinos anteriores, esta vez la piedra se encuentra labrada por la mano del hombre, y no a cuenta de los fenómenos erosivos naturales. 

Tras franquear su entrada, un bosque de pinos nos da la bienvenida y marca el inicio del camino. La llanura inicial da paso a una no muy empinada ladera, donde comenzaremos a ver las primeras "caras" . 


Krishna se muestra impertérrito ante nosotros


Cada una de la efigies está dedicada a un personaje o símbolo, que es fácilmente reconocible por los paseantes que recorren la pista peatonal. En el recorrido circular predeterminado, podremos llegar a ver 20 caras diferentes y algunos bajorrelieves. 

Muchas de las esculturas  talladas en la piedra son enigmáticas, recorriendo el lugar un halo de misterio, acrecentado por la historia de la zona, en la que se encuentran tumbas antropomorfas excavadas por los visigodos que oculta masa arbórea de pinos.


Tumba. Fuente: Enric Villanueva

Todo este conjunto comenzó a tejerse en los años 90, donde dos escultores comenzaron a esculpir sus proyectos en la dura piedra. Poco a poco, su colección fue dándose a conocer, y otros artistas (en ocasiones espontáneos) siguieron sus pasos y dejaron sus creaciones a la vista de todo el mundo que quisiera contemplarlas. 


Chemari, una de las caras más icónicas

La cara de "Chemari" fue creada por el ceramista Jorge Juan Maldonado, uno de los autores principales, mientras que el reparador de fachadas Eulogio Reguillo, Plasmó la de Krishna que hemos visto anteriormente. 

Entre los dos, crearon casi sin quererlo la ruta actual, modelando la roca arenisca predominante en el lugar.

Al igual que en la Ciudad Encantada, algunas figuras apenas llegan al metro de altura, mientras que otras sobrepasan los 6 metros. 


Este enorme buda preside el sendero

Como ya hemos comentado, han ido surgiendo escultores espontáneos que han ido entrelazando sus proyectos con los de los autores originales, haciendo crecer el inventario de efigies y símbolos de la ruta. En cierto modo, nos encontramos ante un fenómeno, que como ocurre en la Ciudad Encantada, transforma el paisaje, pero esta vez si que ocurre en una escala más apreciable a nivel humano. Podríamos trazar un paralelismo entre la teoría del científico Lavoisier y afirmar que la roca es como la energía, ni se crea ni se destruye, solo se transforma. 


viernes, 29 de noviembre de 2024

Puerto Espacial y el Castillo Encantado: el universo friki hecho realidad

Los frikis de medio mundo están de enhorabuena, ya que hace unos 40 años nació un genio que iba a revitalizar todo el panorama nacional e internacional. Juan Villa, un asturiano emigrado a Valladolid cuando era niño, se ha dedicado a durante dos décadas a forjar esculturas relacionadas con el mundo del misterio, el cine y la imaginación colectiva. 
Son muchos sus clientes, así como su extensa colección que crece día a día, asumiendo encargos de quien lo desea, pero también elaborando un proyecto propio cuyos resultados son notoriamente visibles. 


Juan Villa

A pesar de haber trabajado en muchos proyectos, el creador salta del anonimato por su colaboración en el programa "Cuarto Milenio", para el que crea la mayoría de decorados y atrezzos utilizados para ambientar las historias de que allí se relatan. 
La excelente crítica de su obra, así como su inmediatez y terminaciones de sus trabajos, le procuran un puesto fijo en el programa, y una papel destacado en el mando de una exposición itineraria recopilando las mejores historias aparecidas en TV. 
Por primera vez en la historia, Iker Jiménez muestra a su público algo tangible y palpable. 


Iker Jiménez con una pieza del escultor


Los geniales trabajos del artista, bajo su firma "Prometeo Escultura", no acaban con la colaboración en el programa de misterio. Al asturiano se le encarga una multitud de tareas, entre las que se encuentra por ejemplo la restauración de "la bruja Avería y los Electroduendes", personajes del mítico programa de los 80 "la bola de cristal". 

Juan Villa y los Electroduendes. Fuente: La Voz de Galicia

Las nuevas técnicas de fresado y diseño 3D que va implementando el escultor, le permiten mecanizar los procesos y explorar nuevos espacios en el mundo del diseño y la realización de figuras. Además, el trabajo del autor no solo le lleva al mundo de la televisión, sino que realiza recreaciones de ámbito arqueológico, paleontológico, incluso para las ciencias forenses. 
Aunque parezca imposible, Juan Villa consigue llegar a sus múltiples encargos mientras trabaja en otros proyectos personales que poco a poco van cogiendo forma. 
En el año 2019, se inaugura por todo lo alto "El castillo encantado", que consiste en una serie de figuras, acomodadas en diversas parte de un castillo medieval del siglo XV. 
La fortaleza, que se encuentra en la población de Trigueros del Valle (a escasos 40 km de Valladolid), recibe asombrada a los cientos de visitantes que copan los primeros días de apertura al público. Tanta es la demanda, que se contabilizan unas 10.000 visitas en el primer mes.


Castillo "encantado" de Trigueros

La exposición fija consiste en una sucesión de figuras de todos los tamaños que se van repartiendo tanto en los patios como en las estancias cerradas de la fortaleza. Por lo tanto, la visita se realiza paseando por intramuros, y observando las múltiples esculturas que se encuentran diferenciadas por temáticas. 


Zona del patio del castillo

Una de las salas visitadas con más entusiasmo es la de la saga literaria y cinematográfica "Harry Potter", que muestra una colección de bustos y representaciones a tamaño real muy completa y espectacular. 

Parte de la sala "Harry Potter"

La visita del castillo debe de hacerse de manera tranquila y sin ninguna prisa, ya que el número de figuras y de detalles de las mismas es muy elevado. Además, una vez pagada la entrada, no hay ningún tipo de restricción ni recorrido inalterable. 




Si se desea visitar, y para cualquier duda, dejo el enlace a su página web.



Pero Juan Villa no iba a estancarse, y tras pasar la pandemia de la Covid, resurgió con fuerza creando otro complejo no muy lejos de allí, en la localidad vallisoletana de Valoria la Buena.
Esta vez, la exposición permanente sería monotemática sobre el universo Star Wars, y como era lógico, no iba a dejar indiferente a nadie. 
El recinto, siempre amenizado con música de las películas de fondo, se basa en un sendero principal, el cual va atravesando edificios de baja altura donde se encuentran las obras más delicadas. En el exterior, naves, comerciantes, y moradores del desierto nos dan la bienvenida. 

Entrada Puerto Espacial

Adentrarse en el mundillo de Star Wars es recomendable incluso para los que no conocen, o en cierto modo aborrecen este tipo de películas y sagas, puesto que las obras allí expuestas poseen la calidad de Juan Villa y ya solo por eso merecería la pena la visita. 
Para los fanáticos, acudir a la exposición se convierte en imprescindible.




Pero hay que ser sinceros, y en esta exhibición no todo son buenas palabras. Los más afines de la serie aprovechan sus conocimientos para apesadumbrar a los profanos en la materia. Debe de ser provocado por el ambiente que allí se respira, lo que hace que haya que calibrar las palabras y no criticar ninguna faceta de ninguna de las sagas, ya que puede desencadenar un estallido difícil de controlar. Cabe recordar, que en pocos lugares del mundo nos podemos sentir tan integrados en esta serie de culto como en Valoria la Buena, así que es recomendable elegir bien quien nos acompaña en la visita. 

Algunos protagonistas de las míticas películas


Juan Villa todavía no da por terminada esta recreación, y poco a poco nuevos personajes y objetos de attrezzo se van incorporando con el paso del tiempo. Vista la densidad de figuras, nos tememos que pronto el recinto se irá quedando pequeño. 

El "malo", o el "bueno" he ahí la cuestión


 Como pasas en los buenos destinos, es imposible elegir una sola pieza como "favorita", ya que la cantidad y la calidad en Puerto Espacial está asegurada. 

Nave instalada en el exterior

Al igual que en el Castillo Encantado, la visita es libre, y sin ningún tipo de prisa o presión. Solo a modo orientativo, cada exposición puede costarnos una hora aproximadamente. 


Parte de la obra exterior

Cabe destacar, y como guinda del pastel, que el recorrido empieza y acaba en una tienda de souvenirs relacionada con el mundo Star Wars con todo tipo de objetos más o menos prácticos. 

Link a la página oficial:                       Puerto Espacial

Resumiendo: merece mucho la pena reconocer el trabajo de grandes artistas como Juan Villa, lo que obliga a apoyar su causa y visitar sus tremendas exposiciones. Es la única manera de premiar el compromiso y el buen hacer de visionarios como él que tienen difícil salida en tiempos como el que vivimos. 
PD: Mirad bien quien os vende las entradas en la tienda, no vaya a ser el mismísimo Juan y tengáis el placer de conocerle.  

jueves, 28 de noviembre de 2024

Un incendio en la frontera

Corría el año 1986, con medio mundo todavía temeroso por las consecuencias del desastre de Chernobyl, otro cataclismo comenzaba a gestarse en las cercanías de la frontera entre Francia y España. En un parking de la localidad francesa de Le Perthus, colindante con el paso fronterizo gerundense de La Junquera, un coche comenzaba a arder peligrosamente. Sin que nadie pueda impedirlo, el fuego hace arder los aledaños del aparcamiento y se encañona con fuerza hacia los bosques cercanos, espoleado por el fuerte viento. Tras el aviso, medios franceses comienzan las labores de extinción, pero ya es demasiado tarde. El fuego, que durará cinco días, acabará quemando una extensión total de 26.000 hectáreas. 

Conforme pasan los minutos, la situación se descontrola, y las llamas rebasan la frontera encaminándose hacía el interior de Cataluña. En vista de la situación, los medios españoles disponibles se unen al operativo francés, pero no todos pueden unirse, pues la tramontana (viento característico de la zona) hace imposible la movilización de medios aéreos.

Con rachas superiores a los 120 km/h, el viento continua extendiendo el fuego, a la par que dificulta las operaciones de extinción. A pesar de las advertencias, un avión francés con base en las cercanías de Marsella, trata de combatir el fuego desde el aire. La aeronave, un Douglas DC-6 reconvertido en cisterna, vacía sus depósitos sobre la cortina de humo que ya se extiende a lo largo de varios kilómetros. Pero por desgracia, solo consigue hacer una descarga, ya que se estrella en un bosque cercano a la localidad catalana de Requesens.


Avión Douglas DC-6


El suceso, causa la muerte en el acto de sus cuatro ocupantes, y a su vez, provoca otro incendio en la zona del impacto, y esparce los restos del fuselaje por una ladera con gran pendiente. 

Tras horas de intentos fallidos, los equipos de emergencia llegan a la zona, y confirman el accidente y sus fatales consecuencias. 

El incendio, tras arder durante más de 100 horas, se convierte en uno de los peores de la historia catalana. En un verano cálido y con pocas precipitaciones, varios incendios secundarios acompañan al incendio de Le Perthus en esas fechas. 


La vanguardia se hace eco del accidente

Han pasado cuatro décadas, y aunque parezca mentira, los restos del aparato siniestrado permanecen impasibles en casi la misma posición en la que quedaron aquella tarde de verano de 1986. 

El acceso, algo complicado de realizar con un vehículo normal que no disponga de algo de altura, se puede realizar desde las localidades de Cantallops o Requesens. No son pocos quienes se aventuran a dejar el vehículo en una de estas dos poblaciones y realizan el camino a pie. 

Castillo de Requesens


 El paisaje de la zona está compuesto de abundante y variada flora y fauna, destacando los alcornocales destinados a la producción de corcho que abundan en la zona. El silencio se hace presente en la pista que recorre ondulante por la ladera del monte alternando espacios de sombra y sol directo e intenso.

A menos de cinco kilómetros del pueblo de Requesens, una placa en la pista delata la ubicación cercana de los restos del avión. Por desgracia, la placa ha sufrido el paso del tiempo y apenas es legible a simple vista. 


Placa conmemorativa

Cualquiera de los visitantes que no presten atención a los detalles, pasarán de largo junto al avión sin darse cuenta, ya que la naturaleza lo ha engullido, integrándolo como un elemento natural más. Tal vez, con el paso de otros decenios, el suceso quede olvidado para siempre. 


Parte trasera del Douglas DC-12

Es indescriptible la sensación que produce la primera vez que encuentras una escena semejante. El cerebro no es capaz de procesar la imagen de un avión incrustado en la ladera de una montaña. Además, los componentes de la parte trasera se encuentran en un relativo buen estado para los años que llevan a la intemperie. Por desgracia, los típicos vándalos no han tenido piedad con él, "decorando" con sus nombres la escena. Aun así, la serigrafía del avión y otros detalles son perfectamente identificables. 

Cabe recordar que este avión fue modificado para su servicio en la extinción de incendios, por lo que los únicos asientos eran los de la tripulación, siendo destinado el resto del aparato a contener un enorme depósito de 12000 litros que cargaba en tierra. 

Si seguimos ascendiendo por la empinada ladera, observaremos una sucesión de piezas en peor estado, ya que el impacto se produjo con la parte delantera, que quedó prácticamente desaparecida.

 

Detalle del fuselaje trasero


Por la forma en la que el aparato golpeó la ladera, queda claro que el piloto trató de levantar el morro de la aeronave para sortear la montaña, pero no lo consiguió. Probablemente el humo y el desconocimiento de la cartografía de estas montañas, sumado por supuesto a las feroces rachas de viento, crearon un coctel mortal. 


Uno de los motores del Douglas


Sin lugar a dudas, una de las piezas más impresionantes que quedan en el lugar son los motores, cuatro en el caso del Douglas, que portaban unas hélices, cuyas aspas parecen haberse volatilizado con el impacto. 


Parte de los depósitos


Al contrario que el motor, la parte exterior de uno de los depósitos que portaba el aparato, incluyendo el "nivel" transparente que indicaba la cantidad de carga, se conservan aún visibles. A diferencia de los hidroaviones, que poseen patines para rozar el agua mientras cargan en vuelo, el Douglas debía hacerlo mediante mangueras en una zona aeroportuaria. 

A escasos metros de los restos principales, aún se pueden encontrar partes de las alas en buen estado de conservación. 


Fragmentos de un ala


A pesar de las impresionantes imágenes que podemos obtener en la escena del accidente, una de las cosas que más llaman la atención es el sonido que provoca el timón del aparato, que al ser movido por el viento, que aumenta la sensación de abandono y aporta un halo tétrico al ambiente. 

Del accidente del Douglas DC.12 podemos aprender varias lecciones importantes. Una de ellas es la peligrosidad de los incendios forestales y sus consecuencias. Hay que reflexionar muy y mucho sobre los planes de incendios, y por supuesto, ser conscientes de que los fuegos se apagan en invierno con la prevención, para que en verano no sucedan estos desastres. Miles de vidas de la fauna salvaje, así como miles de hectáreas de bosque y otras áreas podrían salvarse con una mayor inversión y una mejor gestión de las entidades responsables. 


El cementerio de los alemanes en Extremadura

Que España es el retiro ideal de los jubilados alemanes no debería coger por sorpresa a nadie, como tampoco es ninguna novedad que los germanos pueblen nuestras costas en las épocas estivales. Lo que quizá puede resultar novedoso es hallar un cementerio ocupado exclusivamente por soldados de esa nacionalidad en el interior de España. 
Para conocer este destino, basta con acercarse a la localidad extremeña de Cuacos de Yuste, en plena comarca de la Vera. 
En mitad del pueblo, abandonamos la carretera EX-203 en dirección noreste, y ascendemos unos cientos de metros en dirección al monasterio de San Jerónimo de Yuste. A mitad de camino, y en un apartadero discreto, se encuentra la entrada a uno de los cementerios más curiosos de España. 


Un muro de piedra, con una discreta cruz metálica nos da la bienvenida, y una placa reza en alemán "DEUTSCHER SOLDATEN-FRIEDHOF", una descripción que no deja lugar a dudas, puesto que nos encontramos ante el único cementerio de soldados alemanes en todo el país.
 



Tras franquear la puerta, recorreremos un sendero entre árboles que, tras unos metros, nos revelará la ubicación de las tumbas. 



Las tumbas, señalizadas con una cruz y distribuidas en un estricto orden, forman la composición del lugar, con algunos olivos intercalados que integran el recinto funerario con el paisaje extremeño. En cada cruz, podemos leer el nombre del soldado caído, y en algunas de ellas la inscripción "EIN UNBEKANNTER DEUTSCHER SOLDAT", que aduce a un soldado desconocido cuyo cuerpo no pudo ser identificado. Si la tumba tiene las iniciales "I.M" presupone que el cadáver no llegó a encontrarse. La abundancia de esta última inscripción está relacionada con el motivo de la muerte, ya que en muchos casos fueron soldados caídos en altamar. El resto, están identificadas con el nombre de un militar, su fecha de nacimiento y la de su defunción. Todas las inscripciones abarcan el periodo en el que se produjeron la primera y la segunda guerra mundial. Solo con un vistazo rápido, nuestros ojos pueden contemplar que nos encontramos ante más de un centenar de nichos, en concreto están contabilizadas 180 tumbas en el lugar.
Pero, la gran pregunta es: ¿Qué hacen aquí los cuerpos y las cruces de más de 150 soldados alemanes? Para responder a esto hay que retroceder bastante en la historia de España. 
Durante el siglo XVI, aparece la figura de Carlos I y V de Alemania, que adquiere el mando de varias coronas españolas y europeas, elevando su persona a nivel de emperador. 
El emperador, preso de su ego y su nivel de vida, mandó instalar una piscina a unos escasos cientos de metros del actual cementerio, en el monasterio de San Jerónimo de Yuste, donde residía. Esta idea resultó siendo fatal, puesto que el emperador murió de paludismo, una enfermedad pandémica presente en la zona, y transmitida por un mosquito, que encontró en las aguas de la piscina un lugar ideal para instalarse y multiplicarse. Por lo tanto, las vinculaciones de la zona con el actual estado alemán han sido visibles hasta nuestros días. 


Figura en homenaje al emperador en el Cuacos de Yuste


Según reza la tradición, los soldados alemanes deben de ser enterrados en el país donde mueren, y a pesar de que España nunca estuvo en guerra con los germanos, muchos de ellos murieron cerca de las costas, principalmente en la zona de Galicia. Claro ejemplo es el submarino U-966, que tras derribar varios aviones aliados, fue abatido cerca de las costas gallegas, con 8 tripulantes que jamás fueron encontrados. 


El U-966 durante su ataque. Fuente:Wikipedia

Durante las dos guerras mundiales, España había permanecido como país neutral, pero los habitantes de las zonas donde aparecían cuerpos se hacían cargo de ellos. En los años 80, la Comisión Alemana de Tumbas de Guerra, que era la responsable de los caídos alemanes en todo el mundo, decide reunificarlos a todos los que se hallaban dispersos por la península. Debido a la vinculación de la zona de la vera con Alemania a través de la figura de Carlos I, se decide crear el cementerio a escasos metros del lugar de la muerte del emperador. 
A día de hoy, esa misma asociación es la encargada de mantener los más de 800 recintos funerarios alemanes de este tipo que se reparten por todo el mundo. 


Detalle de una de las tumbas

Llama la atención el buen estado general del conjunto, del cual se aprecia un mantenimiento constante. Alemania, tiene una partida presupuestaria anual dedicada a tal efecto, a través de sus respectivas asociaciones. 
Como hemos visto, los "perdedores" de esa gran guerra tienen mejor trato a miles de kilómetros de su casa del que dispensa el propio estado español a las víctimas de su propio conflicto, sobre todo si eran del bando republicano, ya que a día de hoy su memoria no ha sido reparada ni honrada como se merece. 

miércoles, 27 de noviembre de 2024

Ribadelago: y la presa cedió.

Caía la noche del 8 de enero de 1959 en Ribadelago (Zamora). El día, había transcurrido con normalidad, y los habitantes de esta localidad zamorana se arremolinaban en torno a los fuegos que cada familia tenía en su casa. La vida alrededor del lago de Sanabria era sencilla pero dura. La mayoría de los habitantes se dedicaban a la ganadería, lo que les exigía un trabajo constante, endurecido por las condiciones climáticas del valle donde estaba incrustado el lago de origen glacial. 
La hambruna de la guerra aún no había desaparecido totalmente, y los conflictos con las autoridades eclesiásticas y franquistas no habían cesado en ningún momento. La pesca en el lago debía de hacerse casi furtivamente para que no llegara a oídos del clero y de las autoridades del dictador. Era evidente que los roles casi feudales se mantenían intactos, en una comunidad prácticamente aislada del resto de España. 
A pesar de que la situación en la provincia no era mucho mejor debido a la no tan lejana guerra y postguerra, las familias hacían enormes esfuerzos por facilitar la salida de los más jóvenes a las ciudades más pobladas en busca de un futuro alejado de la pobreza perenne a la que estaban acostumbrados los vecinos de Ribadelago. 
En los últimos años, y debido al aislamiento con los países vecinos, el régimen de Franco había estado construyendo numerosas presas y embalses, destinados a la generación eléctrica, beneficiando a un sector industrial cada vez más mermado ante la imposibilidad de importar y exportar bienes con otros estados.
La zona montañosa que flanqueaba el Lago de Sanabria, fue elegida para la construcción de un sistema de presas que proporcionaría energía, gestionada por la empresa nacional Moncabril, que se encontraba en exponencial crecimiento debido a la multitud de obras que regentaba en la zona de Orense y Zamora. 



Como se puede observar en la fotografía, el lago de Sanabria estaba en el punto de mira de un gran proyecto de presa hidráulicas. 
En los años 50, los habitantes de la zona veían con buenos ojos las obras en la zona, puesto que muchos de ellos no tardaban en encontrar empleo en las diversas tareas que necesitaban mano de obra normalmente poco cualificada. 
La empresa Moncabril, que ofrecía condiciones duras de trabajo, y sueldos nada acordes al riesgo, se comportaba en forma y diseño como una mafia, premiando a los fieles y castigando a los díscolos que empezaban a surgir debido a los bajos sueldos y continuos accidentes. 
En el año 1954, la presa del embalse de Vega de Tera comenzaba a construirse. Debido a la altura a la que se encontraba y la dureza de los caminos, los trabajos de los obreros se convertían en heroicos, azotados por las nevadas, el frío, y las enfermedades de los pulmones resultantes de horadar las piedras. 


                                En aquella época, la edad no era un problema


Dada la escasez de presupuesto, el escaso control del dinero, y la falta de cualificación en todos los niveles jerárquicos, la presa de Vega de Tera comenzaba a erigirse con materiales de dudosa calidad. 
Eran los propios trabajadores quienes contaban historias de animales muertos vertidos junto con otros materiales de deshecho donde supuestamente solo debía de admitirse hormigón de buena calidad. Es de comprender, que en el contexto de la época, un ahorro en los materiales constituía una buena noticia, pues eso dejaba dinero "libre" para bolsillos agradecidos y otros menesteres. 
Los vecinos de Ribadelago, muchos de los cuales eran trabajadores de la empresa de construcción de la presa, dudaban de su seguridad, y sus miedos se convirtieron en realidad una noche del invierno de 1959. 


                                    La presa terminada (Fuente:Alberguería)


 A pesar de que el embalse y su respectiva presa se hallaban plenamente construidos en 1957, fue en enero de 1959 cuando a varios vigilantes les llegó la orden de cerrar las compuertas y completar su llenado máximo aprovechando las copiosas lluvias que caían en la zona. Con escasa formación y medios, los operarios van señalando con un lápiz el nivel del agua, que subía peligrosamente y amenazaba la integridad de la estructura. Apresuradamente tratan de abrir los aliviaderos, pero estos no funcionan correctamente, los defectos en la construcción continúan pasando factura a la obra. 
La noche del 9 de enero, ya de madrugada, un gran estruendo despierta a dos operarios que dormían en una caseta destinada al control a escasos metros de la presa. Al salir a ver el motivo del ruido, les es imposible apreciar lo que ha ocurrido, puesto que la niebla de la zona se lo impide. Con las primeras luces, sus peores temores se confirman: la presa se ha roto. 


                                     La presa amanece partida en dos

Cuando estos hombres empiezan a ser conscientes de los sucedido, ya es demasiado tarde. Alarmados, comienzan a recorrer el camino que lleva a su propio pueblo, donde se encuentran sus familias: Ribadelago. 
Evidentemente, cuando llega la voz de alarma, ya todo está perdido. El normalmente amable Río Tera, ha comenzado a rugir en mitad de la noche, y ha entrado en la localidad por su zona norte, arrastrando todo a su paso. Escenas dantescas comienzan a surgir, y una nube de gritos entremezclados de los vecinos empieza a ser la constante banda sonora de la noche. 
Los más afortunados, consiguen ascender a las zonas más altas del pueblo que no han sido anegadas, incluso subiendo a los tejados de sus casas, tratando de escapar de una ola que parece no tener fin. 

                                                  Fuente: El Mundo

 Las primeras luces del día confirman la magnitud del desastre. El agua ha demolido parcial o totalmente las viviendas que se ha encontrado en su camino, arrastrando a sus habitantes hacía el lago. Ribadelago es una nube de piedras, madera y enseres, solo poblado por los desolados vecinos que buscan a sus desaparecidos. 
De los 550 habitantes del pueblo, 144 murieron esa noche, además de todos los animales de corral que llenaban las casas de la localidad. 
Los que habían logrado sobrevivir, se encontraban en condiciones penosas, debido a la conmoción vivida y las bajas temperaturas, por lo que tuvieron que ser acogidos en un primer momento por sus vecinos. 


                                                      Fuente: El Confidencial


Con lentitud, los cuerpos de rescate comenzaron a llegar a la zona del desastre. A diferencia de tiempos modernos, la inexistencia de comunicaciones complicaba las labores de movilización y asistencia con la urgencia y volumen que una situación así requería. 
Cuando los mandos militares tomaron el control, poco pudieron hacer por los habitantes desaparecidos. El lodo arrastrado, mezclado con los enseres y escombros, había cambiado las condiciones del lago de Sanabria, y sus aguas dejaron de ser cristalinas durante meses. 
De los 144 fallecidos, solo una veintena aparecen en un primer momento. 
Mientras los militares montaban pontones de emergencia para acceder a todas las partes del pueblo, eran los propios vecinos quienes empezaban a merodear en torno al lago buscando a sus familiares. 


                                    Los ataúdes comienzan a desfilar. Fuente: El Mundo


Las labores de rescate de los desaparecidos resultan prácticamente infructuosas debido a las condiciones del lago, y se tiene que solicitar la entrada de un equipo especial de buzos que, a pesar de no tener visibilidad alguna, logran recuperar algunos cuerpos ante la atenta mirada de los vecinos. Al finalizar las labores subacuáticas, solo 28 cadáveres pudieron ser recuperados para darles sepultura. 


                             Buzo en el lago de Sanabria. Fuente: Opinión Zamora



La noticia de la tragedia se extiende lentamente, y familiares emigrados de Ribadelago vuelven al desaparecido pueblo para averiguar el paradero de sus familias y sus escasas propiedades. 
Mientras tanto, el franquismo comienza a maniobrar para evadir cualquier responsabilidad y los medios de comunicación comienzan a tejer una cortina de humo que deja a Ribadelago en el más absoluto olvido de cara al resto del país. El gobierno de Franco achaca la tragedia a una catástrofe natural e imprevisible y pasa página inmediatamente sin dar explicaciones.
Al mismo tiempo, en las mismas ruinas de la localidad, avispados negociadores de la empresa Moncabril comienzan a engañar y dividir a los vecinos, que aceptan ridículas indemnizaciones por las pérdidas ocasionadas por las reiteradas negligencias de la compañía.
Tras unos meses, el gobierno de la nación, apuesta por realojar a los vecinos en lo que será denominado como Ribadelago de Franco, aunque con la llegada de la democracia sería conocido como Ribadelago Nuevo. Este proyecto, que cuenta con la aceptación de los vecinos (al carecer de cualquier alternativa), es construido en un tiempo récord. 
Un año después de la catástrofe, Ribadelago Nuevo se inaugura oficialmente. Este nuevo asentamiento, nada tiene que ver estructuralmente hablando con su predecesor, ya que se trataba de un diseño originariamente pensado para instalar en Badajoz, por lo que sus paredes ya no son de piedra, y ostenta el color blanco en sus fachadas. 
Los nuevos habitantes no parecían contentos con el regalo de la dictadura, ya que sus nuevas casas no estaban diseñadas para sus necesidades, como las de tener el ganado dentro de casa para proporcionar calor, y seguridad reforzada para los animales. 


                                    Ribadelago Nuevo. Fuente:Zamorateca


Para tratar de compensar a los vecinos por los recuerdos perdidos, el estado trasladó la espadaña de la iglesia del pueblo viejo que había quedado casi en ruinas, y la colocó en un punto importante de la nueva villa. A día de hoy, la pieza sigue colocada en las proximidades de las viviendas. 



A escasos metros del pueblo nuevo, el Río Tera sigue transcurriendo con normalidad, y no son pocos los que desconocen los secretos que guarda. 


                                        Río Tera, a su paso por el pueblo


Algunas de las casas que permanecen en sus orillas, pertenecen al defenestrado Ribadelago Viejo, pero se salvaron, ya que no se encontraban en la trayectoria que siguió el desbordado río. 
Al contrario que sus afortunados vecinos, en la orilla azotada por la riada aun se pueden observar numerosos detalles de lo que ocurrió aquella noche. Y aunque algunas casas han sido restauradas y permanecen habitadas, la mayor parte del pueblo se ha convertido en un altar a sus víctimas, con cruces de recuerdo esparcidas por cada una de sus propiedades. 


                                           Casa habitada en Ribadelago

A pesar del tiempo transcurrido, aún se puede empatizar con la agonía que debieron sufrir aquellos vecinos a los que la riada cogió por sorpresa aquella noche de invierno. En cierto modo, tal vez por ser un pueblo con poca densidad de población, o por lo que allí pasó, la zona provoca una cierta desazón al recorrer sus irregulares calles.


                                                     Restos de la iglesia

El 9 de enero de 2009, en el 50 aniversario de la catástrofe, fue inaugurado en monumento en honor a las víctimas. 


                                            Monumento inaugurado en 2009



                                      Las víctimas permanecen en el recuerdo


Al contrario que Ribadelago Viejo, el lago colindante rebosa energía y vitalidad. Cientos de turistas acuden allí cada verano para disfrutar de sus cristalinas aguas y los deportes acuáticos disponibles en cada rincón del lago. En la zona, que ha día de hoy es "Parque Natural", se han habilitado parkings de tierra en las cercanías de la carretera de acceso a la zona debido a la gran demanda en temporada estival, y son muchos los pueblos de los alrededores que se benefician de ese turismo. 


                             Zona occidental del lago, por donde bajó la riada


Una de las empresas asentadas en la zona, ofrece la oportunidad de realizar un mini crucero por el lago a bordo de su flamante barco sostenible. Tal peculiaridad la obtienen de "alimentar" a su embarcación con energía producida por sus paneles solares y sus aerogeneradores, instalados en la propia cubierta.  A pesar de su enfoque relacionado con el turismo, la verdadera actividad y vocación de la empresa es el de la investigación, ya que testean y experimentan en sus aguas continuamente, analizando la microfauna y las condiciones del agua del lago.

Como no, una parte de la explicación, versa acerca de la tragedia del año 59, de la que dan un enfoque general de lo que allí aconteció. Quizá, lo más interesante es que, tras descolgar un robot submarino que utilizan habitualmente para sus expediciones científicas, seamos capaces de observar restos de los enseres de los habitantes de Ribadelago. A simple vista, y desde la comodidad del barco, se aprecian claramente útiles de cocina y otros materiales que permanecen en el fondo más profundo del lago.


Las pantallas del barco muestran el fondo del lago


Queda meridianamente claro, que el Lago de Sanabria es un pozo de historias, buenas y malas, de paisajes espectaculares y destino de relax y de ocio más que considerable. Sus aguas nos enseñan que cada vez que el hombre combina sus valores más detestables, como la avaricia, el sometimiento y el ego desmedido, algo malo está por suceder a la vuelta de la esquina. ¿Habremos aprendido la lección? Evidentemente no. La sociedad actual no es consciente de los peligros que le rodean, en los que han sido engañados por honorables miembros de su comunidad, que solo por su beneficio propio generarán más dolor y tragedia. Si alguien tiene alguna duda, debería saber que ningún responsable tuvo un castigo ni condena severa, mientras que más de un centenar de vecinos de Ribadelago siguen desaparecidos en las frías aguas este lago zamorano.