lunes, 5 de septiembre de 2022

El Bisonte Europeo. ¿Camino a la des-extinción? San Cebrián de Mudá (Palencia)

 En esta entrada, quiero dar a conocer uno de los mayores depredadores existentes en el mundo. Tan voraz, cruel y vil, que ha dejado tras de sí un reguero de caos y destrucción muy difícil de reparar a lo largo y ancho del planeta. Esta primitiva raza, es sin duda, la más conocida: el Homo sapiens. 

Desde tiempos inmemoriales, casi desde su aparición, este bípedo con aspecto de poco astuto, ha evolucionado a base de aprovecharse de los recursos de la madre naturaleza y todo lo que ésta había puesto a su disposición. Tal vez, en los inicios de este singular ser, la codicia no estaba ni mucho menos entre sus prioridades, obteniendo el justo alimento para sobrevivir, y usando el resto de los animales capturados para vestimenta y otros utensilios básicos pero eficientes. Pero con el paso del tiempo, la conciencia del ser humano se fue transformando poco a poco en casi locura, empeñado en avanzar a pasos agigantados, adelantándose quizá a su propio raciocinio. Resulta paradójico que las poblaciones con menos "progreso" son las menos dañinas para el entorno. La sobreexplotación, la caza indiscriminada, o la destrucción del ecosistema, ha desequilibrado el mundo conocido. El ser humano parece obsesionado en dirigir el planeta con mano de hierro. Por supuesto, no todas las especies han desaparecido "gracias" al Homo sapiens, los cambios bruscos de clima y las plagas y enfermedades propias de los animales, acabaron con numerosas especies vagamente adaptadas. 

Aun así, puede que el remedio y el único consuelo sea, que piedra a piedra, con paso seguro e inexorable, la especie dominante tenga los días contados y algo nos borre rápidamente para que la tierra pueda seguir su camino alrededor del sol regenerándose en paz sin nosotros.

A pesar de esta visión negativista, distintas asociaciones y colectivos, al igual que sujetos particulares, luchan (posiblemente en vano pero con ilusión) por revertir esta situación. Al contrario de lo que pueda parecer, la des-extinción de ciertos animales, cada día está más cerca. 

No, esto no es tan "sencillo" como narran las películas de ciencia ficción como "Jurassic Park" o la clonación de la malparada oveja "Dolly". La realidad es que es totalmente imposible a día de hoy devolver a la vida especies ya destruidas y desaparecidas. Aunque, como en todas las historias, siempre hay algo que se puede lograr, y este es el ejemplo del Bisonte Europeo.

El Bisonte Europeo era una especie de bóvido, que recorría los bosques del continente desde hace casi un millón de años. Probablemente, fuera el mamífero más grande debido a la ausencia del Mamut en estas latitudes. Las manadas de estos animales fueron poblando todas las superficies boscosas de una manera pacífica y tranquila. 

Pero algo se torció...

Con la llegada de los colonizadores a la parte norte de América, la caza se convirtió en una afición, y el animal preferido para abatir era sin duda el gran mamífero de las praderas. Con su caza llegó el negocio, y con el negocio, todo tipo de desmanes que acabaron por menguar la especie reduciéndola a su mínima expresión. Muchos de los bisontes eran descuartizados y aprovechados, mientras que otros acabarían descomponiéndose a lo largo y ancho del continente. Según algunas voces, no solo la caza diezmó a los bisontes americanos, sino que las enfermedades propias del ganado doméstico y estabulado contribuyeron a poner contra las cuerdas a la entonces enorme población de bisonte. 


Fuente: Biblioteca Pública de Detroit

Como muestra una elocuente imagen rescatada de una publicación americana, los cráneos se apilaban hasta formar verdaderas montañas óseas. Muchos de esos restos, eran molidos para la elaboración de abonos y otros compuestos. 

Cuentan las crónicas de la época, que los cazadores montaban en los trenes a vapor y disparaban aleatoriamente a "todo lo que se movía", lo que dejaba un rastro de animales muertos y heridos, abandonados en lamentable estado a su suerte. El resultado: los ejemplares vivos pasaron de contarse a millones, hasta las escasas mil unidades que se contabilizaban en 1880. Gracias a los cambios en los hábitos y las legislaciones proteccionistas, no se llegó a la definitiva extinción de la especie. 

El bisonte europeo, hermano del americano, aunque distinto en morfología y carácter, corrió la misma suerte en el viejo continente. La caza, la roturación de sus espacios naturales y las enfermedades le hicieron prácticamente desaparecer de los bosques. De hecho, en la Primera Guerra Mundial, la especie sufrió otro varapalo al servir de alimento a los refugiados y desplazados por la guerra, quedando únicamente animales en zoológicos. El ciclo del bisonte europeo en libertad había terminado, pero no para siempre.

En la actualidad, en el entorno de la montaña palentina, varios terrenos albergan ejemplares destinados a la procreación y recuperación de la especie. Se trata de la Reserva del Bisonte Europeo de San Cebrián de Mudá.

La reserva, llamada Bison Bonasus, en relación con el nombre de la especie, ha habilitado cientos de hectáreas para la divulgación y conservación de estos grandiosos animales. Para visitar la zona, solo hace falta reservar plaza en una de las distintas opciones de las excursiones y paseos ofertados, en las que se conoce los a los animales que pueblan el parque. 

Todas las opciones parten de un centro de visitantes, donde los paneles y vídeos ilustran la realidad pasada y presente de la especie, así como los trabajos que se realizan dentro de los cercados y las instalaciones para su conservación. Una vez terminado el tour didáctico, la visita se puede realizar a pie, en bicicleta eléctrica o en todoterreno, lo que facilita las posibilidades de cada persona para escoger la que mejor se adapte a sus objetivos. 



Sin duda, es una sensación impactante la de tener a estos poderosos animales a escasos metros del visitante, separados únicamente por una simple alambrada, que los morlacos, que pesan entre 500 y 1000 kilos, tienen a bien respetar. 

El carácter del bisonte europeo es pacífico, con luchas ocasionales entre ellos para defender su espacio, su comida, o su futura procreación. Pero también es un animal muy territorial, por lo que si alguien decide traspasar la cerca, correrá un serio peligro de ataque en una lucha desigual, en la que el Homo sapiens esta vez será el objetivo a abatir. Esto es algo que no debemos olvidar, puesto que a simple vista pueden parecer animales excesivamente tranquilos, y el subconsciente nos puede traicionar haciéndonos bajar la guardia. La frase "parecen vacas" es tan recurrente como errónea, algo que los guías se esfuerzan en recordar. 


Un ejemplar macho curiosea a escasos centímetros de la valla

Las pesadas criaturas se acercan a los viajeros, puesto que saben que una mínima parte de su alimentación se basa en las "propinas" que los cuidadores les proporcionan para que se aproximen y poder conocerlos en profundidad.


Ejemplar muy joven criado en la reserva

La realidad es que la reserva de bisonte europeo funciona en cuanto a cría de nuevos ejemplares se refiere, pero se enfrenta a un problemas gravísimo que padece la especie europea: la consanguinidad. 

Debido al minúsculo numero de ejemplares, el abanico genético es casi nulo. Toda la variabilidad genética se apoya en doce ejemplares que pertenecen a dos líneas de cría que no se pueden mezclar, por lo que la tarea de cruzarlos correctamente sin caer en la endogamia provoca un quebradero de cabeza para los parques. Los genes de parientes cercanos provocan alteraciones como la esterilidad de los nuevos miembros, por lo que es complicado obtener ejemplares sanos y viables.

Para evitar este galimatías genético, los distintos grupos poblacionales que posee la reserva no son uniformes, en ellas cohabitan ejemplares de distintas edades y sexo, y son intercambiados con individuos de otras manadas para facilitar el emparejamiento y evitar problemas territoriales entre los machos dominantes. Para asegurar la viabilidad, es frecuente que las reservas intercambien ejemplares lo más alejados en cuanto a parentesco se refiere. El centro "Paleolítico Vivo", ubicado en la localidad de Salgüero de Juarros (Burgos), colabora con éste y otros centros en la variabilidad genética. Además, se trata de entablar colaboraciones con otros centros de toda Europa en pro de aumentar el abanico de posibilidades. 

Vídeo de la manada de Paleolítico Vivo

El futuro de los bisontes no podría catalogarse como asegurado, puesto que son pocos los intereses que ha despertado en la comunidad internacional. De hecho, algunos paleontólogos y expertos en la materia tachan al Bison Bonasus de "especie exótica", restándole cualquier viabilidad y criticando su introducción en la península ibérica. 

Comúnmente, todos asociamos al bisonte a enclaves importantes como la cueva de Altamira o el Yacimiento de Atapuerca. Las pinturas de las distintas etapas prehistóricas muestran sin duda la presencia de estos cuadrúpedos en la vida cotidiana. El problema no está en debatir si hubo o no hubo bisontes en la prehistoria ibérica, sino en determinar la especie. La ciencia afirma que el bisonte de estepa (Bison Priscus)  era el que reinaba en la zona, por lo que el "bonasus" nunca estuvo aquí. Por desgracia, el Bison Priscus se extinguió completamente en la península hace 12000 años, y en el mundo hace 6000. 

Estos animales, tampoco despiertan pasiones en el mundo ecologista, que alega que las necesidades de esta especie pueden actuar en detrimento de otras. Uno de los argumentos es su elevado peso, que conlleva a una destrucción de madrigueras como la del conejo, presa de otro animal en peligro de extinción: el lince ibérico. También añaden que este gran peso se consigue a través de una excesiva ingesta de plantas y arbustos, y una sobreexplotación de los recursos hídricos. Aunque esta gran voracidad por los vegetales sería un punto positivo a la hora de mantener limpias las masas forestales ayudando por tanto en la prevención de incendios.

Según parece, la controversia está servida, puesto que los bandos ecologistas y el mundo paleontológico tratan de frenar la expansión del bisonte, impidiendo que se le reconozca la categoría de especie protegida. Estas polémicas, desgraciadamente, ocurren con más frecuencia de lo que nos podemos imaginar. 

Pero en San Cebrián de Mudá, no todo son bisontes. En la zona, también están entregados en cuerpo y alma a la recuperación de caballos originarios de la zona: el caballo Losino. Este equino presume de ser la única raza puramente Castellano Leonesa, con su imponente altura y sus colores oscuros. 


Caballos al galope dentro de su recinto

Al igual que los bisontes, estos espectaculares cuadrúpedos también acuden a recibir al visitante, en busca de los pellets de comida que proporciona la reserva. Aunque pertenezcan a un grupo más frecuente, siempre es plato de buen gusto ver a estas especies en plena naturaleza. Además, con más de 100 hectáreas, los bisontes y caballos disfrutan de una vida plena y satisfactoria. 

Los "Losinos" no son los únicos equinos que se trata de proteger y mantener en la reserva, los famosos caballos de Przewalski, que son según la ciencia la única especie no domesticada de equino, han sido también introducidos con el fin de que aumenten en número. Este caballo de nombre casi impronunciable está emparentado con el "Tarpán", otro pariente euroasiático de la especie no domesticado, extinto en el siglo XIX.

Los ejemplares de Przewalski, parece que puedan estar en el buen camino de recuperarse, ya que existen manadas libres que están colonizando bosques del este europeo, incluyendo los alrededores de la central nuclear de Chernobyl, abandonada tras un fatídico accidente en 1986 (lee más aquí sobre el viaje a esa central incluido en este blog)

Como curiosidad, cabe destacar que en el hermanado parque burgalés  Paleolítico Vivo antes mencionado, otra nueva especie está progresando sostenida por el arduo trabajo de la dirección de dicho parque: El Uro (Bos Primigenius), aunque simplemente es una imitación a base de combinar genes de razas similares. A pesar de ser un "puzzle" de cruces, el resultado es asombrosamente similar. 


Paleolítico Vivo y sus híbridos de Uro

Como cierre, simplemente agradecer estas iniciativas por preservar razas tan acorraladas por el fantasma de la extinción a las asociaciones ya mencionadas, y recomendar al viajero que haga una parada en el camino en tan singular enclave. San Cebrián de Mudá, su entorno, su montaña Palentina, y su reserva, bien merecen ser visitados. 

 

Acceso a la web de la reserva Bison Bonasus




 








sábado, 3 de septiembre de 2022

El atajo olvidado: Túnel de la Engaña

En medio de la nada, entre los valles cántabros del Pas y los montes de las Merindades burgalesas, vale la pena detenerse y conocer un poco más sobre una de las obras más faraónicas y olvidadas del territorio español: el Túnel de la Engaña. 


Tras la Guerra Civil Española, con el país todavía devastado y sumido en la pobreza, se da el pistoletazo de la salida a unas obras tan colosales como inútiles en cuanto a resultados se refiere. Ante el problema que presentaban las carreteras serpenteantes, y a menudo expuestas a nevadas, que atravesaban las sierras próximas al Cantábrico, el gobierno del dictador Franco resucita un proyecto que en el pasado no había conseguido llevarse a cabo por los más diversos motivos, y se encomienda a la tarea de crear un corredor ferroviario que uniera el norte peninsular con el eje Mediterráneo, enlazando el puerto de Santander con el de Sagunto en Valencia, pasando por Calatayud en Zaragoza. Esta nueva vía de transporte permitiría un transito más fluido de mercancías y viajeros a lo largo y ancho de la península. Cabe recordar que el nacionalismo exacerbado y el aislamiento, ya habían provocado un cambio de anchura de vía en los trenes españoles, que quedaron auto-aislados del resto de Europa, una medida que trataba de acabar con el libre tránsito de personas, mercancías e ideas "peligrosas" para el caudillo y su élite. 

En 1942, centenares de presos republicanos, comenzaron la ardua tarea de iniciar los trabajos de excavación y las obras auxiliares del futuro túnel por la boca sur, cerca de la localidad burgalesa de Pedrosa de Valdeporres, mientras que otro equipo atacaba la montaña desde el flanco norte, en plenos valles pasiegos, con la esperanza de encontrarse más o menos a mitad del camino. 

A día de hoy, existen muchas confrontaciones a la hora de describir a los trabajadores. Algunas fuentes indican que los convocados allí estaban realmente satisfechos de trabajar en el túnel, pues disponían de servicios que en otros destinos como las prisiones ni soñaban con tener. Por otra parte, existe otro gran grupo de historiadores que opinan que los trabajadores fueron condenados a trabajos forzosos para perforar la montaña. 

Fuera lo que fuere, el trabajo en el túnel podría asemejarse al durísimo trabajo de una mina extractiva, y todos los problemas derivados de ella. De lo que nadie duda, es de la elevadísima mortandad que provocó el polvo inhalado por los perforadores, de los graves accidentes que allí ocurrieron, y de las condiciones extremas que tuvieron que soportar los cientos de trabajadores allí congregados. 



Trabajadores en plena tarea



Todavía quedan vecinos en los valles cercanos que, siendo niños, trabajaron en la construcción del túnel. Todos ellos relatan historias de compañerismo y amistad, pero también señalan que ellos no querían entrar dentro de la cavidad horadada, puesto que veían como sus compañeros, llegados desde todos los puntos de España, caían uno tras otro enfermos por ese polvo desprendido de la roca al ser triturada. Los supervivientes confiaron estas penosas tareas a los "forasteros", mientras ellos nivelaban taludes y construían edificios alrededor de las bocas principales.
Poco a poco, las labores en el interior iban avanzando, mientas que en la retaguardia de cada boca ya se habían construido pequeñas ciudades para albergar a los trabajadores. Las dos aldeas emergidas contaban con barracones, iglesia, y un sinfín de infraestructuras destinadas a las labores cotidianas. 
Tras tres años de ardua labor, el General Franco proclama una amnistía a los presos del túnel, parcial en algunos casos y total en otros, cediendo las tareas a las empresas especializadas que contaban con maquinaria específica para la creación de grandes túneles. 
Tras casi 17 años de trabajos ininterrumpidos, los dos equipos (norte y sur), consiguieron darse la mano en algún punto central del túnel. El recorrido subterráneo quedó compuesto por un túnel principal de 6.976 metros de largo, 7 de altura y 8 metros de anchura. Además de su impresionante largura, que lo convirtió durante muchos años en uno de los túneles más largos de Europa, llama la atención su anchura, puesto que estaba diseñado para alojar en su interior dos vías, para agilizar el paso por el inacabable recorrido. 
Por si fuera poco, en el lado cántabro tuvieron que ser construidos seis túneles más, para salvar desniveles y pequeños montes que hubieran dificultado el trasiego de locomotoras. 


Entorno de la boca sur hoy en día

A pesar del descomunal esfuerzo humano y económico, y por razones que a día de hoy siguen siendo dudosas, el túnel se detuvo antes de entrar en servicio. De hecho, ni siquiera las vías fueron colocadas. La mayor parte de los testimonios de la época hablan de supuestas presiones por parte de los directivos del Puerto de Bilbao, cuyo desarrollo y progreso veían peligrar si el nuevo túnel entraba en funcionamiento. Tras las disputas políticas, el desamparo cayó sobre la zona y nunca jamás se volvió a nombrar la puesta en marcha de la infraestructura, siendo silenciada y olvidada para siempre. 
Pero el túnel no estuvo completamente abandonado. Al margen de la ley, no eran pocos los que lo atravesaban para ahorrarse los eternos kilómetros de carreteras zigzagueantes para llegar a los valles vecinos. No solo eran conductores de la zona, sino que incluso los camiones lo transitaban cuando las nevadas cortaban el puerto burgalés del Escudo, ahorrando un valioso tiempo en sus portes.


Estado actual del Túnel de la Engaña

El tiempo fue pasando, y el nulo mantenimiento, unido a la mala calidad de los materiales empleados, dieron los primeros avisos de ruina en el interior. Tras años de goteras, inundaciones y derrumbes parciales, el túnel acabo colapsando a unos 3 kilómetros de una de sus bocas, sesgando el paso a cualquier vehículo que osara a entrar en su interior.


Iglesia del poblado del lado burgalés


Con la caída en desgracia de los materiales, aluminosis incluida en los ferrosos, se enterraron en el olvido las reivindicaciones de los pocos vecinos de la zona que aún confiaban en que alguna entidad se hiciera cargo de la rehabilitación y puesta en marcha de la colosal infraestructura. 
En la actualidad, una asociación de amantes del Túnel de la Engaña ha permitido adecentar y reconstruir algunas zonas, aunque con poco éxito, tratando de mantener viva la memoria de la historia que rodea a la enorme construcción.
De hecho, el túnel volvió a resurgir de sus cenizas gracias al mundo paranormal, dado los no pocos casos en el que según sus protagonistas narraban la sucesión de altercados con el más allá registrados en sus grabadoras, así como experiencias difíciles de describir en las entrañas de la tierra. 


Boca sur parcialmente inundada

A pesar de su abandono, son centenares las personas que visitan la zona, sobre todo en los meses de verano, para conocer sobre el terreno un lugar tan enigmático como desconocido. 
En el lado de Vega de Pas, un sendero transcurre por el trazado de la vía, permitiendo la entrada en la boca norte hasta la zona del derrumbe de 1999, donde solo los más osados son capaces de atravesar el obstáculo. Por su parte, la entrada sur fue tapiada, impidiendo el paso, y es necesario recurrir a túneles de servicio que aguardan escondidos entre la vegetación reinante a los escasos viajeros que acuden a esta boca, siendo la menos transitada. 

Estado de la boca sur

Esta gran obra, a la par que inútil, nos debería posicionar en una postura enérgica contra el despilfarro de los bienes comunes de ayer y hoy, pues se demuestra que poco ha cambiado la sociedad cuando se trata de temas como la lapidación de dinero público. 

jueves, 9 de septiembre de 2021

Santa Marina Dozo (Pontevedra) La iglesia de la calavera

Nos trasladamos a tierras gallegas, las regiones donde el misticismo y la superstición se entremezclan con la vida rutinaria. Tierra de leyendas como la Santa Compaña, una hilera de almas penitentes que buscan su siguiente víctima vagando por los caminos, donde la persona que visiona la escena busca el refugio de los "cruceiros" para protegerse. Pero no es el único fenómeno que sigue patente hoy día, las "meigas", o brujas en castellano, son temidas y veneradas a partes iguales en las pequeñas aldeas que se resisten a perder sus misteriosas raíces. Y es que, Galicia sigue siendo terreno inexplorado para las mentes racionales. 

En Cambados, localidad pontevedresa donde el granito es abundante y marca la morfología del terreno, se encuentran las ruinas de lo que un día fue una iglesia en honor a la patrona de Cambados, Santa Mariña. 



No se sabe con certeza el inicio de la edificación, a caballo entre el siglo XV y siglo XVI, pero lo que sí se sabe es que Lope Sánchez de Ulloa inició las obras, seguido de su hija María de Ulloa, que la restauró y amplió considerablemente. Atribuir la construcción a la familia Ulloa es un poco pretencioso, puesto que una capilla románica ya se hallaba en el complejo desde siglos atrás. Como suele pasar, las construcciones antiguas van sucumbiendo bajo las piedras de los nuevos edificios con el paso de los años. 

Uno de los aspectos más destacados de Santa Mariña es su cementerio y la relación que esta iglesia parece tener con la muerte. Esta relación ha hecho que la zona viva un pequeño boom turístico auspiciado por el "tanatoturismo". A pesar de la contundencia de su nombre, esta rama del turismo convencional no es para nada "oscura", simplemente es el reconocimiento y admiración del arte funerario y sus enclaves más sonados. De hecho, Santa Mariña tiene el meritorio logro de ser "el cementerio más melancólico del mundo". La verdad es que pasear entre las tumbas, situadas a escasos metros del esqueleto de la iglesia es una experiencia grata y a su vez extraña. 


cementerio anexo a la iglesia


No quisiera desaprovechar esta ocasión que el contexto me brinda para explicar esta nueva variante de turismo en la que los creadores de este blog están profundamente interesados. Primero hemos de entender que el tanatoturismo se engloba dentro de un fenómeno mucho más grande: el "dark tourism" o el turismo oscuro. 
Desde que existe el turismo tal y como lo conocemos, los destinos más importantes se podrían catalogar en tres tipos: cultural, de descanso, y de aventura. Pues bien, dentro del turismo cultural está creciendo con fuerza el turismo oscuro, puesto que se trata de viajar a puntos que han marcado la historia a través de la tragedia, el accidente o el terror. Estaríamos hablando pues de la cara "b" del turismo histórico tradicional. A nivel mundial, tragedias como Auschwitz, Chernobyl o las torres gemelas han atraído la atención de muchos curiosos deseosos de conocer la historia en el lugar exacto donde se produjeron los hechos. Las compañías de viajes y promotoras locales, están empezando a aprovecharse del tirón y ya ofrecen en sus carteleras tours del misterio, creando un negocio que empieza a sorprender incluso a los responsables de estas campañas. A nivel sociológico, las grandes productoras de televisión no se han quedado atrás y están empezando a crear series y películas tratando de asomar al gran público a las grandes tragedias del mundo con éxitos más que demostrables. 
En España, como en casi todos los países, también tenemos nuestros puntos para el "Dark tourist", como el crimen de Alcasser o la matanza de Puerto Hurraco, que a pesar de los años transcurridos, siguen en boca del público general.


Y ahora, volvamos a Santa Mariña...
Cuenta la leyenda, que el tejado de la iglesia cayó estrepitosamente tras ser pronunciado un sermón en misa calificado de reprochable. Aunque se desconoce el contenido del discurso, se asegura que la ira de Dios castigó con dureza al edificio haciéndolo temblar y derribando su entramado superior. 
Aunque sin duda estamos hablando de una leyenda, el lugar tiene un impacto tremendo en quien lo visita, no ya por sus tumbas, sino por sus enigmáticas figuras y relieves relacionados con la muerte que alberga en sus maltrechas paredes. 


La calavera es un símbolo omnipresente en muchos puntos del complejo

Tras dos siglos de abandono (excepto la zona destinada a los enterramientos) Santa Mariña aun conserva paredes y elementos utilizados por los franciscanos, que habitaron la iglesia hasta el siglo XIX.


Detalle

En los capiteles y relieves de la iglesia, podemos todavía observar imágenes representativas de pasajes de la Biblia, tales como la expulsión del paraíso, Cristo y los apóstoles, o la visitación, resaltando en una de sus arcadas románicas, una escenificación de los siete pecados capitales. 
Sin duda, Santa Mariña es un monumento a visitar y a preservar, para que siga ejerciendo esa misteriosa atracción que crea en quien visita esta iglesia cambadesa. 

Santa Mariña (vista lateral)




lunes, 6 de septiembre de 2021

Cerro de Agras (Valencia). El volcán durmiente

Ante la pregunta de si existen volcanes en España, probablemente nuestro cerebro dibuje la silueta del colosal Teide, ubicado en la isla de Tenerife, que con 3715 metros se sitúa como el pico más alto de nuestra geografía. A su vez, los parajes volcánicos de las islas cercanas como Lanzarote o Gran Canaria son uno de los destinos imprescindibles si de fenómenos vulcanológicos se trata. Aún resuenan los ecos de aquella erupción volcánica subterránea desarrollada en la pequeña isla del Hierro en 2011 que hizo saltar todas las alarmas ante un inminente riesgo que acabó en un susto (por el momento). 

Lo que el ciudadano de a pie desconoce, es que en el interior de España, la existencia de volcanes no es frecuente, pero tampoco del todo extraña. La zona volcánica de la Garrotxa, cercana a la localidad catalana de Olot es un claro ejemplo.

Hoy, nuestro silencioso protagonista es el cerro de Agras, ubicado en pleno corazón de la Comunidad Valenciana. El también conocido como "El volcán de Cofrentes", nombre de la localidad cercana ubicada en sus faldas, se levanta sigiloso, camuflado por la vegetación. Este singular cerro, de 527 metros, guarda en su interior un fascinante recuerdo combinando geología y vulcanismo a partes iguales. 


Cráter del Cerro de Agras

Hoy en día, el volcán de Cofrentes se nos muestra desfigurado, puesto que en la década de los 80, una explotación minera, dedicada a la recolección de lavas y otros minerales, arrasó con la formación original del cráter y sus faldas. Aun así, todavía quedan tímidas paredes supervivientes a la actividad humana, permitiéndonos reconstruir con un poco de imaginación el volcán completo. 

A pesar de su estado actual, el volcán de Cofrentes es "moderno" según los expertos, puesto que se creó y tuvo actividad en los últimos dos millones de años. Está incluido en la categoría "Estratovolcán", que tiene entre sus características principales ser un volcán cónico, de riscos empinados y erupciones periódicas y explosivas. De hecho, en pleno cráter, aún existe una gran roca, que en su tiempo fue una de las expulsadas violentamente del incandescente interior de la tierra.



En las paredes superiores, aun se aprecian los restos de materiales magmáticos y su gran diversidad de minerales y otros productos subyacentes. De hecho, a pesar de tener la categoría de (durmiente), la actividad en su interior es frenética. A 15 kilómetros de profundidad, las materias incandescentes siguen reaccionando, creando corrientes ascendentes de gas, que hoy en día son aprovechadas como aguas termales en los balnearios cercanos como medida terapéutica o simplemente con fines lúdicos. Los hervideros, que es como se conoce a este tipo de fenómeno, son muy frecuentes en la zona, desembocando a escasos cientos de metros del cráter principal. 


Detalle de la lava que rodea la zona


Además de los balnearios, los alrededores del Cerro de Agras están plagados de senderos y rutas para hacer a pie, y cuenta con caminos que permiten acceder hasta la zona alta donde encontramos varios letreros explicativos. Tanto en el ascenso como en el descenso, podremos apreciar las coladas de lava resultantes de la última erupción, aunque la propia naturaleza va cubriendo esos recuerdos en forma de vegetación, dando al bosque un aspecto amigable. 


Las faldas aún presentan un tono negruzco que emerge de la piedra

Normalmente, las coladas de lava y otros elementos expulsados por los volcanes se convierten en auténticos vergeles, puesto que los compuestos incandescentes, con el paso del tiempo, crean suelos extremadamente fértiles. 
En tiempos no tan remotos, el imperio romano aprovechó estos terrenos en las faldas de un monte que en aquel momento no hizo sospechar ni alertar de su peligro mortal: El Vesubio. Este pacífico monte, erupcionó en el año 79 desencadenando la masacre de los ciudadanos de Pompeya, Herculano y otras pequeñas ciudades que sucumbieron a la erupción. Si quieres saber más sobre esta catástrofe pulsa aquí.   
Probablemente, el volcán de Cofrentes siga así, dormido, emitiendo pequeñas fuentes de calor y gases aparentemente inocuos para la vida, pero... ¿Y si no fuera así?. 
Si un día el cerro decidiera abrir la boca, sería a ciencia cierta de manera explosiva. A pesar de este matiz, no tendría porque repetirse una tragedia como la ya citada de Pompeya, pero cuando la naturaleza entra en acción es impredecible, y sobre todo, imparable. Si el Volcán de Cofrentes explotara y su erupción se orientara al norte, el pequeño pueblo podría estar en apuros. Pero esto no es todo, si algún piroclasto superara el río y la localidad, tendría a la vista un objetivo más suculento: una central nuclear. 
Aunque suene a burla típica de serie de entretenimiento, el emplazamiento elegido para la central se ubica a escasos 3 kilómetros del cráter del volcán. En una ciencia en crecimiento, por no decir en pañales como es la vulcanología, en la que la gran cantidad de factores a tener en cuenta hacen imposible predecir una erupción, no parece muy sensato ubicar allí un edificio capaz de arrasar con buena parte del territorio. 
En la historia reciente de la humanidad, las fuerzas naturales destruyeron buena parte de los reactores de Fukushima en Japón en 2011, y los múltiples errores humanos y de egos estuvieron a punto de acabar con el continente europeo en 1986 en la ciudad soviética de Chernobyl (tragedia incluida en este blog)


Central Nuclear de Cofrentes desde el cráter

Esperemos que el Cerro de Agras siga siendo un atractivo destino turístico, geológico y vulcanológico, y no llegue a acontecer ningún suceso del que la especie humana deba arrepentirse (de nuevo). 


La central, a tiro de piedra del volcán.



jueves, 2 de septiembre de 2021

Cívica (Guadalajara) El misterio anclado en la roca

Adentrándonos en el noreste de la provincia de Guadalajara, donde las carreteras se adornan en verano con los coloridos campos de girasoles y lavanda, podremos disfrutar de parajes muy valiosos del entorno conocido como la Alcarria, tierras narradas en los libros de grandes escritores. Abundantes yacimientos, que cuentan historias de dinosaurios y primeros pobladores, castillos y leyendas que huelen a otros tiempos pasados. 

Tras serpentear por las carreteras secundarias acomodadas al relieve de las lomas y montañas, en un entorno donde los acuíferos y manantiales son abundantes, nos encontramos con un enclave más que singular. Al borde de la carretera CM-2011, entre Valderebollo y Villaviciosa de Tajuña, como salidas de la nada, hallaremos las ruinas de Cívica.



Este misterioso lugar definido como aldea, y solapado a las paredes del valle creado por el río Tajuña, es difícil de describir a ciencia cierta, pues poco se sabe del uso primigenio de esta singular construcción. Las teorías apuntan a que se reutilizaron ciertas cuevas existentes en la montaña, probablemente antiguos eremitorios aprovechando las oquedades existentes, aunque nadie ha podido corroborar este hecho. Hay que remontarse a 1441 para encontrar la primera datación escrita, en la que se narra la venta del lugar a los monjes Jerónimos de Villaviciosa a su legítimo dueño, Antón Díaz, que residía en una localidad cercana. Al parecer, en ese momento en Cívica solo había una casa y una pequeña granja adosada a ella. Tras esta fecha, la aldea entra en una penumbra histórica de la que apenas se sabe nada. Algunas fuentes señalan que en las hoy ruinas de la aldea se asentaba una fábrica de papel, de la que no quedó rastro ninguno, como si nadie quisiera tomar el testigo histórico de la construcción.

Lo que parece cierto, es que hace escasamente 80 años se inicia la construcción que daría forma a la actual apariencia que guarda hoy en día, unas obras que fueron auspiciadas por el sacerdote de Valderebollo. Se desconocen las motivaciones que llevaron a este personaje a realizar semejante obra, aunque también se sabe que miembros del clero fueron añadiendo barandillas y otras pequeñas mejoras en años no tan lejanos a la actualidad. A pesar de estos esfuerzos, la compleja construcción fue quedando en el olvido, deteriorándose. Usada como vivienda temporal de diversas personas, incluso como bar, nadie parece interesado en mantener el edificio en buen estado. El abandono de sus propietarios, se refleja en los rumores que hablan de que la zona se encuentra en venta, incluso datan en 36000 euros la cantidad a pagar por parte de quien se quiera hacer cargo de esta maravilla-ruina de la Alcarria.



Pero no todo es abandono en Cívica. En la parte superior de la pared kárstica, un diseminado de casas residenciales está casi acoplado a ella. A día de hoy, sus moradores no parecen estar muy a gusto con las visitas de los forasteros, y quien quiera que acceda a la parte superior es increpado y dirigido por firmes dedos índices a recular de nuevo hasta la carretera y tener solo una vista frontal. Probablemente, los habitantes de estas tranquilas tierras estén hartos de merodeadores y excursionistas, interesados en acceder al complejo por todos los puntos posibles. 


Vista lateral, desde la subida hacia las casas habitadas

En la imagen, podemos observar como la construcción de Cívica plasma la arquitectura moderna asentándose en la antigua pared kárstica, muy habitual en este entorno de la Alcarria. Esta roca, muy fácilmente erosionable, permite el paso del abundante agua subterránea, creando cascadas naturales a escasos metros del complejo. 

La protección que brinda la roca, sumado a la abundancia de agua, hacen de este paraje un terreno fértil para los cultivos. 


Cascada natural

Aunque carezca de excesiva historia, esta "pequeña Capadocia" de Guadalajara es digna de visitar, pero hemos de advertir que a día de hoy se encuentra en estado de ruina y abandono, hasta tal punto que la peligrosidad es alta si uno se aventura a recorrer sus estrechos pasadizos interiores. Varios carteles y cadenas nos recuerdan el ya consabido "prohibido el paso", muy recurrente en lugares abandonados.


Vista interior de la construcción


Tal vez, en un futuro, alguna entidad pública o privada vean el filón de este curioso lugar y decida dar el paso de rehabilitarlo por completo y darle un uso para que no siga cayendo piedra a piedra.


  


lunes, 12 de julio de 2021

Del sueño a la pesadilla: Los campings de la tragedia

 

A veces, los lugares más bellos esconden tragedias que el tiempo se ha encargado de difuminar y borrar paulatinamente, aunque en ocasiones, perduran en la memoria inalterables para los afectados. 

Los Alfaques (Tarragona)

El municipio de Alcanar, anclado en un paraíso costero, envuelto en el olor a salitre y rodeado de la exuberante flora y fauna del Delta del Ebro, esconde una de las mayores tragedias ocurridas en un camping de toda Europa. Un accidente, borró de la faz de la tierra la casi totalidad del recinto, con todos aquellos que disfrutaban de sus vacaciones en su interior. 

El 11 de julio de 1978, pasado el mediodía, un camión de la empresa Enpetrol, comienza su ruta desde Tarragona transportando su cisterna cargada con 25000 litros de Propileno, un gas licuado altamente inflamable. El viaje transcurre con normalidad, hasta que una serie de factores desencadenan el accidente. El conductor, cambia su itinerario debido a que no llevaba dinero encima para pagar el peaje de la autopista, lo que le lleva a recorrer la costa por la carretera nacional N-340 hasta su destino, Alicante. El transporte pasa por la turística y abarrotada ciudad de Sant Carles de la Rápita, en la que en ese momento veranean unas 20000 personas, todas apostadas a ambos lados de la carretera nacional.  

En torno a las 14:30, el transporte ha sobrepasado Sant Carles y se aproxima al camping Los Alfaques, situado entre el mar y la carretera. Una serie de factores humanos y ambientales se alinean para crear una auténtica masacre. El sobrellenado de la cisterna, tasado en unos 6000 litros de más, y el calor propio de julio, hacen que el Propileno comience a dilatarse en el interior del transporte, creando sobrepresiones inaguantables para las paredes del depósito. En un momento dado, los materiales ceden y la cisterna estalla en varias partes, elevándola como si de una pluma se tratara. En su inesperado viaje aéreo, la cisterna derrama todo el material inflamable a ambos lados de la carretera, pero sobre todo hacia el lado Este, donde se encuentran los campistas. Una gran bola de fuego arrasa la zona en un amplio perímetro, convirtiendo el camping en un infierno. 


Mapa ilustrativo de la explosión

El fuego, convertido en una ráfaga que todo lo arrasa, calcina todo lo que encuentra a su paso, incluyendo las numerosas bombonas de gas de la que disponen los campistas en sus parcelas, provocando una reacción en cadena que parece no tener fin. 

La nube abrasiva llega a entrar en contacto con el mar, donde vaporiza el agua imposibilitando la huida de los escasos campistas que trataron de saltar al agua como última alternativa. La investigación posterior de lo sucedido cifraría en 2000ºC la temperatura alcanzada. Para hacernos una idea, el hierro tiene una temperatura de fusión de 1538ºC. 

Inevitablemente, la llamarada destruye estructuras y a sus moradores, matándolos en el acto o dejándolos gravemente heridos. 





En pocos segundos, el caos se apodera de la zona, vecinos del lugar y supervivientes, comienzan a buscar restos de vida en el camping, aunque en la mayoría de casos sus esfuerzos fueron en vano, pues poco se podía hacer ya por los damnificados. 
Decenas de coches particulares comenzaron a trasladar a los heridos de distinta consideración a los hospitales, puesto que los servicios de emergencia tardaron unos 45 minutos en llegar a la zona del accidente. Por otra parte, los cadáveres que se encontraban diseminados por una amplia extensión, eran introducidos en bolsas para su posterior identificación.
De las 800 personas que estaban inscritas y alojadas en el camping, se calcula que la explosión afecto a más de la mitad, unas 500. El saldo resultante de víctimas ascendió a 217 muertos, y unos 300 heridos. Milagrosamente, el azar o el destino logró que algunos de los campistas afectados consiguieran salvarse por centímetros o segundos de morir alcanzados por la deflagración. 



Como muestran las imágenes, debió de resultar casi imposible salvarse de una muerte más que previsible.
Pero no solo el camping se vio afectado, algunas casas y una discoteca cercana quedaron completamente destruidas, en el otro lado de la carretera, dejando un panorama devastador. 
Para mayor desolación de los supervivientes y familiares de las víctimas, llegó el momento de identificar a las víctimas. 
El cementerio de Tortosa, fue el escenario macabro de las ruedas de identificación. Más de 100 ataúdes se dispusieron en línea con los restos carbonizados de los habitantes eventuales del camping, bañados en un producto químico para evitar su descomposición. En algunos casos, el estado de los cuerpos imposibilitó el reconocimiento de los familiares, y posteriormente algunos fueron enterrados en una fosa común. 
Para comprender la épica labor de reconocer los cadáveres, tenemos que pensar que los procedimientos forenses no eran tan avanzados como en la actualidad, además del elevado número de fallecidos. Algunos de los especialistas que trabajaron en el lugar cuentan que hicieron la autopsia a una sandía pensando que era una cabeza humana, puesto que era incluso difícil reconocer algunas partes de los cuerpos.

Vista del antiguo cementerio de Tortosa

En la actualidad, todo ha cambiado. El camping (que nunca llegó a cerrar completamente) permanece abierto a día de hoy. Es más, muchos de los que allí se hayan alojados no conocen la historia de un accidente del que apenas quedan huellas visibles. 

Vista frontal del camping en la actualidad

La fachada, apenas ha tenido cambios en estas décadas, y mantiene una morfología similar a la del camping original. De hecho, la carretera nacional sigue pasando justo por delante de su entrada principal. Cabe resaltar, que este cúmulo de negligencias que llevaron al desastre, forzaron a las autoridades a crear un marco legal estricto en cuanto al transporte de mercancías peligrosas por carretera. A día de hoy, sería casi imposible pasar por un núcleo urbano con un camión sobrecargado como antaño. 





Una vez en el interior, la tranquilidad y la normalidad que se respira, no hace intuir al visitante los hechos anteriormente narrados. El camping ha sido remodelado en varias fases ofreciendo un aspecto apetecible para los campistas, que vuelven a llenar sus parcelas. 


Memorial por las víctimas

En la parte sur del camping, un humilde memorial adosado a uno de los edificios es el único recuerdo de lo que allí aconteció.  
Aunque la gente de la zona ha preferido digerir la tragedia y pasar página, el camping cuenta con numerosas visitas "extra" de personas interesadas en la conexión de lo allí sucedido y el terreno de lo puramente paranormal. Algunos reconocidos programas de televisión y radio se han hecho eco de las multitudes de visiones recogidas de boca de muchos testigos presenciales. Quizá, la más conocida es una aterradora aparición que se proyecta en la carretera colindante. Siempre de noche, en el silencio de la oscuridad, un grupo de personas, incluidos niños y niñas de corta edad, pertrechados con artículos de playa, recorren las inmediaciones del camping ante los asombrados conductores que los han observado.
Los atónitos testigos, afirman que las presencias no poseen cara, sino un rostro desfigurado y oscuro como el carbón. 
En la playa que baña todo el camping, donde el agua se convirtió en vapor azuzada por las llamas, también se han avistados ruidos de pisadas y siluetas humanas deambulando por la playa.  Evidentemente, si hacemos caso a las teorías poco convencionales que afirman que en los lugares de grandes tragedias algo queda anclado, este enclave tiene que ser un punto seguro de avistamientos  paranormales. 





Camping "Las nieves" (Huesca)

Construido junto al emblemático pueblo de Biescas, en pleno pirineo, se encontraba uno de los campings más conocidos (por desgracia) de los años 90. 
El conjunto turístico estaba protegido al oeste por las faldas empinadas de la montaña, con abundantes bosques de coníferas y robledales, y mecido al este por el río Gállego, que atraviesa el fondo del valle y que tiene su nacimiento en el alto pirineo. Conectando los dos espacios, el barranco de Arás era un conjunto de represas y escalones, construidos durante el franquismo para defender a la población cercana de posibles inundaciones. Los propios muretes del barranco, delimitaban el camping en su fachada norte, desde donde se podía apreciar los tejados de pizarra de Biescas situado apenas un kilómetro aguas arriba del Gállego.


Foto del camping en pleno funcionamiento (fuente: blogcamping.com)

El camping era un recinto bien cuidado y con una ubicación excelente, convirtiéndolo en un espacio ideal para pernoctar cerca de las grandes cordilleras del Pirineo.
Tras el edificio principal, se encontraban hileras en de parcelas en forma ascendente, acoplándose a la inclinación de la montaña. Un entorno idílico en el que cientos de personas disfrutaban de sus vacaciones que pronto se convirtió en un infierno. 


Barranco de Arás


El 7 de agosto de 1996, la furia de la naturaleza estalló en forma de tormenta. A media tarde, y como era habitual en los días de verano, las corrientes de las montañas se alteraban generando células tormentosas. Los rayos, predecesores de la que se avecinaba, dejaron cortes de luz intermitentes en la zona, y la señal de televisión desapareció inmediatamente (algo muy habitual en la zona en aquella época). El sol se cubrió rápidamente y centenares de litros de agua se precipitaron de manera violenta sobre Biescas y sus alrededores. 

Para algunos, la tormenta fue un espectáculo más del pirineo, pero para los moradores del camping, los problemas asociados al fenómeno atmosférico empeoraban sin cesar. 

Muchos de los campistas eran habituales de la zona, y ya conocían el clima cambiante del Pirineo, pero aun así, la situación comenzó a sobrepasarles. El agua comenzó a recorrer los valles superiores que alimentaban el Arás. A escasos centenares de metros del camping, la fuerza del agua comenzaba a mover las primeras piedras en los tres pueblos que dan nombre a sus respectivas cuencas (Aso, Yosa y Betés). Conforme la tormenta iba recrudeciéndose, los materiales arrastrados crecieron en velocidad y tamaño. El aluvión de piedras y troncos de árboles se desplazaba rápidamente hacia su estrecha salida, justo encima del camping Las Nieves. 

El agua, ya imparable, dio sus primeros avisos en el camping desbordando el barranco y muchos de los usuarios de las estructuras más débiles comenzaron a refugiarse en los edificios del camping, incluso muchos de ellos se trasladaron a Biescas en busca de refugio y para tratar de olvidar la tensión creciente que se vivía en el camping.

Algunos de los testigos que aguantaron en sus parcelas, narran que una gran ola arrasó todo lo que se interponía en su camino. El agua, que ya sonaba como una catarata, empujó hacía el río Gállego caravanas, coches, tiendas y, por supuesto, personas. El camping sucumbió ante el caos de la riada. 

A los pocos minutos, las voces de alerta comenzaron a llegar a Biescas, y decenas de particulares se desplazaron en sus coches a los alrededores del camping, donde las primeras escenas desgarradoras comenzaban a dibujarse. Para desgracia de los que luchaban por encontrar a sus familiares, la noche cayó fulminante sobre lo poco que quedaba en pie. La lluvia, incesante, convirtió en un infierno la zona asolada por la riada. 


Voluntarios y profesionales colaboraban en el rescate

Mientras varios de los campistas eran rescatados y asentados en el pabellón y la residencia del pueblo, muchos particulares no dudaron en acoger a aquellos que deambulaban por las calles del hasta entonces tranquilo pueblo todavía desorientados. El trasiego de sirenas fue incesante toda la noche trasladando heridos a los hospitales de Huesca, Jaca y cualquier lugar donde existiera la más mínima atención médica.

Pese a la confusión y las noticias cruzadas, el amanecer demostró la magnitud de la tragedia.


Fuente: Antena3

Los trabajos de auxilio se extendieron en el tiempo, puesto que muchas personas habían quedado atrapadas. Además, muchos campistas se encontraban a lo largo del río Gállego aferrados a la vegetación de las orillas, luchando por no sucumbir a la potente corriente que éste había adquirido.

El aluvión arrastró a sus anchas todos los elementos móviles del camping hasta la localidad cercana de Sabiñánigo,  donde quedaron varados en una presa. El funesto recorrido de los enseres y cadáveres recorrió unos 12 kilómetros a través del desbocado río. 


Restos de caravanas orientados hacia el río

Mientras, en la zona del camping, supervivientes y curiosos observaban como la fuerza del agua había "trasladado" el camping al otro lado de la carretera, provocando incluso el corrimiento del asfalto, atrapando a personas bajo el deslizamiento. 



Miembros de rescate recuperando los cuerpos bajo el asfalto

La tragedia se vio amplificada por los materiales de arrastre, que rompieron las finas paredes de los vehículos campistas, negando cualquier posibilidad de supervivencia. Cuando las piedras no hacían añicos las estructuras, eran los troncos los que penetraban en las caravanas, y el fango las saturaba en segundos. 




Las listas de desaparecidos aumentaban y disminuían, puesto que las autoridades se vieron desbordadas ante el ingente número de heridos y fallecidos. En Jaca, una de las localidades más importantes de la zona, la pista deportiva de hielo fue la morgue improvisada elegida para el reconocimiento de los cadáveres. 

El balance total de la tragedia se saldo con 86 muertos en un principio, ya que un cadáver tardó más de un año en aparecer, aprisionado bajo unas enormes rocas, llegando al resultado final de 87 personas muertas. Por otra parte, los heridos llegaron casi a los 200. Según cálculos estimativos, el camping albergaba unas 500 personas en el momento de la catástrofe. 

 En los días posteriores, se consiguió identificar a la totalidad de las víctimas, y las familias regresaron a sus lugares de origen. 


Vista general del edificio principal y sus alrededores

Tras meses de investigación, apenas se dilucidaron responsabilidades, pero se llegó a la conclusión que el camping nunca debería de haberse edificado en una cuenca fluvial tan peligrosa. De hecho, el barranco de Arás ya había dado avisos previos de su peligrosidad en 1913 y 1929. A pesar de que muchos informes técnicos recomendaban no urbanizar en la zona, el auge del turismo y la edificación voraz pudo más que la sensatez de una tragedia que se podía haber evitado. 

Meses después de la catástrofe, se reforzaron las presas y los muros de contención a lo largo de todo el cauce, incluso se construyó otro brazo de desagüe que bordea el camping en su zona sur, para prevenir de las inciertas pero seguras riadas en el futuro. 

A día de hoy, aun son visibles estructuras reconocibles del camping. La recepción, los baños, la delimitación de las parcelas y un sencillo homenaje presiden la zona en un estado de abandono total. 


Memorial 











lunes, 7 de octubre de 2019

Castillo de Loarre (Huesca). La fortaleza inexpugnable.

Ubicada en las sierras circundantes del Pirineo Aragonés, encontramos, casi mimetizada con el paisaje, una de las construcciones románicas mejor conservadas de Europa. Este magnífico castillo, de uso civil y militar, oculta su potencial en un entorno de enormes piedras calizas y pinares, que dificultan su localización desde la lejanía.

Castillo de Loarre. Fuente: Fabián Simón 
Edificado en el el siglo XI por orden del rey Sancho III, la fortaleza parece mantenerse casi inalterada. Aunque la mayor parte de sus estructuras están datadas en esta fecha, la muralla anexa, es una incorporación posterior (siglo XII), abarcando una superficie de unos 10000 metros cuadrados. Probablemente, estemos ante uno de los edificios mejor conservados del románico, no solo de España, sino de toda Europa.
El castillo, ha servido para diferentes menesteres a lo largo de distintas épocas. Aunque su carácter fue normalmente bélico, sus muros también albergaron un monasterio de canónicas de San Agustín, hasta que el castillo de Montearagón, ubicado en la cercana Huesca, adquirió ese rol y el castillo cayó casi en desuso. 
Realmente, Loarre jugó un papel fundamental en tiempos de la reconquista cristiana, pero una vez finalizada la contienda la fortaleza perdió gradualmente su razón de ser. 
Esta circunstancia, fue aprovechada por los vecinos del pueblo de Loarre, que da nombre al castillo, puesto que aprovecharon sus murallas en la construcción de casas y otros edificios. 
Desde sus torres y murallas, todavía hoy en día se puede comprender su valor estratégico, ya que desde su ubicación y altura, se puede divisar una extensa área de terreno, conocida como la Hoya de Huesca. En días despejados, incluso se puede divisar el Moncayo, un gigantesco pico situado a 100 km de distancia en dirección sur. 

Vista desde el interior del castillo
Como cabría esperar, el castillo contaba y cuenta, con todos los edificios e infraestructuras propias de la época. Patios de armas, la torre del homenaje, iglesia, calabozos, criptas, un tremendo laberinto fortificado que podemos visitar previo pago de una entrada. A día de hoy, el Castillo de Loarre cuenta con un centro de interpretación y otros servicios destinados al turismo. 
Como no podía ser de otra manera, la fortificación es una de las atracciones históricas más visitadas de la provincia oscense. 
La magia de este castillo es poderosa, numerosas leyendas, mitos o realidades envuelven sus muros. El paso por sus muros del Santo Grial, se encuentra entre ellas. Supuestamente, los templarios rondaron la zona, y en uno de sus numerosos viajes, depositaron bajo custodia el grial, aprovechándose de la protección que brindaba el castillo, aunque no está documentado. Si hacemos caso a la leyenda, el supuesto cáliz fue cambiado en varias ocasiones de emplazamiento, recalando finalmente en Valencia. 

Postal antigua
Como vemos en la imagen, el castillo se aposenta sobre un promontorio, rodeado de vegetación agreste, laderas empinadas y campos de cultivo. Aunque hoy en día, los pinares rodean gran parte del edificio, probablemente, durante su construcción, el entorno fuera más árido e inhóspito.
Aunque queda de manifiesto que el lugar elegido para la edificación es un acierto en cuanto a vigilancia y defensa se refiere, también resalta la inmensa labor que tuvieron que realizar sus constructores dadas las condiciones del terreno. Es inevitable pensar la dureza de la vida en la zona, puesto que a lo escarpada y arisca zona, hay que sumar factores meteorológicos como el viento, el frío y las implacables tormentas que azotan el promontorio. 
Quizá, estos factores tan desfavorables, hicieron mantener al castillo su inviolabilidad, protegiéndolo de posibles agresiones de los distintos ejércitos que controlaban las zonas más llanas. De hecho, solo en 1413 el castillo sufrió un feroz asedio, que finalmente fracasó. 
La fortaleza, que antaño había sido bastión real, poco a poco fue degradando su rango, hasta quedar casi entregada al olvido. 

Vista exterior
En el siglo XIX, Loarre volvió a despertar un gran interés, tanto histórico como turístico, y poco a poco, sus envejecidas paredes volvieron a recobrar el brillo y la zona dejó de ser un páramo abandonado. 
A día de hoy, numerosas ferias y representaciones medievales transcurren entre sus muros y en las explanadas cercanas. Caballeros, curas, campesinos y reyes, recrean el día a día en jornadas cargadas de eventos con tintes del medievo.  

Representación medieval de una batalla
Las simulaciones inundan de visitantes y curiosos el pueblo y el castillo,convirtiéndose en un gran espectáculo. 
También, cabe destacar, que la mayor batalla de Loarre no se produjo en la vida real, sino en la gran pantalla. En el año 2004, una gran producción de cine revolucionó el panorama aragonés. Con el director Ridley Scott a la cabeza, seguido de afamados actores, la zona fue tomada por un ejército de trabajadores y otros personajes, que transformaron el paisaje y recrearon los escenarios con todo lujo de detalles. 
Junto al castillo, se edificó de la nada una aldea medieval, y durante meses, se rodaron escenas que más tarde aparecerían en la película "El Reino de los Cielos".
La fortaleza de Loarre en el "Reino de los Cielos"
Evidentemente, la noticia corrió como la pólvora, y miles de visitantes acudieron al castillo durante meses, un influjo que a día de hoy aún perdura, convirtiendo la zona en un magnífico enclave arquitectónico y cultural al alcance de todos.