jueves, 9 de septiembre de 2021

Santa Marina Dozo (Pontevedra) La iglesia de la calavera

Nos trasladamos a tierras gallegas, las regiones donde el misticismo y la superstición se entremezclan con la vida rutinaria. Tierra de leyendas como la Santa Compaña, una hilera de almas penitentes que buscan su siguiente víctima vagando por los caminos, donde la persona que visiona la escena busca el refugio de los "cruceiros" para protegerse. Pero no es el único fenómeno que sigue patente hoy día, las "meigas", o brujas en castellano, son temidas y veneradas a partes iguales en las pequeñas aldeas que se resisten a perder sus misteriosas raíces. Y es que, Galicia sigue siendo terreno inexplorado para las mentes racionales. 

En Cambados, localidad pontevedresa donde el granito es abundante y marca la morfología del terreno, se encuentran las ruinas de lo que un día fue una iglesia en honor a la patrona de Cambados, Santa Mariña. 



No se sabe con certeza el inicio de la edificación, a caballo entre el siglo XV y siglo XVI, pero lo que sí se sabe es que Lope Sánchez de Ulloa inició las obras, seguido de su hija María de Ulloa, que la restauró y amplió considerablemente. Atribuir la construcción a la familia Ulloa es un poco pretencioso, puesto que una capilla románica ya se hallaba en el complejo desde siglos atrás. Como suele pasar, las construcciones antiguas van sucumbiendo bajo las piedras de los nuevos edificios con el paso de los años. 

Uno de los aspectos más destacados de Santa Mariña es su cementerio y la relación que esta iglesia parece tener con la muerte. Esta relación ha hecho que la zona viva un pequeño boom turístico auspiciado por el "tanatoturismo". A pesar de la contundencia de su nombre, esta rama del turismo convencional no es para nada "oscura", simplemente es el reconocimiento y admiración del arte funerario y sus enclaves más sonados. De hecho, Santa Mariña tiene el meritorio logro de ser "el cementerio más melancólico del mundo". La verdad es que pasear entre las tumbas, situadas a escasos metros del esqueleto de la iglesia es una experiencia grata y a su vez extraña. 


cementerio anexo a la iglesia


No quisiera desaprovechar esta ocasión que el contexto me brinda para explicar esta nueva variante de turismo en la que los creadores de este blog están profundamente interesados. Primero hemos de entender que el tanatoturismo se engloba dentro de un fenómeno mucho más grande: el "dark tourism" o el turismo oscuro. 
Desde que existe el turismo tal y como lo conocemos, los destinos más importantes se podrían catalogar en tres tipos: cultural, de descanso, y de aventura. Pues bien, dentro del turismo cultural está creciendo con fuerza el turismo oscuro, puesto que se trata de viajar a puntos que han marcado la historia a través de la tragedia, el accidente o el terror. Estaríamos hablando pues de la cara "b" del turismo histórico tradicional. A nivel mundial, tragedias como Auschwitz, Chernobyl o las torres gemelas han atraído la atención de muchos curiosos deseosos de conocer la historia en el lugar exacto donde se produjeron los hechos. Las compañías de viajes y promotoras locales, están empezando a aprovecharse del tirón y ya ofrecen en sus carteleras tours del misterio, creando un negocio que empieza a sorprender incluso a los responsables de estas campañas. A nivel sociológico, las grandes productoras de televisión no se han quedado atrás y están empezando a crear series y películas tratando de asomar al gran público a las grandes tragedias del mundo con éxitos más que demostrables. 
En España, como en casi todos los países, también tenemos nuestros puntos para el "Dark tourist", como el crimen de Alcasser o la matanza de Puerto Hurraco, que a pesar de los años transcurridos, siguen en boca del público general.


Y ahora, volvamos a Santa Mariña...
Cuenta la leyenda, que el tejado de la iglesia cayó estrepitosamente tras ser pronunciado un sermón en misa calificado de reprochable. Aunque se desconoce el contenido del discurso, se asegura que la ira de Dios castigó con dureza al edificio haciéndolo temblar y derribando su entramado superior. 
Aunque sin duda estamos hablando de una leyenda, el lugar tiene un impacto tremendo en quien lo visita, no ya por sus tumbas, sino por sus enigmáticas figuras y relieves relacionados con la muerte que alberga en sus maltrechas paredes. 


La calavera es un símbolo omnipresente en muchos puntos del complejo

Tras dos siglos de abandono (excepto la zona destinada a los enterramientos) Santa Mariña aun conserva paredes y elementos utilizados por los franciscanos, que habitaron la iglesia hasta el siglo XIX.


Detalle

En los capiteles y relieves de la iglesia, podemos todavía observar imágenes representativas de pasajes de la Biblia, tales como la expulsión del paraíso, Cristo y los apóstoles, o la visitación, resaltando en una de sus arcadas románicas, una escenificación de los siete pecados capitales. 
Sin duda, Santa Mariña es un monumento a visitar y a preservar, para que siga ejerciendo esa misteriosa atracción que crea en quien visita esta iglesia cambadesa. 

Santa Mariña (vista lateral)




lunes, 6 de septiembre de 2021

Cerro de Agras (Valencia). El volcán durmiente

Ante la pregunta de si existen volcanes en España, probablemente nuestro cerebro dibuje la silueta del colosal Teide, ubicado en la isla de Tenerife, que con 3715 metros se sitúa como el pico más alto de nuestra geografía. A su vez, los parajes volcánicos de las islas cercanas como Lanzarote o Gran Canaria son uno de los destinos imprescindibles si de fenómenos vulcanológicos se trata. Aún resuenan los ecos de aquella erupción volcánica subterránea desarrollada en la pequeña isla del Hierro en 2011 que hizo saltar todas las alarmas ante un inminente riesgo que acabó en un susto (por el momento). 

Lo que el ciudadano de a pie desconoce, es que en el interior de España, la existencia de volcanes no es frecuente, pero tampoco del todo extraña. La zona volcánica de la Garrotxa, cercana a la localidad catalana de Olot es un claro ejemplo.

Hoy, nuestro silencioso protagonista es el cerro de Agras, ubicado en pleno corazón de la Comunidad Valenciana. El también conocido como "El volcán de Cofrentes", nombre de la localidad cercana ubicada en sus faldas, se levanta sigiloso, camuflado por la vegetación. Este singular cerro, de 527 metros, guarda en su interior un fascinante recuerdo combinando geología y vulcanismo a partes iguales. 


Cráter del Cerro de Agras

Hoy en día, el volcán de Cofrentes se nos muestra desfigurado, puesto que en la década de los 80, una explotación minera, dedicada a la recolección de lavas y otros minerales, arrasó con la formación original del cráter y sus faldas. Aun así, todavía quedan tímidas paredes supervivientes a la actividad humana, permitiéndonos reconstruir con un poco de imaginación el volcán completo. 

A pesar de su estado actual, el volcán de Cofrentes es "moderno" según los expertos, puesto que se creó y tuvo actividad en los últimos dos millones de años. Está incluido en la categoría "Estratovolcán", que tiene entre sus características principales ser un volcán cónico, de riscos empinados y erupciones periódicas y explosivas. De hecho, en pleno cráter, aún existe una gran roca, que en su tiempo fue una de las expulsadas violentamente del incandescente interior de la tierra.



En las paredes superiores, aun se aprecian los restos de materiales magmáticos y su gran diversidad de minerales y otros productos subyacentes. De hecho, a pesar de tener la categoría de (durmiente), la actividad en su interior es frenética. A 15 kilómetros de profundidad, las materias incandescentes siguen reaccionando, creando corrientes ascendentes de gas, que hoy en día son aprovechadas como aguas termales en los balnearios cercanos como medida terapéutica o simplemente con fines lúdicos. Los hervideros, que es como se conoce a este tipo de fenómeno, son muy frecuentes en la zona, desembocando a escasos cientos de metros del cráter principal. 


Detalle de la lava que rodea la zona


Además de los balnearios, los alrededores del Cerro de Agras están plagados de senderos y rutas para hacer a pie, y cuenta con caminos que permiten acceder hasta la zona alta donde encontramos varios letreros explicativos. Tanto en el ascenso como en el descenso, podremos apreciar las coladas de lava resultantes de la última erupción, aunque la propia naturaleza va cubriendo esos recuerdos en forma de vegetación, dando al bosque un aspecto amigable. 


Las faldas aún presentan un tono negruzco que emerge de la piedra

Normalmente, las coladas de lava y otros elementos expulsados por los volcanes se convierten en auténticos vergeles, puesto que los compuestos incandescentes, con el paso del tiempo, crean suelos extremadamente fértiles. 
En tiempos no tan remotos, el imperio romano aprovechó estos terrenos en las faldas de un monte que en aquel momento no hizo sospechar ni alertar de su peligro mortal: El Vesubio. Este pacífico monte, erupcionó en el año 79 desencadenando la masacre de los ciudadanos de Pompeya, Herculano y otras pequeñas ciudades que sucumbieron a la erupción. Si quieres saber más sobre esta catástrofe pulsa aquí.   
Probablemente, el volcán de Cofrentes siga así, dormido, emitiendo pequeñas fuentes de calor y gases aparentemente inocuos para la vida, pero... ¿Y si no fuera así?. 
Si un día el cerro decidiera abrir la boca, sería a ciencia cierta de manera explosiva. A pesar de este matiz, no tendría porque repetirse una tragedia como la ya citada de Pompeya, pero cuando la naturaleza entra en acción es impredecible, y sobre todo, imparable. Si el Volcán de Cofrentes explotara y su erupción se orientara al norte, el pequeño pueblo podría estar en apuros. Pero esto no es todo, si algún piroclasto superara el río y la localidad, tendría a la vista un objetivo más suculento: una central nuclear. 
Aunque suene a burla típica de serie de entretenimiento, el emplazamiento elegido para la central se ubica a escasos 3 kilómetros del cráter del volcán. En una ciencia en crecimiento, por no decir en pañales como es la vulcanología, en la que la gran cantidad de factores a tener en cuenta hacen imposible predecir una erupción, no parece muy sensato ubicar allí un edificio capaz de arrasar con buena parte del territorio. 
En la historia reciente de la humanidad, las fuerzas naturales destruyeron buena parte de los reactores de Fukushima en Japón en 2011, y los múltiples errores humanos y de egos estuvieron a punto de acabar con el continente europeo en 1986 en la ciudad soviética de Chernobyl (tragedia incluida en este blog)


Central Nuclear de Cofrentes desde el cráter

Esperemos que el Cerro de Agras siga siendo un atractivo destino turístico, geológico y vulcanológico, y no llegue a acontecer ningún suceso del que la especie humana deba arrepentirse (de nuevo). 


La central, a tiro de piedra del volcán.



jueves, 2 de septiembre de 2021

Cívica (Guadalajara) El misterio anclado en la roca

Adentrándonos en el noreste de la provincia de Guadalajara, donde las carreteras se adornan en verano con los coloridos campos de girasoles y lavanda, podremos disfrutar de parajes muy valiosos del entorno conocido como la Alcarria, tierras narradas en los libros de grandes escritores. Abundantes yacimientos, que cuentan historias de dinosaurios y primeros pobladores, castillos y leyendas que huelen a otros tiempos pasados. 

Tras serpentear por las carreteras secundarias acomodadas al relieve de las lomas y montañas, en un entorno donde los acuíferos y manantiales son abundantes, nos encontramos con un enclave más que singular. Al borde de la carretera CM-2011, entre Valderebollo y Villaviciosa de Tajuña, como salidas de la nada, hallaremos las ruinas de Cívica.



Este misterioso lugar definido como aldea, y solapado a las paredes del valle creado por el río Tajuña, es difícil de describir a ciencia cierta, pues poco se sabe del uso primigenio de esta singular construcción. Las teorías apuntan a que se reutilizaron ciertas cuevas existentes en la montaña, probablemente antiguos eremitorios aprovechando las oquedades existentes, aunque nadie ha podido corroborar este hecho. Hay que remontarse a 1441 para encontrar la primera datación escrita, en la que se narra la venta del lugar a los monjes Jerónimos de Villaviciosa a su legítimo dueño, Antón Díaz, que residía en una localidad cercana. Al parecer, en ese momento en Cívica solo había una casa y una pequeña granja adosada a ella. Tras esta fecha, la aldea entra en una penumbra histórica de la que apenas se sabe nada. Algunas fuentes señalan que en las hoy ruinas de la aldea se asentaba una fábrica de papel, de la que no quedó rastro ninguno, como si nadie quisiera tomar el testigo histórico de la construcción.

Lo que parece cierto, es que hace escasamente 80 años se inicia la construcción que daría forma a la actual apariencia que guarda hoy en día, unas obras que fueron auspiciadas por el sacerdote de Valderebollo. Se desconocen las motivaciones que llevaron a este personaje a realizar semejante obra, aunque también se sabe que miembros del clero fueron añadiendo barandillas y otras pequeñas mejoras en años no tan lejanos a la actualidad. A pesar de estos esfuerzos, la compleja construcción fue quedando en el olvido, deteriorándose. Usada como vivienda temporal de diversas personas, incluso como bar, nadie parece interesado en mantener el edificio en buen estado. El abandono de sus propietarios, se refleja en los rumores que hablan de que la zona se encuentra en venta, incluso datan en 36000 euros la cantidad a pagar por parte de quien se quiera hacer cargo de esta maravilla-ruina de la Alcarria.



Pero no todo es abandono en Cívica. En la parte superior de la pared kárstica, un diseminado de casas residenciales está casi acoplado a ella. A día de hoy, sus moradores no parecen estar muy a gusto con las visitas de los forasteros, y quien quiera que acceda a la parte superior es increpado y dirigido por firmes dedos índices a recular de nuevo hasta la carretera y tener solo una vista frontal. Probablemente, los habitantes de estas tranquilas tierras estén hartos de merodeadores y excursionistas, interesados en acceder al complejo por todos los puntos posibles. 


Vista lateral, desde la subida hacia las casas habitadas

En la imagen, podemos observar como la construcción de Cívica plasma la arquitectura moderna asentándose en la antigua pared kárstica, muy habitual en este entorno de la Alcarria. Esta roca, muy fácilmente erosionable, permite el paso del abundante agua subterránea, creando cascadas naturales a escasos metros del complejo. 

La protección que brinda la roca, sumado a la abundancia de agua, hacen de este paraje un terreno fértil para los cultivos. 


Cascada natural

Aunque carezca de excesiva historia, esta "pequeña Capadocia" de Guadalajara es digna de visitar, pero hemos de advertir que a día de hoy se encuentra en estado de ruina y abandono, hasta tal punto que la peligrosidad es alta si uno se aventura a recorrer sus estrechos pasadizos interiores. Varios carteles y cadenas nos recuerdan el ya consabido "prohibido el paso", muy recurrente en lugares abandonados.


Vista interior de la construcción


Tal vez, en un futuro, alguna entidad pública o privada vean el filón de este curioso lugar y decida dar el paso de rehabilitarlo por completo y darle un uso para que no siga cayendo piedra a piedra.