lunes, 6 de septiembre de 2021

Cerro de Agras (Valencia). El volcán durmiente

Ante la pregunta de si existen volcanes en España, probablemente nuestro cerebro dibuje la silueta del colosal Teide, ubicado en la isla de Tenerife, que con 3715 metros se sitúa como el pico más alto de nuestra geografía. A su vez, los parajes volcánicos de las islas cercanas como Lanzarote o Gran Canaria son uno de los destinos imprescindibles si de fenómenos vulcanológicos se trata. Aún resuenan los ecos de aquella erupción volcánica subterránea desarrollada en la pequeña isla del Hierro en 2011 que hizo saltar todas las alarmas ante un inminente riesgo que acabó en un susto (por el momento). 

Lo que el ciudadano de a pie desconoce, es que en el interior de España, la existencia de volcanes no es frecuente, pero tampoco del todo extraña. La zona volcánica de la Garrotxa, cercana a la localidad catalana de Olot es un claro ejemplo.

Hoy, nuestro silencioso protagonista es el cerro de Agras, ubicado en pleno corazón de la Comunidad Valenciana. El también conocido como "El volcán de Cofrentes", nombre de la localidad cercana ubicada en sus faldas, se levanta sigiloso, camuflado por la vegetación. Este singular cerro, de 527 metros, guarda en su interior un fascinante recuerdo combinando geología y vulcanismo a partes iguales. 


Cráter del Cerro de Agras

Hoy en día, el volcán de Cofrentes se nos muestra desfigurado, puesto que en la década de los 80, una explotación minera, dedicada a la recolección de lavas y otros minerales, arrasó con la formación original del cráter y sus faldas. Aun así, todavía quedan tímidas paredes supervivientes a la actividad humana, permitiéndonos reconstruir con un poco de imaginación el volcán completo. 

A pesar de su estado actual, el volcán de Cofrentes es "moderno" según los expertos, puesto que se creó y tuvo actividad en los últimos dos millones de años. Está incluido en la categoría "Estratovolcán", que tiene entre sus características principales ser un volcán cónico, de riscos empinados y erupciones periódicas y explosivas. De hecho, en pleno cráter, aún existe una gran roca, que en su tiempo fue una de las expulsadas violentamente del incandescente interior de la tierra.



En las paredes superiores, aun se aprecian los restos de materiales magmáticos y su gran diversidad de minerales y otros productos subyacentes. De hecho, a pesar de tener la categoría de (durmiente), la actividad en su interior es frenética. A 15 kilómetros de profundidad, las materias incandescentes siguen reaccionando, creando corrientes ascendentes de gas, que hoy en día son aprovechadas como aguas termales en los balnearios cercanos como medida terapéutica o simplemente con fines lúdicos. Los hervideros, que es como se conoce a este tipo de fenómeno, son muy frecuentes en la zona, desembocando a escasos cientos de metros del cráter principal. 


Detalle de la lava que rodea la zona


Además de los balnearios, los alrededores del Cerro de Agras están plagados de senderos y rutas para hacer a pie, y cuenta con caminos que permiten acceder hasta la zona alta donde encontramos varios letreros explicativos. Tanto en el ascenso como en el descenso, podremos apreciar las coladas de lava resultantes de la última erupción, aunque la propia naturaleza va cubriendo esos recuerdos en forma de vegetación, dando al bosque un aspecto amigable. 


Las faldas aún presentan un tono negruzco que emerge de la piedra

Normalmente, las coladas de lava y otros elementos expulsados por los volcanes se convierten en auténticos vergeles, puesto que los compuestos incandescentes, con el paso del tiempo, crean suelos extremadamente fértiles. 
En tiempos no tan remotos, el imperio romano aprovechó estos terrenos en las faldas de un monte que en aquel momento no hizo sospechar ni alertar de su peligro mortal: El Vesubio. Este pacífico monte, erupcionó en el año 79 desencadenando la masacre de los ciudadanos de Pompeya, Herculano y otras pequeñas ciudades que sucumbieron a la erupción. Si quieres saber más sobre esta catástrofe pulsa aquí.   
Probablemente, el volcán de Cofrentes siga así, dormido, emitiendo pequeñas fuentes de calor y gases aparentemente inocuos para la vida, pero... ¿Y si no fuera así?. 
Si un día el cerro decidiera abrir la boca, sería a ciencia cierta de manera explosiva. A pesar de este matiz, no tendría porque repetirse una tragedia como la ya citada de Pompeya, pero cuando la naturaleza entra en acción es impredecible, y sobre todo, imparable. Si el Volcán de Cofrentes explotara y su erupción se orientara al norte, el pequeño pueblo podría estar en apuros. Pero esto no es todo, si algún piroclasto superara el río y la localidad, tendría a la vista un objetivo más suculento: una central nuclear. 
Aunque suene a burla típica de serie de entretenimiento, el emplazamiento elegido para la central se ubica a escasos 3 kilómetros del cráter del volcán. En una ciencia en crecimiento, por no decir en pañales como es la vulcanología, en la que la gran cantidad de factores a tener en cuenta hacen imposible predecir una erupción, no parece muy sensato ubicar allí un edificio capaz de arrasar con buena parte del territorio. 
En la historia reciente de la humanidad, las fuerzas naturales destruyeron buena parte de los reactores de Fukushima en Japón en 2011, y los múltiples errores humanos y de egos estuvieron a punto de acabar con el continente europeo en 1986 en la ciudad soviética de Chernobyl (tragedia incluida en este blog)


Central Nuclear de Cofrentes desde el cráter

Esperemos que el Cerro de Agras siga siendo un atractivo destino turístico, geológico y vulcanológico, y no llegue a acontecer ningún suceso del que la especie humana deba arrepentirse (de nuevo). 


La central, a tiro de piedra del volcán.



No hay comentarios:

Publicar un comentario