miércoles, 19 de septiembre de 2018

Teruel. Una pequeña gran ciudad.

Durante el pasado reciente y la actualidad, Teruel y su provincia, han estado prácticamente abandonados de cara a España en lo que a inversiones, promoción y recursos se refiere. Durante la anterior década, el movimiento "Teruel existe" se abrió un mínimo hueco en los informativos consiguiendo parcialmente su objetivo de visibilización de este gran problema. La zona, con sus cuencas mineras y su sector primario en detrimento, necesitaba ayuda urgentemente. La despoblación es una enfermedad que a día de hoy sigue padeciendo todo el territorio aragonés. Lo que empezó siendo un lema reivindicativo, a dado paso a posteriores mofas y burlas, más o menos, bien intencionadas.
La realidad en Teruel sigue siendo complicada, y cuando viajas por la zona, te das cuenta que la provincia turolense al completo ofrece mucho más de lo que se pueda imaginar. Sus enormes pinares, sus serranías, su inconfundible color rojizo en la tierra provocada por el rodeno, un mineral muy abundante en la zona, sumado a la amabilidad de sus gentes, son dignos de mención. 
A mi modo de ver, la gran sorpresa de la zona la esconde su capital. Una ciudad limpia, ordenada, llena de curiosidades en cada rincón y portadora de grandes historias. No hay que olvidar el hecho de que Teruel es una de las localidades donde más patrimonio mudéjar podemos encontrar, como así lo constata la Unesco. 
El arte mudéjar consiste en las construcciones, cerámicas, vidrieras, y otros estilos artísticos, que aun siendo cristianos, conservan características musulmanas. Esto se debe a la enriquecedora convivencia de las dos culturas que vivió la zona hasta la expulsión de los moriscos. 
Como suele ocurrir en toda esta línea gruesa que atraviesa España de Oeste a Este, la fundación de Teruel se remonta a los tiempos de los celtíberos, siendo posteriormente ocupada por los romanos. 
En el año 1171, el rey aragonés Alfonso II, tomó la ciudad para reforzar su territorio, puesto que los Almohades (facción de corte musulmana), dominaban los territorios aledaños de la actual Comunidad Valenciana.
En torno a esta conquista a manos del rey, surgió la leyenda que animó a este ejercito cristiano a tomar la ciudad, pues según cuentan, un toro mugió en un monte bajo una estrella, y los visionarios de la época lo consideraron una señal para comenzar el ataque. Según la leyenda, esta estrella llevaba por nombre "Actuel", que combinada con el nombre del animal (toro), dio origen al nombre de la ciudad: Teruel. La enrevesada historia ubica dicho toro en el mismo punto donde hoy se erige la figura del astado, representativo de la ciudad. 


Pilar sobre la fuente que sustenta "el torico"
A pesar de lo que podamos pensar, no levantaron una fastuosa escultura, sino más bien una pequeña figura, de ahí su calificativo habitual: "el torico". 
En las fiestas patronales, uno de los actos de la fiesta consiste en atarle un pañuelo del tradicional color rojo a la miniatura del astado, para ello, se ayudan entre los jóvenes de la localidad a auparse hasta él, convirtiéndose en un espectáculo masivo. 

El torico, detalle
Aunque la figura tiene su leyenda, sin duda, no es la más relevante. 
Los amantes de Teruel cabalgan entre la fábula y la historia, sin todavía conocerse si las desventuras de esta pareja fueron ciertas. Resumiendo mucho, podríamos decir que en el siglo XIII, dos amantes trataron de casarse, pero los impedimentos por parte de la familia de la novia llamada Isabel de Segura, en cuanto a la nula fortuna del hombre, lo impidieron. La desdichada pareja se otorgó el plazo de cinco años para obtener una estabilidad económica que lograra el cambio de parecer de la familia. En esos años, el joven Diego Marcilla, se trasladó al frente contra los musulmanes, lejos de Teruel. 
Una vez finiquitado el plazo, Diego no aparecía, por lo que se le dio por muerto, y la familia de la joven le encontró un matrimonio de conveniencia con un acaudalado personaje de la ciudad. Una noche, Diego consiguió colarse en la alcoba donde reposaba Isabel, pidiéndole un beso. La joven, por pudor ante su reciente matrimonio, se lo negó. "Dame un beso que me muero", repetía una y otra vez el joven, y ante la negativa de la que fuera su amor, falleció en esa misma estancia. 
Durante su entierro, la afligida Isabel, se acercó al ataúd y retiró la mortaja para besar el cuerpo inerte de su amado. Cuenta la leyenda que lo besó tan fuerte que murió a los pies del propio féretro, dándole en la muerte el beso que le negó en vida. 
Esta historia, digna de Shakespeare, se prodigó tanto que hoy en día parte de la cultura turolense gira en torno a esta leyenda. De hecho, uno de los lugares más visitados es el "Mausoleo de los Amantes". 

Estatua de "los amantes"
Este gran conjunto histórico está dividido en varias secciones, sobre la que destaca la destinada a los amantes, donde aun reposan en grandes sarcófagos sus cuerpos momificados. Como ya hemos comentado, este relato no es historia pura y dura, pero el tema se trata dándole absoluta verosimilitud. 

Mausoleo de los Amantes
Debo recalcar el hecho de que aunque las figuras parecen tocarse con las manos que tienen extendidas, simplemente es un efecto visual, puesto que las separan unos centímetros. Esta distancia resalta el final trágico de los dos amantes que nunca llegaron a poder vivir juntos y en paz. 
Según la historia, aunque en vida no llegaran a entrelazar sus destinos, a raíz de su fallecimiento, fueron enterrados juntos para afrontar la etapa de la muerte el uno al lado del otro.

Así reposaban los amantes en sus féretros. Fuente: Muy Historia
En el Mausoleo de los Amantes también podemos ver obras contemporáneas relacionadas con la leyenda y otros objetos de la época. 
Anexo a este espacio podremos visitar la Iglesia de San Pedro, construida a lo largo del siglo XIV. En este edificio las obras mudéjares son todavía visibles.  

Iglesia de San Pedro
Si seguimos con la visita al recinto, nos encontramos también con los claustros del siglo XIV, uno de los cuatro que todavía quedan en Aragón de estilo mudéjar. Todas estas construcciones han sido remodeladas y restauradas en distintas épocas, por lo que la mezcla de estilos es notoria. 

Parte superior de los claustros
Durante el recorrido por los amplios pasillos, podemos encontrar numerosas figuras, algunas de aspecto perturbador. 

Detalle de figura
El ábside y los jardines aledaños a la iglesia también pueden ser visitados. 

Vista exterior del ábside
Por último, podremos acceder mediante una serie de escaleras a una pequeña torre ubicada al margen de la fachada frontal de la iglesia. Desde el interior de la Torre de San Pedro, se accede al ándito, unas pequeñas galerías que recorren la planta del complejo y desde donde pueden apreciarse el exterior de la torre, las vidrieras y el rosetón de la iglesia.

Torre de San Pedro
Una vez finalizada la visita, recomiendo un paseo sin rumbo por las calles turolenses, puesto que poseen edificios de gran belleza y otros atractivos turísticos y culturales. 



Cabe resaltar que la ciudad de Teruel no es llana, puesto que se encuentra edificada en varias alturas. A base de viaductos la ciudad ha conseguido conectarse con los montes y depresiones aledañas, creando barrios enteros con un desnivel considerable. Es de agradecer, que la ciudad haya tenido en cuenta estos "sube y baja", facilitando la vida a sus ciudadanos con la instalación, por ejemplo, de un ascensor gratuito que conecta la parte nueva de la ciudad con el centro histórico. 

Ascensor
Este ascensor, a pesar de cumplir extraordinariamente bien su función, no es apto para las personas que padezcan algo de vértigo, puesto que las vistas, tanto desde la pasarela como las del propio elevador, pueden ser motivo de sufrimiento para los más asustadizos. 

Aunque el cristal está dañado, se puede observar la altura a la que nos encontramos
Si sois uno de los desafortunados que padecen vértigo, os recomiendo que os ahorréis este paso y guardéis fuerzas para subir a dos de los puntos de la ciudad más elevados, y que son de visita obligatoria: la Torre de El Salvador y la Torre de San Martín. 

Torre de El Salvador
La Torre de El Salvador, además de haber sido construida en un estilo casi totalmente mudéjar, alberga en su interior salas de exposición muy didácticas, en las que podremos entrar mientras subimos los angostos escalones que conducen a su cima. 
Una vez arriba, contemplaremos las imponentes vistas de la ciudad, y de fondo veremos la Torre de San Martín, muy parecida a esta, en el otro extremo del centro histórico. 

Cima de la torre
Aunque su tejado está cubierto, sus laterales no poseen cristales, por lo que el aire fresco está garantizado. Uno de los espectáculos es esperar a las horas en punto para escuchar el tañir ensordecedor de sus campanas. Recomiendo estar pendiente de la hora, puesto que el sonido de las campanas, sin ser esperado, puede provocar algún que otro fallo cardíaco.

Campanas esperando su turno
La torre de San Martín, guarda enormes parecidos con la de El Salvador, y también es posible su visita. 

Torre de San Martín
No menos importante es la catedral de la capital turolense, otra joya del mudéjar, y punto referente en España en este estilo de construcción. La Catedral de Santa María de Mediavilla es considerada como Bien de Interés Cultural. Su origen románico data su construcción alrededor del siglo XII, y se dio por finalizada al culminar la torre mudejar en el siglo XIII. En el siglo XV el estilo gótico se abrió paso colocando varios ábsides, dando como resultado una mezcolanza en los estilos según el tramo que observemos. En 1909, se aborda una gran restauración, esta vez basada las formas neomudejares. 
Uno de los grandes tesoros que contiene esta catedral es el techo interior de la nave central, compuesto por una techumbre mudejar estructural, algo extraño ya que este tipo de construcciones eran puramente ornamentativas. La pieza que observamos en lo alto de la catedral alcanza la nada despreciable longitud de 32 metros, y cuenta con numerosos ornamentos. 


Catedral de Santa María
Aunque toda la iglesia fue bombardeada en la guerra civil, posteriores reformas han borrado las huellas de los proyectiles. 


Techumbre. Fuente: Wikiwand

En la parte Sur de la ciudad, nos encontraremos con otra estatua dedicada a las fiesas patronales, en la que aparece un toro ensogado, con un mozo clavando una estrella en la cabeza del animal, mientras que un ángel alado frena la embestida del morlaco. Esperemos que dentro de no mucho tiempo, estas tradiciones queden simplemente reflejadas en estatuas y otros ornamentos como parte del pasado. 


Estatua del toro siendo detenido por el ángel
Debo recomendaros que si visitáis la zona turolense en temporada de frío, o incluso en estaciones medias, tengáis en cuenta la dureza del clima de la zona. El frío es un rasgo característico de estas preciosas tierras que no siempre son atentidas como se merecen, y que guardan enormes tesoros en su historia, sus gentes y sus monumentos. Teruel y sus habitantes os esperan con los brazos abiertos. 

Puente que da acceso al centro histórico
































  

martes, 18 de septiembre de 2018

Torre de Hércules (Coruña). El faro más antiguo del mundo.


Desde una colina, y con sus 57 metros de altura, la torre de Hércules domina la inmensidad del Oceáno Atlántico. Esta construcción, de origen romano, fue erigida como faro y a día de hoy sigue desempeñando esta función. Este dato le otorga la categoría de ser el faro en activo más antiguo del mundo, y no es para menos, pues este coloso lleva dominando las costas coruñesas desde el siglo I. A pesar de que los romanos levantaron la torre, se han encontrado indicios de reedificación, pero se desconoce el tipo de construcción que allí se hallaba. 


Torre de Hércules al atardecer
Evidentemente la estructura original de la torre se ha perdido con el paso de los siglos, pues sufrió fuertes modificaciones dependiendo de las necesidades de la época. En ocasiones su misión fue la de torreón defensivo, en otras, la de guíar a los barcos en la oscuridad de la noche por las agitadas aguas de la costa gallega, ayudándolos a no colisionar con las protuberantes rocas afiladas que emergen del agua. La última reforma de importancia se realizó en 1791, bajo la supervisión del arquitecto Eustaquio Giannini. 

Posibles diseños sucesivos de la torre. Fuente: Jorauger
La mitólogía ha estado siempre ligada al edificio, incluso en países como Irlanda, donde se le conocía con el nombre de Torre de Breogán. Los romanos, por supuesto, también tenían su propia leyenda sobre el faro. Dicha leyenda romana, cuenta que Hércules desembarco en la costa, a los pies del monumento, y enterró allí la cabeza del gigante Gerión. 

                             

La verdad es que la zona es lo suficientemente enigmática como para que se tejan mitos y leyendas a su alrededor. Adyacente a la torre, se encuentra un pequeño edificio romano, un cementerio musulmán, y unos petroglifos del "Monte dos Bicos", cuya datación se aproxima a la Edad del Hierro. 
Dadas las circunstancias, la espectacular obra arquitectónica fue registrada como "Patrimonio de la Humanidad" en 2009. 
Como curiosidad, debéis saber que la Torre de Hércules está hermanada con la Estatua de la Libertad en USA, y con el Faro del Morro en la Habana. 

Fachada actual de la torre
En los alrededores del coloso, se han reurbanizado extensas zonas verdes, adornadas con mas de quince esculturas del Siglo XX. 
Una de las más representativas (a mi modo de ver), es un empedrado con forma de "rosa de los vientos" situada entre la torre y el mar, que tiene una particular belleza. 


Esta obra, la más grande de la zona, fue diseñada por el artista local Xabier Correa Corredoira en 1994. 
Gracias a un circuito de senderos y caminos, podemos recorrer toda la zona, por la que pasean decenas de coruñeses, que usan el espacio para caminar, practicar deporte, incluso improvisar un picnic cuando el tiempo acompaña.

Coruña. a los pies del coloso
El interior de la torre está acondicionada para las visitas, siempre que se respete el aforo máximo de 30 personas. Por un módico precio podemos acceder al interior y subir por sus angostas escaleras. 

Foto del interior 
Si tenéis la oportunidad de visitar la torre, os recomiendo que lo hagáis al atardecer, puesto que su posición, y su orientación Oeste, os dejarán en la retina atardeceres inolvidables. 


Sólo por estas vistas espectaculares, ya merecería la pena una visita a este vetusto coloso. 







lunes, 17 de septiembre de 2018

Islas Medas (Gerona). Un paraíso bajo el agua.

Situadas a tan solo una milla de la localidad gerundense de Estartit, se localiza un conglomerado de islas que florecen del mar. Un total de siete islotes conforman el archipiélago, visible desde la localidad costera. 
Tras numerosas reformas legales, las Medas han sido catalogadas como "Zonas Especialmente Protegidas y de Importancia para el Mediterráneo (Zepim)", protegiendo su flora y su fauna, así como parte de sus escarpados acantilados.
Dado que el río Ter desemboca en Estartit, la confluencia del agua marina y dulce crea una particular biosfera atrayendo a numerosas especies de fauna y flora submarina. 
Esta circunstancia ha hecho que numerosos científicos acudan a sus aguas en pro de sus investigaciones y proyectos. 


Puerto de Estartir con las Islas de fondo
El bandolerismo marítimo tuvo en las Medas uno de sus lugares predilectos de refugio y tránsito, aunque sus poderosas corrientes hicieran sufrir numerosos naufrágios a los piratas. 
A día de hoy, los únicos habitantes del archipiélago son animales. Decenas de especies de aves, pequeños ratones, mamíferos y lagartijas, han hecho de las islas su hogar, protegidas del ser humano y otros depredadores. 
La protección de estas 23 hectáreas de terreno han convertido al archipiélago en la reserva natural marina mejor conservada del Mediterráneo Occidental, un título nada desdeñable. 
Al igual que los científicos, los submarinistas también visitan este magnífico lugar. 
Si no tenemos la suerte de poseer un barco para cruzar la escasa milla que nos separa el litoral gerundense de las islas, podremos hacerlo con las innumerables compañías turísticas que operan en la zona. Desde un simple viaje de reconocimiento, hasta inmersiones en las zonas profundas, son sólo algunas de las opciones que estas pequeñas navieras nos ofrecen. 
Si el clima acompaña y no se posee ningún título de buceo oficial, recomiendo que se haga una excursión de reconocimiento, y si se sabe nadar, se implemente con la opción de snorkel (un tubo para respirar y unas gafas). Es la opción más económica y más cómoda. 


El barco se aproxima al archipiélago
Aunque la práctica del snorkel nos podrá enseñar parte de la zona submarina, está claro que no veremos grandes especies residentes en las profundidaes como los enormes meros, salmonentes, o incluso la raya común, pero al menos podremos disfrutar de un aperitivo subacuático. 

Pradera de posidonia a esasos metros por debajo del nivel del mar
Una de las especies más impresionantes, son las Nacras (Pinna nobilis), que por desgracia se encuentran al borde de la extinción, debido a una enfermedad que ha causado la muerte al 99% de la población mediterránea. El fondeaje de embarcaciones, también ha mermado la escasa población al quedar aplastadas por las pesadas anclas. 
Nacra. Fuente (Oceanográfico) 
Estos seres, que se anclan a los fondos marinos, pueden llegar a sobrepasar el metro de altura. En caso de toparnos con individuos vivos o muertos, deberíamos notificarlo a las autoridades pertinentes, puesto que se está intentando evacuar del mar a las supervivientes para "cultivarlas" en espacios controlados como el Oceanográfico de Valencia. 

Mero en las Islas Medas
Como vemos en las imágenes, el paisaje submarino es espectacular. Si no tenemos la posibilidad de disfrutarlo y sumergirnos, podemos conformarnos con la vista de las islas emergiendo del mar (que no es poco). 


Los dos islotes más reconocibles son las llamadas "Meda Grande" y "Meda Pequeña" (fueron poco imaginativos al nombrarlas), y los islotes más pequeños como "el Medallot" y "el Salpajot". Las grandes islas poseen calas, cuevas y otras formas su escarpado paisaje. Además, y como casi único vestigio humano, se encuentra el faro, de mucha utilidad al hallarse este conglomerado en un punto de trayectoria de entrada y salida del puerto de Estartit.  

Faro de las Medas
Está claro que las Islas Medas siempre son una buena opción para los que buscan lugares naturales, y deseo profundamente que este espacio natural siga estando protegido, puesto que el Mediterráneo se encuentra en un claro declive por la acción humana. Tal vez, en unos años o décadas, este enclave también desaparezca producto de la contaminación generalizada a la que estamos sometiendo a los mares y oceános. 

Algunos de los pequeños islotes




sábado, 15 de septiembre de 2018

Gijón (Asturias). Un elogio frente al mar.

La catalogada como villa histórica de Gijón, es una de las ciudades más importantes de Asturias. Aunque el nombre originario de la ciudad se ha perdido en el tiempo, se cree que pudo ser de origen celta. El barrio más antiguo de la ciudad, conocido por "Cimavilla" era un antiguo promontorio, hoy conocido como cerro de Santa Catalina. En dicha colina, hoy se ubica uno de los símbolos más importantes de Gijón: "el Elogio del Horizonte", obra de Eduardo Chillida, escultor vasco.  Este artista ha diseñado otras estatuas similares, como el "Elogio del Agua" en Barcelona y el "Peine de los Vientos" en San Sebastián. Todas ellas conservan un diseño y una estructura similar, convirtiéndose en el estilo personal del escultor. 

Elogio del horizonte

La localidad ha tenido siempre un enfoque industrial, aunque en las últimas décadas ha sufrido una transformación dirigida a convertirse en una ciudad residencial y de descanso. 

El "Elogio" reposa sobre el cerro de Santa Catalina
La ciudad, de casi 300.000 habitantes, se extiende por el litoral cantábrico, ocupando una extensión nada desdeñable. 
Parte de la ciudad se encuentra junto a la playa de San Lorenzo, convirtiéndose ésta en una de las playas urbanas más conocidas. A pesar de su buena situación, los vertidos fecales y la contaminación de la ciudad ha obligado en varias ocasiones a cerrarla por motivos sanitarios. 


Playa de San Lorenzo vista desde el mar
Además de la zona de playas, como es natural, Gijón también posee un gran puerto de uso deportivo, anexo al centro histórico de la ciudad, y otro de uso industrial, algo alejado al Oeste de la ciudad. 


El puerto deportivo a las puertas de la ciudad antigua
Si paseamos por la zona portuaria, encontraremos varias plazas conectadas, en las que se hallan enclaves históricos de la ciudad, tales como el Ayuntamiento, la Plaza Mayor, y la estatua dedicada a "Don Pelayo", primer monarca del Reino de Asturias. Según la historia, Pelayo consiguió frenar la ofensiva musulmana y comenzó la reconquista de las zonas que habían caído ya en manos de los ejércitos del Sur. 

Estatua de Don Pelayo ubicada en la "Plazuela del Marqués"
Una de las esculturas más curiosas no tiene nada de histórica. Una gran "nube" de botellas de sidra se alinean en forma de árbol. Su finalidad es concienciar a la población de la necesidad del reciclaje. Para el visitante, no esta claro si esa escultura llama al reciclaje o a consumir un producto tan típico como la sidra asturiana.

Árbol de botellas
Si sobrepasamos la estatua de Don Pelayo, en dirección Este, llegaremos en pocos metros a la Plaza Mayor, donde se encuentra el ayuntamiento de la ciudad gijonesa. 

Ayuntamiento
Debido al estrechamiento que sufre la ciudad en esa zona, pasaremos del puerto deportivo a la zona de playas en apenas 500 metros. Una vez rebasada la plaza consistorial podremos admirar las alargadas playas, y su enorme e interminable paseo marítimo. 

Estatua de Octavio Augusto con la playa de San Lorenzo de fondo
A finales del Siglo I, el Imperio Romano extendió su imperio por tierras astures, fundando su ciudad en los alrededores del cerro Santa Catalina, donde hoy se ubica el ya mencionado barrio de Cimavilla. Durante la ocupación romana, la actual Gijón era conocida como "Gigia". 
En la imagen superior, podemos observar la estatua dedicada a Octavio Augusto, reflejando el pasado romano de la ciudad. 
Hasta nuestros días, se han conservado parte de las termas de la ciudad y otros vestigios. 

Termas Campo Valdés en Gijón
También merece la pena resaltar por su belleza, la parroquia de San Pedro. Este edificio, fue quemado en la Guerra Civil, y restaurado posteriormente, inspirándose en la arquitectura románica asturiana. 

Iglesia de San Pedro
Es obligatorio, para cualquier visitante, pasear tranquilamente por las calles de Gijón y mezclarse con el ambiente y sus gentes. Disfrutar de la gastronomía es fácil en una tierra en la que es imposible quedarse con hambre. Los cachopos, cocidos, preñados... todo ello regado con sidra de la tierra, harán de esta visita una experiencia gastronómica inolvidable.

Edificio modernista
A lo largo de Gijón, podemos encontrar muchos edificios modernistas, que dan colorido a la ciudad. 

Peculiar estructura de piscina, situada junto a Cimavilla
Para los amantes de los trenes, Gijón guarda un enorme tesoro: el Museo del Ferrocarril. 
En 1990, la Estación del Norte queda obsoleta para el tránsito de mercancías y pasajeros, y es clausurada. Del ajetreo de viajeros, se pasa a la calma de la restauración. Poco a poco, la estación y sus vías se van poblando de antiguas joyas. 


Locomotoras, vagones, vagonetas y otros artilugios se acomodan en estas vías muertas creando uno de los museos más importantes de España en lo que al ferrocarril se refiere. 
Dado que Asturias es territorio minero, muchas de las piezas allí expuestas forman parte de las antiguas minas, mostrando transportes muy curiosos y desconocidos. 

No todas las locomotoras tienen que ser grandes
El inventario del museo se va acrecentando y afianzando gracias a talleres de restauración y conservación que van rellenando, año a año, los espacios vacios que aun quedan en las vías. Además de la zona de exhibición de locomotoras y vagones, el museo alberga varias salas con utensilios de menor tamaño donde se nos muestra gráficamente el desarrollo del ferrocarril en España, y sobre todo, en Asturias.
Por esta y por otras muchas razones ya expuestas, Gijón es una muy buena opción para todos los gustos y públicos.