lunes, 10 de febrero de 2025

Verballenas: ¡Por los océanos!

Desde este blog siempre apoyaremos aquellas iniciativas y actividades dedicadas a la preservación de la fauna y flora a cualquier nivel, y hace unas semanas publicamos un resumen de algunos centros de recuperación de animales (Puedes verlo AQUI). Fruto de este compromiso con los seres vivos que nos rodean, en la presente entrada vamos a conocer otras actividades y centros que se encuentran diseminados por la geografía nacional y que se desviven día a día por concienciar a la población general de la necesidad de proteger su entorno.

En primer lugar, nos desplazaremos hasta las frías aguas del cantábrico, frente a la costa vasca, donde un pequeño barco sale en determinados meses del año tratando de localizar algunas de las especies más conocidas de cetáceos que se adentran en estas aguas en busca de alimento. Este gran proyecto, con el sugerente nombre de "Verballenas" es uno de los más interesantes a nivel nacional abierto a todos los públicos. Como su propio nombre indica, esta aventura está destinada al avistamiento de cetáceos en altamar. 

Esta experiencia parte en los meses de verano de los puertos de Santurzi (Bilbao) y Bermeo, una pequeña localidad vasca muy cerca del impresionante cabo Machichaco, donde se encuentra el famoso paraje de San Juan de Gaztelugatxe (que ya analizamos en este blog).  

A primera hora de la mañana, el anfitrión y patrón Gorka Ocio y el resto de la tripulación, recibe a los visitantes a pie de puerto, a escasos metros del "Hegaluze", nombre con el cual han bautizado al pequeño barco que transportará al grupo de viajeros mar adentro.  


"Hegaluze" en su amarre de Santurzi

Tras las presentaciones y el recordatorio de las normas de a bordo, el Hegaluze se encamina a la bocana del puerto, lugar por el que abandonará las aguas tranquilas de su amarre para enfrentarse a los desafíos de la brava mar cantábrica. 

Nada más sortear los diques, Gorka sube a la parte alta del barco, donde con sus prismáticos trata de divisar las distintas especies que nadan y viven libres en las frías aguas. El patrón, que lleva más de 30 años trabajando en el mar, a bordo de barcos pesqueros como observador científico, es un seguro de vida a la hora de localizar e identificar las numerosas especies que habitan la zona. Además, el avezado científico ha recorrido el mundo entero buscando especies poco frecuentes que su radio de acción no le permite encontrar en su día a día. 


Gorka (derecha) observa la mar desde su posición

Desde el barco de "Verballenas" no solo se pueden avistar habitantes acuáticos, sino que también se hace un seguimiento activo de todas aquellas especies de aves que se alimentan de peces, y que pasan las horas recorriendo la superficie tratando de localizar a sus presas. Además, la empresa organiza salidas orientadas exclusivamente al mundo de la ornitología, convirtiéndose en un referente importante en el mundo de los "pajareros". 


Pardelas fotografiadas en ruta por Gorka

Aunque las aves captan la atención de los visitantes, normalmente las grandes ovaciones se las llevan las criaturas que viven en los fondos marinos. La emoción de divisar un grupo de delfines, o los tan ansiados cetáceos, son celebrados en cubierta por la mayoría de visitantes.

Es necesario estar continuamente oteando el horizonte para intentar divisar rastros de vida animal. Normalmente, la aparición de una aleta dorsal suele ser el inicio de la acción. Una vez localizado el animal, la primera tarea es la identificación, que suele correr a cargo de la tripulación, aunque es una experiencia abierta a todo el pasaje. Cada especie tiene comportamientos distintos, y es necesario tener un gran conocimiento para adelantarse a sus movimientos. 

Los delfines son mamíferos acuáticos muy inteligentes, que en ocasiones buscan tener pequeñas interacciones con los barcos y con los humanos. Movidos por la curiosidad, suele ser habitual que el Hegaluze se vea rodeado de ellos. Sin embargo, especies más esquivas como los tiburones suelen ser más complicadas de ver. Los grandes cetáceos, a pesar de su tamaño, son especialistas en sumergirse y desaparecer de la vista, hasta que se ven forzados a salir a la superficie para respirar, algo que puede retrasarse durante muchos minutos. Este hecho suele provocar que se pierda contacto con el animal, y su localización sea prácticamente imposible.


Un delfín se aproxima al Hegaluze


Cuando los animales son divisados, el barco, bajo las órdenes de Gorka, se aproxima lentamente, siempre con respeto y manteniendo una distancia prudencial. Una vez situado, se apagan los motores y se permanece en silencio, disfrutando del espectáculo que siempre resulta de localizar a un animal salvaje en su medio. Como es natural, las rutas (que recorren un gran número de millas y duran unos 8 horas) no siempre resultan "productivas", ya que los animales no siempre aparecen o no están donde se le espera. Esa imprevisibilidad debe enseñarnos que no nos encontramos en un acuario artificial donde los animales siempre están involuntariamente dispuestos para ser observados. Aun así, el patrón y la tripulación siempre se afanan en buscar en los lugares más probables, dependiendo de la climatología y la temperatura ambiental. La orografía del fondo marino también es influyente. Así pues, frente a las costas de Biarritz, localidad francesa del sur del país que ya analizamos en este blog, existen accidentes geológicos submarinos que propician el intercambio de corrientes de distinta temperatura. Este detalle origina un gran flujo de peces en sus proximidades, lo cual atrae a cetáceos y otras especies que se alimentan en sus aguas. 

Esta zona, perfectamente conocida por la tripulación del Hegaluze, suele ser parada obligatoria en la ruta, aunque bien es cierto que la aparición de las frecuentes tormentas en el mar puede hacer que esos flujos cambien y los animales elijan otras zonas para alimentarse. Para nuestra desgracia, este motivo puede frustrar el encuentro con los grandes cetáceos.


Calderones con su cría recién nacida


Aun así, y gracias a que las especies potencialmente "avistables" son numerosas, normalmente la experiencia resulta extremadamente grata, ya que se conocen las particularidades de los distintos ejemplares que se van encontrando. Además, la actividad se complementa con un pequeño seminario realizado los días anteriores, en el cual se marcan las pautas de lo que se puede encontrar en la ruta a bordo del Hegaluze. 


Rorcual común, fotografiado por Gorka


La pasión de todo el equipo de "Verballenas" es palpable en todo momento, y colaboran con otras entidades de ámbito conservacionista. Por ejemplo, la huella de carbono provocada por el Hegaluze es compensada con la plantación de árboles autóctonos en la reserva de Urdaibai, muy cercana a Bermeo y declarada "reserva de la biosfera". Los objetivos de este proyecto son erradicar especies introducidas e invasivas como el eucalipto, siendo sustituidas por vegetación autóctona, que provoca un efecto regenerador de gran impacto en las zonas donde ya se ha actuado. 

Gracias la buen hacer del equipo de "Verballenas", se ha creado una red informal de colaboradores, que notifican avistamientos de especies poco conocidas o estudiadas, así como alertan sobre peligros o varamientos de ejemplares en la costa. Esta estructura no oficial, está funcionando de una manera reseñable a la hora de concienciar a la sociedad sobre la delicadeza del mundo marino y sus problemas habituales. La sobrepesca, la contaminación, y la destrucción de sus ecosistemas está provocando una caída en picado a nivel global de las especies, lo que conducirá a muchas de ellas a su extinción en el corto y medio plazo. 


Ballena azul. Fotografía de Gorka

Para su desgracia, el mundo marino está condenado a la desaparición, ya que cada vez se encuentra más arrinconado. Por ejemplo, el uso de potentes sónares militares y civiles, así como el de las prospecciones y extracciones de recursos submarinos, pasa de manera desapercibida para el público general. Los océanos, que cubren más del 70% de la superficie terrestre, son enormes terrenos en su mayor parte inexplorados. Este desconocimiento permite que las regiones marinas sean destruidas y sobreexplotadas sin ninguna oposición.  Mientras tanto, en las zonas costeras, son miles de toneladas de vertidos y basura las que cada año son arrojadas sin ningún tipo de miramiento. En Japón, y tras la catástrofe radiactiva de Fukushima tras un enorme terremoto, los depósitos todavía contaminados fueron vertidos al mar sin ninguna consecuencia legal. Estos actos, tarde o temprano pasarán factura a nuestra especie. A pesar de todo este pesimismo, todavía quedan personas concienciadas e inmersas en esta lucha por salvar los mares, y buen ejemplo de ello son los integrantes del equipo de "Verballenas", motivo por el cual merecen ser respetados, reconocidos.... y visitados. 


PAGINA WEB "VERBALLENAS"


*Viajar o Morir quiere dejar claro que esto no es un post publicitario, ya que no se reciben contraprestaciones de las empresas mencionadas anteriormente (ni de ninguna otra). Este blog simplemente recomienda una experiencia vivida en primera persona sin mayor implicación. 

jueves, 6 de febrero de 2025

Montserrat: la montaña mágica de la luz.

Hablar del macizo de Montserrat, ubicado en la provincia de Barcelona, es hablar de una mezcla entre el misterio, la fe y los sucesos inexplicables. Este espolón calcáreo de arenisca y guijarros compactados, ha suscitado la veneración del hombre desde tiempos inmemoriales. Alejado de las grandes urbes que se sitúan en el área de influencia de la capital, esta mole petrificada se ha convertido en uno de los "puntos calientes" del misterio en España. 


Montserrat


Ya en el año 880, y según cuenta la leyenda, unos pastores de corta edad se encontraban resguardando el ganado un atardecer cualquiera. En un momento dado, una potente luz los iluminó, y a su vez comenzaron a escuchar una armoniosa melodía en sus cabezas. Con el miedo en el cuerpo, los jóvenes se alejaron en dirección a su casa sin poder definir lo que habían visto. El camino hasta Olesa, localidad donde residían, lo hicieron sumidos en la confusión. 

Ante su nerviosismo, su familia cercana decidió acompañarlos al siguiente día, y la luz se volvió a hacer presente, trasladándose hasta un punto concreto de Montserrat situado en una de sus laderas y permaneciendo estática ante la sorpresa de los allí congregados. Poco a poco, la noticia se extendió entre los vecinos de los alrededores, hasta que llegó a oídos del párroco de la zona. Dando veracidad a lo que allí estaba sucediendo, el obispo de Manresa decidió también acudir a la montaña, formando ya un grupo nutrido de curiosos que cada tarde salían en busca de la misteriosa luz. 

Bajo las órdenes del obispo, los aldeanos se dirigieron hacia donde permanecía posada la luz, y allí encontraron una cueva horadada de manera natural en la roca. Para su sorpresa, en el interior hallaron una talla de una virgen negra, dedicada a Santa María. La estatuilla trató de ser trasladada, pero su enorme peso lo impidió, a pesar de que sus dimensiones eran reducidas. Esto se interpretó como una señal celestial e inequívoca de que la virgen deseaba permanecer en la montaña. 


Talla de la virgen "la Moreneta"


Esta virgen, patrona de Cataluña, se apodó con el nombre de "la Moreneta", ya que su piel lucía tonos negros y oscuros (fruto del desgaste de su barniz). La talla hoy expuesta, se ha atribuido al artista Juan de Mesa, y se cree que data de inicios del siglo XVII. Hasta hace poco, se desconocía el autor real de la obra, y todas las hipótesis eran puestas en entredicho. 

Sea como fuere, y si creemos la leyenda, todo el complejo eclesiástico, cultural y turístico, comenzó a construirse en torno a la supuesta figura aparecida. El lugar, que comenzó siendo visitado por humildes peregrinos, fue creciendo en afluencia, lo que provocó que siglos después se iniciaran las obras de un monasterio, el cual podemos visitar a día de hoy, y que contiene en su interior la talla que representa a la virgen. 


Monasterio de Montserrat


Con el paso de los siglos, la montaña se llenó de escarpados senderos por sus faldas que conectaban el lugar de la aparición con una suerte de gran plataforma donde se acomodó el santuario y otros edificios. A día de hoy, se han construido medios de transporte como teleféricos y trenes para agilizar el tránsito de los miles de visitantes que acuden al macizo calcáreo. Como era de esperar, no son pocos los que avanzan por los estrechos caminos hasta el punto que marcaban las misteriosas luces y donde apareció la virgen. 


Recinto de la cueva


A pesar de su inaccesibilidad, parte de los edificios actuales fueron destruidos con la llegada de Napoleón, quien arrasó gran parte de ellos al tomar la posición a principios del siglo XIX.A pesar de que los ataques fueron breves, surgieron de ellos algunas leyendas, como la del "timbalero del Bruc", que narra la aventura de un joven del pueblo que siempre iba con su tambor a cuestas. Cuando las tropas napoleónicas se acercaban a la zona provenientes del norte, todos sus vecinos y familiares comenzaron a armarse con lo que podían, ya que no pertenecían a ningún grupo armado. Debido a su corta edad, el joven subió a la montaña y se refugió tras unas rocas para observar la batalla. Cuando tocó su tambor, la roca le devolvió el sonido amplificado, y comprendió rápidamente que si tocaba su tambor fuertemente, parecería como si miles de hombres estuvieran tocando a la vez. A pesar de la inocencia del plan este funcionó a la perfección, haciendo retroceder a la tropa francesa, que esperaba un enemigo mayor apostado en la montaña. 

A día de hoy, una figura aún recuerda esta proeza, en la localidad cercana del El Bruc.


Estatua del timbalero. Fuente: Mitos y leyendas

Las sugerentes formas de las piedras de la montaña, como era de esperar, han dado vida a decenas de mitos de seres mitológicos, diablos y diversas formas de vida no terrenal que habitan el paraje. Aunque, sin ninguna duda, Montserrat se ha hecho famosa por sus "luminarias", que han llegado a intervenir varias veces en momentos cruciales de la vida en la región. 

En 1345, una gran sequía que azotó la zona durante una década, estaba causando estragos en la población de Manresa, que se ubicaba a escasos kilómetros de Montserrat. La construcción de una acequia de riego parecía poder acabar con el problema de un plumazo, pero el obispo de Vic, figura relevante del clero en aquella época, se oponía. A pesar de que el rey Pere III había dado su permiso, el clero parecía reticente a dar su brazo a torcer. Todo cambió el 21 de febrero de ese mismo año, cuando una gran luminaria bajó desde la cumbre de Montserrat y penetró en la iglesia del Carmen en Manresa. La luz, en forma de rayo, atravesó el rosetón de la construcción e hizo sonar una campana ante el espanto de los presentes que se hallaban en su interior. Este sorprendente acto hizo que se tomara como una advertencia divina, y el obispo accedió a la construcción de la acequia. 

Meses después, tras la finalización de las obras, las cosechas volvieron a germinar y la hambruna acabó. Este hecho se convirtió en una de las fiestas principales de Manresa que se conmemora año tras año con el nombre de "la misteriosa luz".


Anuncio de 1953


Como hemos visto, las extrañas luminarias, parecen ser habituales en el entorno de la montaña de Montserrat, ya que no se circunscriben a un periodo concreto, sino que parecen ser la tónica habitual desde tiempos inmemoriales. 

De hecho, acompañando al creciente "fenómeno ovni" de los años 70, una multitud de testimonios aseguraban haber visto extrañas luces en todo la zona montañosa, y que dichas luminarias presentan en ocasiones comportamientos "inteligentes". De hecho, algunos afirman que detrás de todo este show de lo paranormal se encuentran seres de otros planetas con sus luminosas naves. La curiosidad llegó a tal punto que decenas de personas se agrupaban cada noche en la denominada "explanada de los avistamientos", con la esperanza de ser partícipes de estos extraños hechos. Algunos, ya sea de manera sincera, o por sumarse al carro de la moda, afirmaron haber divisado desde ese punto más luces "no creadas por el hombre". 


Montserrat de noche


Tal vez las erosionadas piedras de Montserrat sean las guardianas de secretos que jamás conoceremos, ya que el interés suscitado por esta zona ha alcanzado dimensiones mundiales. De hecho, el propio partido nazi comandado por Hitler, posó sus ojos y sus garras sobre esta montaña, un hecho que pocos españoles conocen. 

Corría el año 1940, y los rescoldos de la guerra civil española todavía humeaban, cuando el jefe de las SS Heinrich Himmler, y número 2 del partido nazi aterrizaba en Barcelona con una extraña misión: encontrar el Santo Grial. El régimen franquista recién instaurado se hizo cargo de la seguridad del dirigente alemán, y le proporcionó acceso libre a sus pretensiones. Sin dudarlo, Himmler viajó rápidamente hasta la abadía de Montserrat, y sin muchas preguntas, accedió a su biblioteca interna. 




De la mano de Andreu Ripoll (único cura que hablaba alemán) pasó varias horas revisando documentos de la historia de Montserrat, en busca de alguna pista que le guiara hasta el cáliz. Según sus asesores, el objeto habría sido trasladado a la zona y escondido en alguno de los innumerables recovecos de la roca. Al no conseguir dar con ninguna pista que le acercara a su objetivo, el alemán abandonó la abadía contrariado, y aparentemente la búsqueda del Grial cesó en esta ubicación. 

Como es de sobra conocido, el movimiento de extrema derecha dirigido por Hitler tenía fuertes creencia esotéricas y todas sus derivadas. Se sabe que el partido dedicó innumerables esfuerzos a encontrar piezas y reliquias del mundo antiguo, ya que estaban convencidos de que eso les garantizaría la indestructibilidad en el campo de batalla. 


Himmler en Montserrat



Como hemos visto, la montaña de Montserrat tiene ganado por méritos propios su calificativo de "mágica", ya que a lo largo de la historia es un enclave que no ha dejado indiferente a nadie. A día de hoy, repitiéndose cíclicamente, sigue ocupando un pequeño lugar en todas las publicaciones que hablan sobre esoterismo y eventos paranormales, aumentando día a día su "currículum" de encuentros con lo imposible. Amantes del misterio, ocultistas, nazis, religiosos, un sinfín de caracteres distintos han vuelto sus ojos hacia estos parajes tranquilos en apariencia. ¿Hace falta tener un sentido desarrollado que nos permita ver, oír o creer? ¿Es probable que distintas generaciones separadas por siglos y siglos de historias vean fenómenos parecidos? ¿Algún día se revelará alguna evidencia que pueda ser corroborada por todos? Quien sabe. Este tipo de lugares siempre guardan celosamente sus secretos para aquellos que los quieran escuchar. Para el resto de los mortales, seguirá siendo un sitio plagado de naturaleza y tranquilidad.


Montserat ¿escalera al cielo?


martes, 4 de febrero de 2025

Soria y su laguna negra: un pozo sin fondo de historias.

"Y lo llevan a la Laguna Negra, que no tiene fondo, y allí lo arrojan con una piedra atada a los pies. La laguna está rodeada de una muralla gigantesca de rocas grises y verdosas, donde anidan las águilas y los buitres. Las gentes de la sierra en aquellos tiempos no osaban acercarse a la laguna ni aun en los días claros."


De esta manera, describía el poeta soriano Antonio Machado en 1912 la laguna situada a escasos kilómetros de La Rioja, y muy cerca del nacimiento del Duero, principal río soriano. El reconocido poeta, al igual que los paisanos, era consciente del gran magnetismo y misterio que desprendía la lámina de agua que se aposentaba bajo las escarpadas paredes de piedra, a casi 2000 metros de altitud. 
Y es que la legendaria "Laguna Negra", lleva generando mitos y leyendas desde tiempos inmemoriales, sobre todo entre los pobladores de la comarca de pinares, que hacen su vida en las zonas más bajas del valle, donde se levantan diferentes explotaciones madereras que son el eje principal de la economía de la región.


Portada de Antonio Machado de 1912


Las zonas más elevadas son un verdadero capricho natural, que han sido esculpidas por las diversas glaciaciones que se han dado en la zona milenios atrás, propiciando la aparición de todo tipo de estructuras naturales que podemos contemplar hoy en día, y que están protegidas bajo la figura de "Parque nacional". 
La Laguna Negra, es el fruto también de la metamorfosis provocada por el hielo, que es uno de los factores erosivos más poderosos que existen. Además, en las cercanías se encuentra una multitud de otros pequeños lagos menos conocidos, como la "laguna helada", la de "mojón alto" y la "larga", por poner algunos ejemplos. Todas estas masas de agua han nacido al amparo de enormes circos glaciales, que generan diversos microclimas, lo que favorece la  proliferación de todo tipo de animales y plantas más propios algunos de las grandes alturas pirenaicas que de un biotopo típico de la meseta central.


Laguna Negra


Y es que la Laguna Negra reúne todas las características de lugar enigmático, ya que la baja densidad de población, la poca accesibilidad (hasta hace no muchos años) y los parajes solitarios, siempre favorecen la creación de mitos y leyendas, que han sido transmitidos de generación en generación, probablemente en mitad de conversaciones a la luz del fuego, en las largas y heladas noches del riguroso invierno soriano. 
Así pues, Antonio Machado plasmó parte de esas historias en su trabajo "La tierra de Alvargonzález" , en el cual relataba las peripecias de dos hombres que habían acabado con la vida de su padre para percibir una más que cuantiosa herencia. Tras matarlo, habían culpado a un inocente de la muerte, y una extraña maldición se apodera de ellos. Su madre, tras la muerte de su marido, se muere de pena, y las tierras familiares dejan de producir hasta tal punto que no crecía ni la hierba. La historia finaliza cuando los hermanos parricidas son engullidos por la Laguna Negra tras pasar cerca de sus aguas. A partir de ese momento, las tierras son liberadas del embrujo y vuelven a ser fértiles como lo eran antaño. 

 Esta historia, que posiblemente fue una adaptación de poema del Cid, corrió como la pólvora entre las gentes que poblaban los alrededores de la laguna, haciendo que nuevas leyendas comenzaran a forjarse en torno a esta. 


Laguna Negra


A pesar del impacto de la historia de Machado, las leyendas ya provenían de siglos atrás, ya que se aseguraba que un enorme lagarto atrapaba a los incautos paseantes que se atrevían a acercarse a las orillas de la laguna, arrastrándolos al fondo en silencio, no volviendo a aparecer jamás.
El arraigo de este tipo de leyendas ha hecho que llegara hasta nuestros días la falsa creencia de que la laguna no tenía fondo conocido, y que ningún explorador había conseguido encontrar el lecho rocoso en sus inmersiones. Este dato, que a día de hoy sigue permaneciendo en el inconsciente colectivo es falso, ya que la profundidad está datada entre los 8 y los 10 metros, dependiendo de la zona estudiada. 

Desde una visión más científica, la Laguna Negra es un paraje espectacular, en el que podemos ver como la erosión glacial y otros fenómenos naturales han "tallado" un paisaje abrupto, en el que también podemos observar las rocas desplazadas a cientos de metros de distancia por las lenguas de hielo, mostrándose completamente desubicadas en mitad de las zonas de vegetación abundante. 


Gran roca desplazada por el glaciar



Los brutales fenómenos naturales allí presentes han sido en multitud de ocasiones desplazados por las historias casi paranormales de la zona. Aún así, tenemos que analizar la raíz de todos estos conglomerados de leyendas, ya que siempre suelen ocultar una solución práctica a los temores de las distintas épocas, y han sido creados con una intención pedagógica o ética. Si hacemos una amplia retrospectiva, nos damos cuenta de que muchas de las religiones existentes han basado sus fundamentos en los mismos principios. Por ejemplo, muchos estudiosos afirman que la prohibición de comer cerdo por parte del la confesión islámica fue debido a la existencia de numerosas pestes y enfermedades que hace dos milenios ocasionaba el consumo de esta carne. De esta manera, se evitó que la población enfermara, y la lección, revestida de un tono sobrenatural, acabó siendo un consejo sanitario efectivo. 
Pareciera que estas argucias han caído en desuso, sin darnos cuenta de que algunas de nuestras propias tradiciones del siglo XXI provienen de circunstancias semejantes. Por ejemplo, el acto de tomar "las uvas" en nochevieja, procede del año 1909, cuando una excelente cosecha de esta fruta hizo que los productores inventaran este acto social para dar salida a sus rebosantes almacenes. Desde entonces, cada año, son miles las toneladas de uvas que se consumen por esta tradición mercantilista. 
La invención de maldiciones y criaturas del abismo en la Laguna Negra podría responder a una forma de aleccionamiento muy simple que, ejercida sobre la población de los alrededores, habría conseguido su finalidad. En este caso concreto, los habitantes de las zonas vecinas, que en su gran mayoría no sabrían nadar, deberían permanecer alejados de estas láminas de agua, ya que su entrada en ellas podría provocarles un grave accidente. Con el miedo presente en los receptores de las leyendas, se aseguraban que permanecían seguros "en tierra firme". 


Arroyo saliente de la Laguna Negra


En la edad moderna, muchas de estas historias han sido desterradas, debido a que se ha demostrado ser completamente falsas o erróneas. De este modo, nuestra generación se encuentra ante el dilema de mantener o no estas tradiciones, ya que en numerosas ocasiones forman parte de la cultura local y popular. No debemos olvidar que muchas de estas historias reflejan miedos domésticos del día a día, y muy relacionados con la historia y el paisaje de las diversas zonas. Esos miedos, a día de hoy han podido desaparecer, suplidos por las nuevas tecnologías, pero han surgido otros muchos. Esos temores cotidianos, es probable que den lugar a nuevas leyendas, que serán rebatidas con el paso del tiempo. Desde luego, parece que hemos perdido parte de nuestra esencia, ya que antes los miedos se enfrentaban en comunidad y a la luz del fuego, mientras que ahora basta con un teléfono móvil y la soledad. 

martes, 28 de enero de 2025

Los vetones: una historia borrada.

Hace casi 2500 años, la península Ibérica era un hervidero de tribus y clanes que pujaban por establecerse en los vastos territorios de lo que hoy conocemos como España. Miles de hombres y mujeres deambulaban por el continente europeo, aprovechando las entonces primitivas rutas comerciales, tratando de escapar sobre todo de los duros climas del norte. Entre ellos, un gran número de migrantes conocidos como "vetones", se asentaron entre los ríos Duero y Tajo, en pleno sistema central. Aunque su presencia no se extendió más que unos pocos siglos en el tiempo, llegaron a ocupar amplias zonas entre las ciudades actuales de Salamanca, Ávila y Cáceres. 


Mapa de su territorio. Fuente: Cuadernos manchegos


A pesar de las dificultades con las que se encuentran los historiadores y arqueólogos, estos coinciden en que la tribu llegó desde el norte de Europa, y se cree que tenían una arraigada fama de viajeros, guerreros y saqueadores. Aunque pueda parecer que eran mal vistos, lo cierto es que el resto de pobladores de aquella época coincidían en su manera de afrontar la vida y modus operandi con los vetones. Como podemos imaginar, la violencia y los cambios de territorio imperaban en el día a día de la época.

De tal manera, las primitivas sociedades poseían una economía de subsistencia, combinando la recolección de frutos y la caza, con el cultivo de tierras y la crianza del ganado propio. Además, ciertos clanes como los vetones, llegaron a formar su seña de identidad propia gracias a su arqueología, que a pesar de su simpleza, ha perdurado en el tiempo. 


Los vetones

Y es que estos clanes, que convivieron en el tiempo con sociedades llenas de misticismo como los celtas, no se quedaron atrás, y crearon sus propias defensas contra lo invisible. En su caso, nos hicieron llegar hasta nuestros días sus famosos "verracos" de piedra. Estas figuras zoomorfas, que representan toros, cerdos y jabalíes, habrían servido como amuletos, propiciando las buenas cosechas y el buen resultado de sus técnicas ganaderas. Además, estas moles de piedra habrían servido para delimitar su territorio, advirtiendo a otros posibles invasores que esas tierras les pertenecían. 

Todas estas conclusiones, son meramente teóricas, ya que no existen pruebas fehacientes de estos acontecimientos, borrados ya por el inexorable paso del tiempo. De hecho, no sería hasta unos pocos siglos después, con la llegada del imperio romano, cuando empezarían a surgir historiadores de renombre, que comenzaron a documentar extensamente todo lo que ocurría en su tiempo. 

Así pues, cada nuevo hallazgo sobre los vetones es tomado como una gran victoria, ya que viene a cubrir esos enormes huecos en la historia de esta antiquísima sociedad prerromana. De hecho, los vetones saltaron a los titulares de toda la prensa española, cuando un verraco que se encontraba oculto apareció en unas obras de restauración anexas a la muralla de Ávila, volviendo a despertar la curiosidad sobre este clan por parte del público general. Este descubrimiento no fue único, ya que en la propia capital abulense se han encontrado varias de estas esculturas zoomorfas, quedando repartidas a día de hoy por toda la ciudad. 

Pero sin duda, la agrupación más famosa de estas reliquias pétreas se encuentra cerca de la localidad de El Tiemblo, también en Ávila, donde reposan cuatro de estas obras, conocidas como "los toros de Guisando". 


Los toros de Guisando


Este recinto, completamente habilitado para su visita, cuenta la historia de las cuatro piezas arqueológicas, así como unas breves pinceladas de sus creadores los vetones. 

Las esculturas, datadas entre el siglo IV y el siglo III AC, presentan más dudas que certezas, ya que ni siquiera se sabe si están representando a toros o a cerdos sementales (verracos), y no han sido encontrados en un entorno arqueológico completo, por lo que apenas se sabe nada de ellos. 


Toro de perfil con inscripción


Siglos más tarde, algunos acaudalados romanos, grabaron en sus costados leyendas en latín, honrando a sus luchadores o a miembros difuntos de su propia familia. Hoy en día, aún son apreciables las inscripciones en el granito, aunque los historiadores no están seguros de la veracidad de todas ellas. 

Este desconocimiento histórico general, provoca una curiosidad exacerbada sobre los vetones y sus figuras, dando al lugar un halo de misterio difícilmente superable si tenemos en cuenta que "solo" se trata de cuatro esculturas toscamente talladas en la piedra. 

Por suerte, los vetones no solo dejaron sus figuras zoomorfas, sino que aún perduran los restos de sus asentamientos. Uno de los más reseñables, denominado "Ulaca", se encuentra a escasos 40 kilómetros de los toros de Guisando y muy cerca de la capital abulense. Allí, en una montaña de laderas escarpadas, las primitivas murallas delimitan el espacio donde 1500 habitantes hacían frente a los rigores climáticos y bélicos de la época. 

El paraje, que encierra formaciones rocosas extremadamente curiosas moldeadas por la erosión, parece sacado de una película de ciencia ficción, ya que muchas de estas rocas se encuentran en un equilibrio casi imposible.


Rocas en "suspensión"


En agosto de 2021, un gran incendio, iniciado en una carretera cercana por la avería de un vehículo, arrasó por completo las 70 hectáreas de las que se compone el yacimiento. Esta extensión, se sumó al total de 10.000 hectáreas calcinadas, provocando la devastación completa de la zona afectada. 


Incendio visto desde Ávila. Fuente: El País


Hoy en día, ya no se pueden apreciar a simple vista las huellas del fuego, pero si que uno tiene la sensación de deambular por un paraje casi desértico. Por suerte, la aparición de las primeras especies arbustivas y la ganadería de la zona, brinda algo de vida a un paisaje casi moribundo. 


Los caballos se afanan en alimentarse


Tras afrontar una gran subida por senderos pedregosos, nos toparemos con la primera línea fortificada del asentamiento, una gran barrera de piedras amontonadas que conforma la primitiva muralla. 

La ubicación del poblado, ubicado a más de 1500 metros de altitud, unido a la presencia de estas estructuras, otorgaban un grado máximo de seguridad a sus habitantes, pero generaba grandes problemas logísticos al tener que ascender y transportar víveres y útiles desde los campos cercanos. 


Muralla de Ulaca


Basta con echar un rápido vistazo al murallón para ser conscientes de la dureza de la vida en aquella época. El inclemente tiempo reinante, la altitud, el peso de las rocas, y la escasa tecnología reinante, convertirían la existencia de cualquier vetón en algo digno de admirar. De hecho, la edad media de la población rondaba la treintena, algo más que reseñable, dada la dureza de sus actividades. 

A pesar de lo que pueda parecer, los vetones lograron dominar el terreno en el que se instalaron, y trataron de hacer su vida agradable y cómoda dentro de las limitaciones de la zona. Un claro ejemplo es la estructura de una sauna, que ha llegado en relativo buen estado hasta nuestros días. 


Sauna de Ulaca

Si los historiadores y arqueólogos están en lo cierto, los vetones fueron capaces de conseguir los suministros básicos para más de 1000 personas en lo alto de una montaña, un objetivo que, a simple vista, es imposible de lograr con las infraestructuras de la época. En nuestros días, los sistemas necesarios para abastecer de agua a una localidad semejante requeriría de una estructura nada desdeñable. Además, otra de las líneas básicas sería para evacuar los deshechos generados por la población. 

Sea como fuere, los vetones consiguieron poblar la cima, y todavía podemos ver los restos de sus viviendas adaptándose a las caprichosas formas de la roca. 


Viviendas

Como ya hemos visto, los vetones trabajaron duro, y todo ello lo hicieron sin descuidar su lado más espiritual. En una zona del castro, moldearon el espacio para celebrar sus rituales y ofrendas a sus deidades. Por desgracia, hoy en día desconocemos a que alababan o a qué temían, aunque se intuye que sus ritos irían en consonancia con el resto de tribus coetáneas, y los elementos naturales que afectaban a las cosechas serían su principal preocupación. 

Para estimular los procesos productivos, el poblado contaba con un santuario, presidido por un espectacular altar de sacrificios, que ha llegado casi intacto hasta nuestros días. 


Santuario vetón


Como es de imaginar, el altar de sacrificios es la estructura más llamativa de la ciudad fortificada, y emblema indiscutible del yacimiento. Una vez que el visitante recorre sus piedras talladas, es inevitable sentir esa emoción de saberse en un lugar milenario cargado de historia y de misterio. 


Detalle del altar de sacrificios


Probablemente los vetones no eligieran la ubicación de su ciudad de una forma azarosa. El paisaje, con sus rocas moldeadas de maneras imposibles, tal vez ejercieron un papel determinante a la hora de planificar la creación del castro. En esa cultura milenaria llena de supersticiones, es probable que la simbología de estos parajes transmitiera mensajes que hoy en día hemos dejado de percibir. Además de su posición elevada e inexpugnable, parece que la ubicación de Ulaca buscaba una manera de estar más conectada con sus dioses y tradiciones. Como no podía ser de otra manera, en el propio recinto amurallado se han encontrado los ya famosos verracos de granito, siendo visitables actualmente en alguna de las localidades cercanas al yacimiento. Estas moles pétreas, son exhibidas a día de hoy con orgullo por parte de los locales, quienes han elevado sobre pedestales las figuras, como es el caso del ubicado en el pueblo cercano de Solosancho. 


Verraco de Solosancho encontrado en Ulaca

Por suerte o por desgracia, los vetones desaparecieron de la península ibérica con la romanización, ya que multitud de tribus y clanes sucumbieron al poderío militar de la antigua Roma, hibridándose en todos los sentidos con los nuevos pobladores. Aquellos que osaron resistir al imperio, acabaron en su mayoría derrotados con gran crudeza ante su implacable ejército. De hecho, asentamientos ya visitados por este blog, fueron casi aniquilados de la faz de la tierra, como es el caso del poblado celtíbero de Numancia.

A nivel cultural, se formó una gran maraña en la que era muy complicada la separación entre las costumbres locales y las importadas, haciendo imposible su estudio por separado. Como ocurre en la mayoría de casos, las lenguas, los ritos y las tradiciones están en constante cambio, siendo alimentadas e mezclándose unas con otras. De hecho, con la llegada del cristianismo, toda la historia anterior trató de borrarse rápidamente para facilitar la implantación de las nuevas creencias. Este proceso hizo que muchas de las historias quedaran en el olvido, y otras fueran retocadas y tergiversadas. Los hombres de poder, que tenían los medios para extender sus dogmas de manera oral y escrita, confeccionaron un relato personalizado sobre este pasado no escrito, orientándolo a sus objetivos, que normalmente se alineaban con la consecución de más poder. Con el paso de los siglos, estas creencias mayoritarias irán en retroceso, dando la oportunidad a que nuevas teorías se implanten y desarrollen, y probablemente parte de la historia actual se vea difuminada a ojos del ser humano del futuro lejano. No es descabellado que un día nuestra civilización, que hoy creemos moderna y avanzada, sea borrada de la historia, al igual que otras civilizaciones borraron a los vetones de su memoria. 



 


lunes, 27 de enero de 2025

La berrea: la llamada del otoño.

Probablemente, en España haya pocos espectáculos naturales como el celo de los cérvidos, vulgarmente conocido como "la berrea". 

El ritual del cortejo, enormemente llamativo, es un proceso violento, en el cual los ejemplares más poderosos se ven obligados a demostrar su fuerza año tras año, ya que su reproducción y sus territorios están en juego. 

Durante la mayor parte del año, los animales salvajes que habitan nuestros bosques se mantienen escondidos, alejados de la mirada humana. Su discreción y mimetización con el entorno es esencial si quieren sobrevivir a la acción humana y a sus depredadores naturales. A decir verdad, el hombre y sus armas son una de las pocas especies que se sitúa sobre ellos en la pirámide alimenticia. La presión ejercida sobre la naturaleza ha provocado que los depredadores de grandes herbívoros hayan casi desaparecido de la geografía española. 

Este gran silencio se ve roto al finalizar el verano, ya que los ejemplares machos entran en un estado de agitación que no es posible observar el resto del año. Las hembras, por su parte, se muestran receptivas, y los instintos más primarios comienzan a aparecer. Estos comportamientos innatos en estas especies, tienen como finalidad hacerse con un número de hembras suficientes para asegurar la supervivencia de la especie, seleccionando los genes más poderosos, y relegando a un segundo plano a los portadores de genes más conformistas y débiles. 


Ciervo paseando por la llanura



 
Además de un objetivo reproductivo, la berrea también redimensiona los territorios de pasto, dejando a los machos más fuertes con los terrenos más productivos de las diferentes zonas. Estas nuevas fronteras se irán desdibujando a medida que el celo desaparezca y la agresividad descienda en todas sus facetas. Normalmente, las manadas serán más o menos gregarias, dependiendo de la especie. Por ejemplo, los corzos suelen ser animales más solitarios, mientras que los ciervos son capaces de formar rebaños más numerosos, coexistiendo con otros machos de diversas edades. 

Esta relativa calma, y como ya hemos comentado, se rompe totalmente con la llegada del otoño, ya que los machos comienzan a convertirse en seres hostiles, y comienzan a golpear con sus cuernas las ramas y otros elementos, para que otros congéneres observen que se están adentrando en "terreno peligroso". Estas astas, que han crecido desde la primavera, caerán de manera natural con la llegada del invierno, una vez que el ejemplar ha pasado la temporada de celo. Este proceso es conocido como "desmogue", y deja a los ejemplares sin ningún tipo de defensa aparente. Cada año que pase, los cuernos obtendrán más largura, más grosor, y en determinadas especies, más puntas, algo en lo que se pueden basar las estimaciones de edad. 


Las ciervas esperan que acaben las disputas


La berrea, que tiene sus máximos de intensidad al amanecer y al atardecer, puede escucharse a kilómetros de distancia, dependiendo de la corpulencia del macho o la especie que la provoca. Los alaridos se reproducirán con más intensidad en terrenos rocosos, haciendo saber al resto de machos que un ejemplar está conquistando el espacio, del cual deben huir o enfrentarse. 

Los combates entre ejemplares son habituales en esta época del año, aunque rara vez provocan daños graves en los animales. Normalmente, las peleas consisten en una unión de cornamentas, en las que cada individuo pone su empeño en hacer retroceder al otro, hasta que uno de los dos decide abandonar a la carrera la zona. Estas luchas suelen repetirse con facilidad, y suelen ser presenciadas por las hembras cortejadas, como si de un espectáculo se tratara. 


Ciervos peleando. Fuente: Deposit files


Aunque no es algo habitual, los accidentes ocurren, y dos machos pueden quedar completamente enganchados por sus respectivas cornamentas, haciendo que uno de los dos muera. Si esto ocurre, el otro macho está condenado a morir si no se actúa con prontitud, ya que el peso de su compañero acabará por dejarlo agotado y moribundo. 


El macho y su "harén"


Con el paso de las semanas, los machos más poderosos irán conformando su manada de hembras reproductoras, a las que vigilará constantemente por si otros machos tratan de cortejarlas y montarlas. Estas hembras, obtendrán los pastos más nutritivos en función del macho que se haya hecho con su control. Después del apareamiento otoñal, y si todo ha funcionado correctamente, una nueva generación nacerá antes del verano siguiente, dependiendo mucho de las condiciones meteorológicas. 


Gamo macho con una hembra

Los gamos y los corzos, otras especies de cérvidos presentes en España, cuentan con ciertas peculiaridades en sus respectivas berreas, pudiendo reconocer la especie que provoca los gritos sin ningún genero de dudas. En el caso del primero, su grito bien podría asociarse a un "eructo" humano. 


Gamo berreando en Lacuniacha (Huesca)


El gamo es un tipo de cérvido presente en España, aunque mucho menos numeroso que los ciervos y los corzos, y no presente en todas las comunidades autónomas, ya que su expansión es muy irregular. Por el contrario, las otras dos especies de cérvidos son fácilmente localizables en la península, contando con un alto número de ejemplares. En el caso del corzo, sus cantos guturales son similares al ladrido de un perro, como se muestra a continuación:


Corzo en plena berrea


 Tanto los machos de corzo como de gamo, producen sonidos contundentes pero breves, mientras que los ciervos son capaces de prolongarlos en la lejanía en tandas largas, que suelen entremezclarse con el sonido de otros machos de la especie. 


Berrea del ciervo en Valdemoros


Como vemos, los "cantos" de cada especie difieren mucho en su forma, aunque los tres tienen una intención común. Esta actitud, prolongada a lo largo de semanas, provoca un tremendo cansancio en los machos, debido a que sus tareas de vigilancia y marcaje son repetidas casi las 24 horas del día. En las horas centrales, estos ejemplares tratan de alimentarse y descansar, aunque todo dependerá del nivel de competencia de la zona. 

Por supuesto, de cara al humano, a mayor competencia, mayor espectáculo. Bastará con ubicarnos en el lugar adecuado y simplemente esperar a que el sol se oculte tras el horizonte. Esta espera debe realizarse con respeto y tranquilidad, ya que no debemos olvidar que nos encontramos en espacios naturales donde somos los invitados y no los protagonistas. La consigna de "no interferir" en estos procesos naturales debe de ser una premisa inquebrantable, ya que para los animales es un momento importante y estresante donde no debemos añadir más tensión por nuestra parte. 

En España, tenemos la gran suerte de contar con numerosas zonas donde se concentran grandes rebaños de ciervos corzos y gamos, y por lo tanto, la berrea está asegurada. 

Por ejemplo, en las cercanías de Herrera del Duque (Badajoz), se han creado una serie de miradores donde los animales pueden observarse con facilidad, tanto de día como de noche. Ese gran observatorio de la berrea es un sitio fascinante donde podremos encontrar a las tres especies de cérvidos nacionales, garantizándonos una experiencia única. Lamentablemente, los locales no siempre permiten disfrutar del espectáculo en el silencio que este merece, y la noche puede convertirse en una improvisada "fiesta" donde la grandiosa naturaleza se ve empañada por los actos humanos. 

Sin movernos de Extremadura, contamos también con otra zona de suma importancia, y no solo en cuanto a cérvidos se refiere, nos referimos sin duda alguna al gran Parque Nacional de Monfragüe, donde los ciervos se mueven a sus anchas a lo largo de todos los distintos paisajes que nos ofrece el entorno. 

Si entramos en esta demarcación, debemos de ser conscientes de seguir una estricta normativa al encontrarnos dentro de una zona protegida, con restricciones y normas que debemos acatar por el bien de los animales. Como contrapartida, podremos tener un contacto casi directo con decenas de especies de mamíferos y aves que pueblan los abundantes roquedos del parque. 


Tal vez algunos animales no estén de acuerdo con tanta norma


Si no podemos desplazarnos hacía zonas de monte abierto o no estamos preparados para ello, siempre nos queda la opción de visitar algunos de los parques faunísticos modernos, donde los cérvidos se encuentran en cautividad. Esta modalidad, mucho menos espectacular, podría estar diseñada para un público más infantil o con problemas de movilidad, ya que normalmente las rutas carecen de dificultad. Si optamos por esta alternativa, debemos de tener en cuenta los tiempos recomendados de la berrea, ya que pueden ser incompatibles con los horarios de los parques. 

A pesar de este handicap, la berrea se realiza durante todo el día, aunque con menos intensidad cuando el sol está en su máximo esplendor. 


Resultado de la berrea


Si las precipitaciones y el clima han sido propicios, los pastos ofrecerán a los cérvidos el alimento necesario para vivir y reproducirse. Si no interferimos, la berrea seleccionará a los ejemplares más competitivos y una nueva generación verá la luz al año siguiente. Si ponemos de nuestra parte, sabremos disfrutar de estos auténticos espectáculos naturales vistosos y gratuitos, y preservaremos parte del ecosistema que nos rodea. 

martes, 21 de enero de 2025

Santander apocalíptico: entre el vapor y el fuego.

Ya desde su fundación, Santander ha sido siempre considerada una ciudad clave en el comercio marítimo. Su gran virtud es poseer una enorme bahía natural de largas playas a salvo de las fuertes corrientes del normalmente embravecido mar Cantábrico. Las grandes olas generadas rompen incesantemente contra los escarpados acantilados de la fachada norte, a escasos cientos de metros de la capital cántabra. Algo muy distinto sucede en el interior del estuario, donde las aguas permanecen tranquilas, rodeadas de kilométricas playas de arena fina. 
En sus inicios, los puertos de Santander eran destinados al trasiego constante de todo tipo de mercancías provenientes de los puntos más diversos de la geografía española y mundial. Este tráfico aumentó de manera exponencial, haciendo de motor de una ciudad que creció enormemente en la edad media y siglos venideros. Con la llegada de la edad moderna, ya no fueron solo barcos mercantes, sino que el turismo comenzaba a llegar de manera masiva, atraído por los encantos de la ciudad. Los grandes barcos de transporte de personas y mercancías comenzaron a ver en la bahía el punto perfecto para iniciar sus viajes que conectan España con Reino Unido, y las enormes embarcaciones comenzaron a ser usuarios fijos de sus muelles. 


Santander, vista desde su bahía


En la actualidad, Santander ha conseguido fusionar en un mismo litoral el ocio de sus playas urbanas con el negocio de la pesca y el transporte. Por ello, la bahía se convierte en un hervidero de embarcaciones y personas, sobre todo con la llegada del verano y las buenas temperaturas. 
Pero, sus normalmente calmadas aguas, esconden una de las páginas más terroríficas ocurridas en España en los últimos siglos: la catástrofe del "Machichaco". 

El 3 de noviembre de 1893, una embarcación se aproximaba al muelle número 2 de la zona de Maliaño. Este barco, que había salido de Bilbao semanas atrás, había permanecido fondeado y bloqueado en la otra orilla de la bahía cumpliendo la reglamentaria cuarentena, ya que el cólera, una descontrolada enfermedad bacteriana de la época, había causado estragos en la capital bilbaína. Ante la imposibilidad de detectar científicamente si la tripulación portaba la tan temida enfermedad, el destino de todos los viajeros y sus mercancías era aguardar al menos 10 días sin contacto humano. Tras este tiempo, las autoridades portuarias verificaban el estado de salud del convoy, permitiendo o denegando su acceso a puerto.  Por suerte o por desgracia, el barco de nombre "Machichaco" , fue encaminado finalmente a la zona de muelles de la capital Santanderina. 


El "Machichaco". Fuente: El Diario


El mercante, impulsado por vapor, había zarpado de Bilbao en dirección a Sevilla, pertenecía a la compañía Ibarra, y recorría varios puertos cargando y descargando mercancías y bienes en cada una de sus escalas. En el momento de su atraque en el pantalán santanderino, el buque portaba más de 1500 toneladas de carga, almacenadas en su bodega y en su cubierta. De esa cantidad, muchos kilogramos estaban entre los considerados materiales inertes (que no pueden entrar en combustión), tales como hierro, hojalata o tornillos. Sin embargo, la pesada carga también constaba de numerosas unidades de brea, aceites, y unas 46 toneladas de dinamita, repartidas en numerosas cajas. 
A pesar de que una cifra ínfima de ese material iba destinado a la industria Santanderina, las autoridades navales desconocían que el barco poseía una carga tan destructiva en su interior. Esto se debe a que las leyes y las corruptelas de la época, no obligaban a declarar la carga a los barcos de cabotaje (técnica que consiste en descargar y cargar diversos materiales en cada puerto, haciendo que el barco nunca se encuentre vacío y siempre permanezca en ruta). 
Tras una complicada descarga que se iniciaba a primera hora de la mañana, dos tripulantes detectaron humo en una de sus bodegas, algo que comprobaron al desatrancar la puerta de ese mismo compartimento. Al entrar el oxígeno, el humo se convirtió en fuego, llegando muy pronto a la cubierta, azuzado por los materiales inflamables que portaba el barco. 
Sobre las dos de la tarde, el humo se hacía visible en el pantalán número 2 de la zona de Maliaño. Este hecho, alertó a los primitivos cuerpos de bomberos de la ciudad, que a toda prisa trataron de contener el fuego que se extendía fuera de control sobre la cubierta del Machichaco. 


Incendio del Machichaco


El humo, con el paso de los minutos comenzó a hacerse presente en todo el puerto, y muchos de los habitantes y trabajadores de las zonas colindantes se acercaron a los muelles con el simple objeto de curiosear. 
A partir de ahí, un cúmulo de casualidades iban a entrar en acción de manera despiadada. 
La noticia de que el carguero iba cargado de explosivos se extendió rápidamente por los presentes, haciendo que muchos de los presentes abandonaran el puerto y sus proximidades. Ante el nerviosismo, algunas voces comenzaron a aseverar que la dinamita había sido descargada ya y el peligro era inexistente. Este relato, fue creído a pies juntillas por los allí congregados, ya que se verificó que los operarios habían descargado dinamita en la ciudad, pero no conocían que solo se habían extraído unos pocos kilogramos de tan peligrosa carga. 
Aun así, y con todo el razonamiento científico a su favor, los más versados en estos temas afirmaban que la dinamita no podía explotar sin la existencia de un detonador, y efectivamente así era. 


Machichaco en llamas. Fuente: Prácticos de puerto


Por desgracia, los conocimientos sobre estos materiales no incluían el agua de mar y su  interacción con los materiales explosivos.
Tras romper varias de las compuertas interiores, los tripulantes lograron que las frías aguas del Cantábrico empaparan parte de la carga en llamas, desconociendo que la dinamita comenzó por este hecho a desprender pequeñas gotas de su componente más peligroso: la nitroglicerina. Debido a esto, todo el barco fue quedando impregnado de este producto, convirtiéndolo en una estructura a vulnerable a estallar. 
Como no podía ser de otra manera, y tras varias horas ardiendo, a las cuatro de la tarde una gran explosión hizo volar el carguero, arrasando gran parte de los muelles y de la propia ciudad. Debido a la magnitud de la detonación, el navío comenzó a hundirse. 


Recreación de la explosión. Fuente: Cant liberal



La deflagración del Machichaco fue tan potente que numerosas piezas del barco y del entorno fueron lanzadas a kilómetros de distancia, convirtiéndose en piezas de metralla que impactaron en un primer momento contra la muchedumbre allí congregada. 
Y es que el incendio del navío no hizo más que de reclamo para cientos de personas, que contemplaron horrorizadas como una nube de fuego y restos los barría de la zona portuaria. 
En total, casi 600 personas murieron en la explosión, y otras 2500 resultaron heridas, algunas de ellas horriblemente mutiladas.
Tras el desconcierto inicial, el caos se apoderó de toda la ciudad, y los escasos medios disponibles trataron de socorrer a la multitud afectada, que yacía en un amplio perímetro del litoral costero. 


Varias calles fueron completamente arrasadas. 


Según las investigaciones, la carga detonó porque los servicios de emergencia trataban de perforar el casco del barco para abrir vías de agua, y uno de estos certeros impactos contra un remache hizo de percutor sobre la totalidad de la carga. Esta solo fue una de las calamidades casuales que se alinearon aquella tarde en Santander, ya que fue una catástrofe completamente evitable si el barco hubiera declarado la carga que llevaba, ya que probablemente no le hubiera sido otorgado el permiso de descarga en ese muelle. Además, el propio cargamento que portaba (tornillos, raíles de tren y otras piezas metálicas) hizo que la explosión usara esos objetos como metralla, creando un daño aún mayor si cabe a los habitantes que allí se reunían. Por si fuera poco, el humo previo a la detonación provocó una enorme migración de curiosos a la zona, circunstancia que multiplicó el número de víctimas. 


Restos del barco hundido. Fuente: El diario


Durante décadas, por no decir siglos, los restos del Machichaco han ido emergiendo de las profundidades de la bahía, cada vez que las continuas remodelaciones de los muelles removían el fondo marino. 
A día de hoy, los efectos de la explosión son inexistentes, y la zona, más de dos siglos después, ha ido recuperando la normalidad, renovándose para acomodar las nuevas demandas que el puerto exige. 

Croquis de la zona afectada


La página web "Prácticos de puerto", hizo un perfecto ejercicio de superposición, ubicando el punto exacto donde hoy en día se ubicaría el barco Machichaco, al igual que dibuja la antigua línea de pantalanes y muelles. 
Si en la actualidad paseamos por la zona, encontraremos un monumento erigido en memoria de las víctimas del desastre ocurrido en 1893. 



Monumento en el 1900 y en la actualidad


Como vemos, el monolito erigido en 1897, no ha variado apenas ni en su forma ni en su estructura, convirtiéndose en prácticamente el único punto que rememora lo que allí ocurrió.
En fechas no muy lejanas (2020), la capital libanesa de Beirut sufrió unos acontecimientos que recuerdan por su forma a lo vivido en tierras cántabras, ya que tras un incendio en la zona de almacenes del puerto, una enorme cantidad de nitrato de amonio detonó brutalmente, haciendo desaparecer gran parte de la zona portuaria y afectando gravemente a miles de edificios cercanos. El suceso provocó que 220 personas murieran y otras 300.000 se quedaran sin hogar. 


Recopilación de Euronews


Tal vez, la sucesión de vídeos que publicaron los desafortunados libaneses que tuvieron que presenciar la explosión, podría darnos una idea acerca de lo que sufrieron los santanderinos siglos atrás. 

A pesar de la gran catástrofe vivida por la ciudad, Santander consiguió reconstruirse y borrar las cicatrices del Machichaco, aunque la calma solo duraría unas décadas, ya que el peligro comenzaría a cernirse nuevamente sobre la bahía, esta vez en forma de viento. 
En 1941, y tras las enormes penurias vividas durante la guerra civil terminada en 1939, la capital santanderina trataba de volver a una suerte de normalidad, al igual que el resto de los habitantes de una España hambrienta y parcialmente devastada. 
El 15 de febrero, los barcos se agitaban en el puerto debido a una grave depresión atmosférica que estaba generando vientos de aproximadamente 200 kilómetros por hora. Esta cifra, simplemente orientativa, fue dada tras la destrucción de todos los anemómetros y estaciones meteorológicas de la zona por la propia tormenta. 
En las cercanías de la zona portuaria, una pavesa de una chimenea provocó un pequeño incendio, que debido a la velocidad del viento, pronto tomó carices apocalípticos al barrer todo lo que se encontraba a su paso. Esta teoría nunca pudo ser demostrada, y otros optaban por achacar el fuego a un cortocircuito en el tendido eléctrico.


Incendio de 1941. Fuente: Diario Cantabria


Las llamas, que se iniciaron en la calle Cádiz, muy pronto se encaminaron hacía el casco histórico de la ciudad, devorándolo casi por completo. 
Debido a que la zona central de la ciudad se encontraba en una colina, las laderas propiciaron que el incendio se hiciera más peligroso y voraz conforme avanzaba por sus calles. 


Santander arrasada. Fuente: El tomavistas


En aquella época, muchas de las casas poseían cantidades ingentes de madera en sus estructuras. Además los muebles y enseres también estaban hechos de materiales combustibles, lo que hacía casi imposible la extinción del fuego. 
Por si fuera poco, una mala ordenación de los inmuebles hacía que estos estuvieran demasiado juntos entre sí, lo que provocaba que las llamas pasaran de uno a otro sin apenas esfuerzo. 


Autoridades en el entorno de la catedral


Como era de esperar, la única posibilidad de intervención por parte de los servicios de extinción llegó con el cese del potente vendaval, ya en el tercer día. A estas alturas, casi todo el centro histórico quedó completamente destruido, y decenas de miles de personas perdieron sus viviendas. 
Además, el rastro del fuego arrasó la parte comercial de la ciudad, por lo que se produjo un gravísimo desabastecimiento que las autoridades trataban de subsanar, mayoritariamente en vano. 
Por si fuera poco, el humo convirtió la capital cántabra en un pozo de aire irrespirable y destrucción, donde sus habitantes vagaban sin rumbo por las calles. Mientras tanto, los que habían perdido sus casas, depositaban sus enseres en cualquier esquina, tratando de resistir el frío invierno que sobre ellos se cernía.
Se cree que 10.000 personas fueron afectadas de manera directa por las llamas, aproximadamente un 10% de los residentes en la localidad. Muchas familias perdieron sus casas, y otras muchas sus negocios. 
Además, los hospitales se colapsaron debido al centenar de heridos que había provocado el incendio. Por "suerte", tan solo dos personas perdieron la vida, puesto que quedaron atrapadas bajo estructuras derrumbadas.


Mapa superficie afectada. Fuente: Diario montañés


El cuarto día, las condiciones meteorológicas volvieron a cambiar, y una fina lluvia comenzó a caer sobre la capital santanderina. Este hecho, provocó que el incendio pudiera darse por controlado, aunque se tardaron dos semanas en calificarlo como extinguido. 
El denso humo fue desapareciendo y las consecuencias de la catástrofe comenzaron a ser perfectamente visibles. Un gran solar sin apenas estructuras reconocibles se había apoderado del centro de Santander, y decenas de miles de vecinos comenzaron una migración forzosa a otros puntos de la comunidad y de la península. 


Santander arrasada. Fuente: El diario


Contra todo pronóstico, la devastación dio paso a la esperanza, y el desastre dio paso al negocio. Toda la zona centro de Santander comenzó una profunda reorganización, y los nuevos edificios comenzaron a poblar rápidamente las zonas quemadas. Este decidido paso urbanístico, llevó a una mejor planificación de la ciudad y una modernización nunca antes vista. Con la experiencia que las catástrofes le habían otorgado a la fuerza, la localidad tomó medidas de prevención que asegurarían su supervivencia en el futuro. 
Gracias a este impulso, los habitantes que habían perdido todo, consiguieron una fuente casi inagotable de empleo en su propia ciudad, y se paró en seco la migración hacia otras partes de España, haciendo que los barrios santanderinos volvieran a llenarse de vida. 
Desde la década de los 40, y tras el pavoroso incendio que asoló la ciudad, la capital cántabra convive en paz y armonía con su bahía, tolerando a los navíos que entran en sus aguas, y superando sin nervios las continuas "suradas" (como se conoce en la zona a los predominantes vientos del sur) que la bahía le arroja con periodicidad. 
Por suerte, la época de las grandes catástrofes fue superada, y exceptuando los ordinarios accidentes que cualquier urbe puede sufrir, la vida es habitualmente tranquila en la zona. De hecho, las sucesivas desgracias siempre conllevan un aprendizaje que se traduce en nuevas normas de seguridad para evitarlas en el futuro. 
A veces, solo una concatenación de circunstancias es suficiente para desencadenar un apocalipsis en la tierra, y Santander parece haber aprendido de sus errores, algo que solo el tiempo podrá confirmar.


La tranquilidad hecha realidad