sábado, 15 de septiembre de 2018

Gijón (Asturias). Un elogio frente al mar.

La catalogada como villa histórica de Gijón, es una de las ciudades más importantes de Asturias. Aunque el nombre originario de la ciudad se ha perdido en el tiempo, se cree que pudo ser de origen celta. El barrio más antiguo de la ciudad, conocido por "Cimavilla" era un antiguo promontorio, hoy conocido como cerro de Santa Catalina. En dicha colina, hoy se ubica uno de los símbolos más importantes de Gijón: "el Elogio del Horizonte", obra de Eduardo Chillida, escultor vasco.  Este artista ha diseñado otras estatuas similares, como el "Elogio del Agua" en Barcelona y el "Peine de los Vientos" en San Sebastián. Todas ellas conservan un diseño y una estructura similar, convirtiéndose en el estilo personal del escultor. 

Elogio del horizonte

La localidad ha tenido siempre un enfoque industrial, aunque en las últimas décadas ha sufrido una transformación dirigida a convertirse en una ciudad residencial y de descanso. 

El "Elogio" reposa sobre el cerro de Santa Catalina
La ciudad, de casi 300.000 habitantes, se extiende por el litoral cantábrico, ocupando una extensión nada desdeñable. 
Parte de la ciudad se encuentra junto a la playa de San Lorenzo, convirtiéndose ésta en una de las playas urbanas más conocidas. A pesar de su buena situación, los vertidos fecales y la contaminación de la ciudad ha obligado en varias ocasiones a cerrarla por motivos sanitarios. 


Playa de San Lorenzo vista desde el mar
Además de la zona de playas, como es natural, Gijón también posee un gran puerto de uso deportivo, anexo al centro histórico de la ciudad, y otro de uso industrial, algo alejado al Oeste de la ciudad. 


El puerto deportivo a las puertas de la ciudad antigua
Si paseamos por la zona portuaria, encontraremos varias plazas conectadas, en las que se hallan enclaves históricos de la ciudad, tales como el Ayuntamiento, la Plaza Mayor, y la estatua dedicada a "Don Pelayo", primer monarca del Reino de Asturias. Según la historia, Pelayo consiguió frenar la ofensiva musulmana y comenzó la reconquista de las zonas que habían caído ya en manos de los ejércitos del Sur. 

Estatua de Don Pelayo ubicada en la "Plazuela del Marqués"
Una de las esculturas más curiosas no tiene nada de histórica. Una gran "nube" de botellas de sidra se alinean en forma de árbol. Su finalidad es concienciar a la población de la necesidad del reciclaje. Para el visitante, no esta claro si esa escultura llama al reciclaje o a consumir un producto tan típico como la sidra asturiana.

Árbol de botellas
Si sobrepasamos la estatua de Don Pelayo, en dirección Este, llegaremos en pocos metros a la Plaza Mayor, donde se encuentra el ayuntamiento de la ciudad gijonesa. 

Ayuntamiento
Debido al estrechamiento que sufre la ciudad en esa zona, pasaremos del puerto deportivo a la zona de playas en apenas 500 metros. Una vez rebasada la plaza consistorial podremos admirar las alargadas playas, y su enorme e interminable paseo marítimo. 

Estatua de Octavio Augusto con la playa de San Lorenzo de fondo
A finales del Siglo I, el Imperio Romano extendió su imperio por tierras astures, fundando su ciudad en los alrededores del cerro Santa Catalina, donde hoy se ubica el ya mencionado barrio de Cimavilla. Durante la ocupación romana, la actual Gijón era conocida como "Gigia". 
En la imagen superior, podemos observar la estatua dedicada a Octavio Augusto, reflejando el pasado romano de la ciudad. 
Hasta nuestros días, se han conservado parte de las termas de la ciudad y otros vestigios. 

Termas Campo Valdés en Gijón
También merece la pena resaltar por su belleza, la parroquia de San Pedro. Este edificio, fue quemado en la Guerra Civil, y restaurado posteriormente, inspirándose en la arquitectura románica asturiana. 

Iglesia de San Pedro
Es obligatorio, para cualquier visitante, pasear tranquilamente por las calles de Gijón y mezclarse con el ambiente y sus gentes. Disfrutar de la gastronomía es fácil en una tierra en la que es imposible quedarse con hambre. Los cachopos, cocidos, preñados... todo ello regado con sidra de la tierra, harán de esta visita una experiencia gastronómica inolvidable.

Edificio modernista
A lo largo de Gijón, podemos encontrar muchos edificios modernistas, que dan colorido a la ciudad. 

Peculiar estructura de piscina, situada junto a Cimavilla
Para los amantes de los trenes, Gijón guarda un enorme tesoro: el Museo del Ferrocarril. 
En 1990, la Estación del Norte queda obsoleta para el tránsito de mercancías y pasajeros, y es clausurada. Del ajetreo de viajeros, se pasa a la calma de la restauración. Poco a poco, la estación y sus vías se van poblando de antiguas joyas. 


Locomotoras, vagones, vagonetas y otros artilugios se acomodan en estas vías muertas creando uno de los museos más importantes de España en lo que al ferrocarril se refiere. 
Dado que Asturias es territorio minero, muchas de las piezas allí expuestas forman parte de las antiguas minas, mostrando transportes muy curiosos y desconocidos. 

No todas las locomotoras tienen que ser grandes
El inventario del museo se va acrecentando y afianzando gracias a talleres de restauración y conservación que van rellenando, año a año, los espacios vacios que aun quedan en las vías. Además de la zona de exhibición de locomotoras y vagones, el museo alberga varias salas con utensilios de menor tamaño donde se nos muestra gráficamente el desarrollo del ferrocarril en España, y sobre todo, en Asturias.
Por esta y por otras muchas razones ya expuestas, Gijón es una muy buena opción para todos los gustos y públicos. 













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