viernes, 7 de septiembre de 2018

Bosque de Secuoyas en Cabezón de la Sal (Cantabria)

Resultado de los delírios de autogestión de materias primas del dictador Franco, el pequeño bosque de Secuoyas situado en Cabezón de la Sal no deja de entrañar sus peculiaridades.
Este pequeño enclave de apenas tres hectáreas está amparado y preservado por la Ley de Espacios Protegidos de Cantabria. 
Unas 900 secuyoas "rojas" se hayan en el monte de las Navas, a escasos kilómetros de Cabezón de la Sal. 
No son, ni mucho menos, ni las más altas ni las más robustas, puesto que están muy alejadas de sus gigantescos tamaños en otras latitudes, pero en un futuro, si nada ni nadie lo impide, habrá un pequeño puñado de secuoyas de proporciones megalíticas como ya existen en norteamérica. De momento, estos preciosos árboles, no llegan a los 40 metros, y su diamétro rara vez supera el metro y medio, pero gracias a la protección brindada y al bajo precio de la madera, parece que estos cerca de 900 ejemplares seguirán creciendo año tras año. 
Cartel de entrada al parque
El gobierno cántabro, ha habilitado un entramado de senderos, incluidos algunos para personas de movilidad reducida, con pequeños miradores desde los cuales se puede observar la magnitud que van cobrando estos árboles.


Aunque el parque de secuoyas no es muy grande, siempre es curioso visitar un lugar así en el sitio más insospechado. 
Debido a su crecimiento, varios ejemplares han tenido que ser talados para dar paso a sus semejantes cercanos. La poda natural visible en las ramas inferiores demuestra que la competencia por la luz es atroz. 



Si la mano del hombre no lo impide, tal vez en unos cientos de años, estos majestuosos árboles se hayan convertido en los gigantes de Cabezón.




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