viernes, 14 de septiembre de 2018

Cabo de San Vicente (Portugal)

El Cabo de San Vicente se encuentra al Suroeste de la península ibérica, y es uno de los puntos más meridionales de Portugal. Está presidido por un imponente faro, que aunque no destaca por su altura, sí destaca por su emplazamiento en un enorme acantilado sobre el Atlántico.
En la época romana, este lugar fue considerado de culto y veneración del diós Saturno (relacionado con la agricultura y la cosecha). 
El lugar privilegiado del Cabo de San Vicente permite ver las rutas marítimas de los barcos que atraviesan el estrecho desde el mar Mediterráneo en su ruta hacia el norte de Europa. Este lugar estrátegico ha sido testigo mudo de innumerables batallas marítimas. En sus aguas profundas reposan los restos de todo tipo de embarcaciones de guerra: fragatas, bergantines, balandros, etc. Estos restos de batallas pertenecen a embarcaciones de Inglaterra, España, Francia, y probablemente otros países en contienda. 


Faro de San Vicente
Pero el cabo de San Vicente no sólo ha sido testigo mudo de las contiendas de las armadas. En 1755, se produjo el célebre terremoto de Lisboa, un seísmo que desdibujo la costa, mató a miles de personas y creo en la zona potentes tsunamis. A lo largo de la historia, diferentes seísmos han azotado la zona, llegando a dañar la estructura del faro. 
Parece que esta construcción ha tenido diversos infortunios, ya que su historia es escabrosa. Se construyó a comienzos del siglo XVI, como torreón defensivo de la línea de costa. El pirata Francis Drake lo destruyó por completo en 1587, siendo reconstruido años más tarde por Felipe II de Portugal. En 1755 volvió a quedar arrasado por el terremoto antes mencionado, y no fue hasta 1846, cuando se erigió la nueva estructura. Gracias al empeño de Maria II de Portugal se consiguió crear un sistema luminoso que era visible hasta las cinco millas naúticas (actualmente llega a las 33). Pero el infortunio de este faro no acaba ahí. Misteriosamente, el faro fue desatendido en el siglo XIX, hasta el punto de quedar prácticamente inservible. 
Por fin, en 1897 comenzarón nuevamente las obras de restauración para devolverle la vida, incluso se añadieron cinco metros de altura a la estructura que permanece hasta nuestros días.



Las vistas de la zona, son sin duda impresionantes, decenas de kilómetros de acantilado se alinean en dirección Norte y Este. Las abruptas costas que rodean el faro pertenecen al conocido Algarve portugués. 


Costa Norte
Si avanzaramos por la costa Norte llegaríamos a la capital Lisboa, y si fueramos en dirección Este llegaríamos a la frontera con España.


Sector Este
En el complejo del faro se han instalado pequeños puestos de venta, algún restaurante y diferentes bares, ya que la zona suele estar bastante concurrida. 



Muy cerca del Cabo de San Vicente, se da la circunstancia especial de que se han encontrado numerosos menhires y otras construcciones muy antiguas, puesto que se consideraba a la zona como "el fin del mundo", al igual que pasara en las costas gallegas, que también tenían su propio "Finisterre". Los visigodos también realizaron numerosos ritos en esta escarpada costa. El emplazamiento fue citado en la época romana incluso por Plinio "El Viejo" como emplazamiento de culto. 


Restos de la fortaleza de Sagres
A escasos kilómetros del cabo de San Vicente se encuentra la fortaleza de Sagres. El departamento de turismo portugués ha habilitado una sencilla ruta sobre el terreno, en la que encontraremos espectaculares vistas de toda la costa del Algarve y pequeños restos de lo que antes era una gran zona amurallada.

Rosa de los vientos y parte de la muralla
El recinto tuvo su mayor apogeo defensivo en el siglo XIV, aunque como su vecino el faro, sufrió ataques bélicos y naturales que obligaron a reconstruirlo en varias ocasiones. A pesar de encontrarse a gran altura sobre el nivel del mar, el gigantesco tsunami del terremoto de Lisboa sobrepasó los acantilados y destruyó gran parte de la fortaleza. Por suerte, aún podemos encontrar restos de la muralla y de algunos edificios de la época.

El faro de San Vicente desde la fortaleza
Aunque la mayoría de visitantes eluden esta zona debido a que se encuentra apartada de los circuitos habituales, en mi opinión es una de las paradas que debe de hacerse si queremos conocer un poco de la historia de esta zona de Portugal. 






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