miércoles, 8 de enero de 2025

Épila y el arte bruto: la casa de Julio Basanta.

La primera piedra de esta particular construcción, ubicada en la zaragozana localidad de Épila, comienza a colocarse una tarde de febrero de 1977, cuando un integrante de la policía armada asesina a Vicente Miguel Basanta. El uniformado, Luis Tovar Tovar, dispara por la espalda al joven, que se encontraba haciendo una pintada a favor de los derechos laborales que rezaba "trabajo sí, policía no". Pocas horas después, Basanta fallecía en el hospital a causa de las heridas de bala provocadas por la pistola reglamentaria del agente.  

A partir de ese momento, la maquinaria estatal comienza a funcionar, tratando de ocultar el incidente y creando un relato de los hechos completamente falsario, tratando de achacar al fallecido un pasado delictivo que no tenía. Y es que, la realidad era que el joven era un albañil cualquiera, como tantos otros que trabajaban en una Zaragoza que comenzaba a crecer en tamaño, necesitando obreros cualificados para su construcción. 


Vicente Basanta


Siguiendo las normas marcadas por una dictadura recién terminada, y en una época de aparente transición, el juicio careció de cualquier amparo legal, y la voz de la policía armada junto con la del juez, se impuso a la de la familia. El agente acusado jamás cumplió pena alguna, sumiendo a los Basanta en el olvido y el desamparo. 
Meses después, Julio, uno de los hermanos del asesinado, adquiere unos terrenos a 40 kilómetros de la capital, en Épila, donde fija su residencia. El también albañil, compagina su labor diaria con la escultura, y comienza a crear un universo de muñecos y murales que plasman el dolor provocado por la pérdida de Vicente. 
Al principio Julio va colocando sus creaciones en el interior de la casa, pero pronto esta comienza a llenarse, así que decide trasladar parte de la colección al exterior. Este paso comienza a atraer la atención de vecinos y curiosos, quienes comienzan a merodear por los alrededores, tratando de descubrir las últimas creaciones del improvisado artista. 


Julio Basanta en la puerta de su casa. Fuente: Heraldo


El estilo de Julio, denominado "arte bruto" o "brutalismo", consiste en la creación de obras artísticas por parte de personas sin ningún estudio relacionado con estas cuestiones, algo plenamente identificable con el zaragozano. Su muestra, cuya trayectoria podría asimilarse con la de Dalí, traspasa fronteras, llegando a oídos de una estadounidense llamada Jo Farb Hernández, quien viaja en numerosas ocasiones para seguir e inventariar la obra del artista. De hecho, Jo aparece en la fotografía superior junto a Julio Basanta, en uno de sus desplazamientos a la localidad zaragozana. 


Casa de Julio Basanta


Julio y su familia llevaban décadas instalados en la casa cuando la fatalidad volvió a visitarles, ya que en diciembre de 2004, era su propio hijo Moisés, quién moría a causa de otro disparo efectuado por la policía. El joven, de 34 años, se disponía a huir tras perpetrar un robo, cuando fue interceptado por un amplio dispositivo de seguridad. 
Cuando la policía trató de detener el vehículo en el que huía, Moisés abrió la puerta del mismo, impactando contra el brazo de uno de los policías que pretendían arrestarlo, provocando el disparo fortuito de su arma reglamentaria. La bala atravesó el cuerpo del joven, matándolo casi en el acto. 
Por segunda vez, tras un calvario judicial, el proceso quedó sumido en las dudas y las sombras, y nadie se hizo responsable de la muerte del hijo de Julio. 
Tras esta segunda muerte familiar, la obra del artista se volvió aún más excéntrica (por si fuera poco), al igual que lo hizo la mente del autor. 
La mezcla de personajes bíblicos, con demonios y otros seres del inframundo, daba a la casa un halo de misterio y locura difícilmente olvidable. La lucha entre el bien y el mal representada por estas figuras, dio al recinto el sobrenombre de "la casa de Dios".
Sin duda alguna, el artista trató de hacer una adaptación personal de la biblia, remarcando aquellos mandamientos como el "no matarás" con símbolos de poder como la esvástica nazi y su líder Adolf Hitler, mezclados con icónicos personajes como Judas, cuya figura portaba también la cuerda con la que posteriormente se ahorcaría. Este complejo entramado, plasmaba los sentimientos más primarios que habían guiado al artista a lo largo de su vida, marcada profundamente por las injustas muertes de sus seres queridos. 


Basanta posa delante de su obra. Fuente: Heraldo


 En 2018, el excéntrico artista fallecía a los 85 años por causas naturales. Su obra y su legado fueron custodiadas por su mujer, también octogenaria, hasta que su salud empeoró y se hizo inevitable su traslado a la capital, puesto que requería una asistencia sanitaria mayor que Épila no podía garantizarle. 
Debido a esta serie de sucesos, la casa entró en una fase de abandono, llegándose a poner a la venta en un conocido portal de anuncios. 
En fechas recientes, la casa fue adquirida por un particular, con la premisa de conservar el patrimonio ya existente e incluso relanzar la propiedad, convirtiéndola en un lugar de motivación e inspiración para nuevos artistas. Por desgracia, con el 2025 ya inaugurado, el equipo de "viajar o morir", certifica que la obra del autor zaragozano se encuentra en grave peligro de desaparición. 
Y es que, a pesar de que muchas de las figuras se encuentran en sus respectivos lugares, muchas yacen severamente amputadas y con sus pinturas desgastadas fruto del paso de los años. Aun así, la visita todavía permite disfrutar de las creaciones del simpar artista zaragozano. 


"Casa de Dios" vista general


Por desgracia, y a pesar de los esfuerzos de la población por conservar y promocionar el enclave, este se encuentra rodeado de escombro y basura en sus alrededores, algo que choca frontalmente con las intenciones generales de su protección y puesta en valor. 


Fachada principal


Como se puede observar en las imágenes, las figuras y símbolos fueron creadas y colocadas sin orden, aunque probablemente todo tenía sentido en la cabeza del autor. De hecho, cabría pensar que cada personaje representa una historia en sí mismo, a la vez que forma parte de una historia general. 


Judas

Una de las figuras que más llama la atención es la de Judas, debido a su crudeza. Este personaje, que representa la traición en el sentimiento cristiano, es la más llamativa de las decenas de esculturas que pueblan el espacio. 


Figura seccionada y dañada


Por desgracia, la cuenta atrás está en marcha, y la obra de Julio Basanta está condenada a la desaparición si alguien no interviene con decisión y contundencia. 
El implacable sol está convirtiendo todo el conjunto en un collage monocromático, muy diferente a lo que allí sucedía décadas atrás, cuando el artista repintaba sus creaciones con colores distintos a los iniciales, influido por su estado de ánimo, y guiado solo por el instinto. 


Hitler en 1938


La casa de dios de Épila es una amalgama de emociones que nos deberían hacer reflexionar, ya que el sentido de esta obra es mucho más profundo. La sucesión de sentimientos definen con claridad el lado casi siempre oculto del ser humano. La codicia, la ira, la violencia y la traición, son valores innatos que se encuentran ocultos en nuestro instinto, y el autor nos los sitúa delante, cara a cara, donde podemos vernos reflejados en mayor o menor medida. La muerte todavía sin esclarecer de su hermano y su hijo nos ha regalado al resto una oportunidad de ver esta gran pieza del "arte bruto", del que apenas hay referentes en España. Tal vez, solo comparable con una obra de muchísima más envergadura, como es la catedral de Justo Gallego, de la que ya hablamos en este blog. Los autores que practican este tipo de arte, son siempre calificados de "locos", ya que no responden sus obras a ninguna lógica escrita, y los materiales empleados suelen alejarse de los cánones establecidos. 


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