miércoles, 15 de enero de 2025

Refugios de fauna salvaje: la última oportunidad.

El ser humano es sin lugar a dudas una maravilla de la evolución, puesto que ha llevado a esta especie a superar los intrínsecos problemas que plantea la supervivencia en el día a día. Además, y dada su habilidad para adaptarse, ha conseguido poblar continentes aparentemente incompatibles con la vida. Desde el inicio de los tiempos, y con el desarrollo de un sinfín de técnicas innovadoras, ha conseguido optimizar sus energías y modelar el entorno haciéndolo próspero, incluso cómodo para su existencia. 

Evidentemente, este desarrollo no es gratuito, y en innumerables ocasiones ha cambiado y dañado el ecosistema que lo rodea. Su superioridad mental, unida a un desmedido desprecio por el resto de especies, lo ha llevado a arrasar con buena parte de la flora y fauna que ha tenido la desgracia de habitar en su camino. 

Cada día, la lista de especies amenazadas o extintas aumenta, creando huecos en un sistema natural ya de por sí sobreexplotado. 


Montaña de cráneos de bisonte


En 1892, se tomó una fotografía que resume perfectamente el resultado de una revolución industrial y un capitalismo emergente sin límites de ningún tipo. Los bisontes, que poblaban las llanuras americanas en gran número (unos 60 millones), fueron arrasados por los colonizadores del oeste, que los cazaban para usar su carne y su cuero en la creciente industria. En apenas unos años, estas enormes criaturas fueron empujadas a una casi total extinción. De hecho, se calcula que apenas quedaron unos 500 ejemplares. 
Su desaparición no solo afectó a los nativos, que lo veían como un animal sagrado, sino que creó graves problemas en el medio natural, al verse descompensada la cadena trófica. 

En el siglo XX, una nueva conciencia comenzó a implantarse, y una parte importante de la población se concienció del daño causado, exigiendo más respeto por la madre naturaleza. Este pensamiento se popularizó en los años 60, y varias tribus urbanas hicieron de esta causa su bandera, comenzando a exigir el cese de la industria peletera, la no experimentación en animales, y el fin del maltrato animal entre otros. 
Según esta nueva teoría, el ser humano debía respetar el entorno natural, siendo una especie más, y no la dominante. Este cambio de paradigma chocaba de pleno con un sistema de producción que cada vez necesitaba más recursos para mantenerse. 
La llegada de la televisión, propició la creación de programas icónicos de respeto a la naturaleza. En España, sin lugar a dudas, el burgalés Félix Rodríguez de la Fuente con su programa "El hombre y la tierra", marcó a una generación completa que devoraba sus programas rodados en plena naturaleza ibérica. 
Mientras tanto, el francés Jacques Cousteau maravillaba con sus documentales orientados a la fauna marina y sus paisajes subacuáticos, hasta la fecha apenas conocidos. 
Ambos productores, fueron afamados y reconocidos a lo largo y ancho de todo el globo. 


Félix Rodríguez y Jacques Cousteau


Tras su muerte, su legado continuó, y miles de personas trabajaban arduamente en la conservación de especies salvajes y domésticas, un movimiento que ha llegado hasta nuestros días. 
Además de las diversas protectoras locales de animales, orientadas más a los animales domésticos como perros o gatos, existen centros diseminados por nuestra geografía destinados a preservar y proteger la vida salvaje. 
Los centros, que difieren normalmente en diseño y objetivos, pueden estar subvencionados por organismos públicos, aunque la mayor parte son autogestionados, o con una solución mixta de financiación. 
En el caso del bisonte, no hace falta desplazarse hasta Norteamérica para encontrarnos con proyectos para su repoblación, sino que basta con acercarse hasta las instalaciones de la reserva "Bison Bonasus" ubicadas en San Cebriá de Muda, en plena montaña palentina, donde varios ejemplares pastan a sus anchas en semilibertad, ya que disponen de casi 20 hectáreas para ellos. Para profundizar acerca de las desdichas del bisonte europeo, podéis acceder a la entrada de este mismo blog y conocer la importante labor de este proyecto. 



En la zona centro de España, ubicado en la localidad de Majadahonda, nos encontramos con uno de los espacios de referencia de nuestro país, la asociación GREFA (Grupo de Rehabilitación de la fauna Autóctona y su hábitat). Dicho colectivo, que fue creado en 1981, lleva la batuta sobre multitud de proyectos de cría y repoblación de numerosas especies, lo que le ha granjeado una excelente reputación. Y no es para menos, ya que es posiblemente el mayor centro y con mayor actividad de Europa. 
Las instalaciones, situadas en un enorme bosque en las afueras de Majadahonda, podemos conocer sus actividades internas gracias a un sistema de visitas guiadas llevadas a cabo por especialistas y voluntarios del centro. 


Proyecto de cría del cernícalo


Como vemos en la imagen superior, el complejo dispone de enormes voladeros, donde se recrean los ambientes propicios para que los animales se reproduzcan, liberándolos más tarde en las zonas demandadas. 
Por supuesto, la mayor parte de los recintos poseen de "cristales espejo", para que nuestra visita pase desapercibida y no cause un estrés innecesario a los animales. 
Además, el centro posee una gran clínica veterinaria, donde todos los animales salvajes en apuros son atendidos y tratados. Esta zona hospitalaria, cuenta con una gran dotación de equipamiento y personal voluntario, lo que la convierte de nuevo en punto de referencia. 


Ave rapaz siendo tratada. Fuente: Grefa


Es muy habitual que ciudadanos particulares se acerquen hasta el centro con animales que han recogido en las poblaciones cercanas, sobre todo con la llegada del verano, cuando los pollos de las distintas especies de aves saltan de los nidos. 
Cabe recordar, que antes de coger cualquier animal de la naturaleza, debemos contactar con un servicio profesional dedicado a estos asuntos, ya que a veces las buenas intenciones pueden causar un daño irreparable. Por ejemplo, deberíamos conocer que muchos pájaros saltan del nido sin ni siquiera poder volar, y tratan de permanecer ocultos mientras terminan de desarrollarse. Encontrarlos es fácil, pero de ningún modo están abandonados, por lo que nuestra "ayuda" es completamente innecesaria. De hecho, un animal rescatado, puede ser complicado o imposible de devolver a su núcleo familiar y a su entorno, por lo que debemos abstenernos de intervenir a no ser que estemos seguros e informados de como actuar. 
Por ejemplo, los cérvidos dejan entre matorrales a sus crías mientras ellos comen, ya que el mero hecho de pastar en una pradera conlleva enormes riesgos que solo los adultos pueden librar. Si nosotros encontramos a la cría y la cogemos, la estamos impregnando con nuestro olor, lo que provocará rechazo de su familia y terminará muriendo. 
El modus operandi de este tipo de emergencias animales debería ser conocido por la mayor parte de la población, pero no es así. Para ello, una función de los centros de recuperación es ahondar en la pedagogía, y concienciar acerca de la fragilidad del mundo animal y sus interacciones con el humano. Para ello, disponen de numerosos paneles informativos, así como una atención casi personalizada para cualquier tipo de duda.
 

Cajas nido recién construidas


Gracias a esta pedagogía, muchos ciudadanos particulares y algunas empresas relacionadas con la agricultura han comenzado a implantar campañas de instalación de cajas nido en sus terrenos, beneficiando a las distintas rapaces, una gran herramienta en el control de plagas como insectos o roedores. De esta manera, los cultivos no son dañados, y se evita la utilización de nocivos venenos que acaban con la vida de millones de aves beneficiosas para el ecosistema.


Buitre leonado en Grefa


Por desgracia, el ser humano es responsable final de muchos de los acontecimientos negativos que enfrentan los animales salvajes a diario. Además de los peligros asociados a su supervivencia en el medio, ahora tienen que lidiar con atropellos, electrocuciones, disparos, muertes por veneno, etc...
Esta suma de riesgos conduce a cientos de animales directamente desde el medio natural hasta el hospital de que Grefa tiene ubicado en la localidad madrileña. 
Algunos de estos individuos son salvados y regresan a la naturaleza en un plazo que varía según su dolencia. Otros muchos mueren sin que se logre hacer nada por ellos. 
Otro grupo muy numeroso son aquellos ejemplares que no logran recuperar sus capacidades físicas o psíquicas y quedan a merced del humano, siendo dependientes de él. Este tipo de animales son considerados "irrecuperables". 


Buitre negro irrecuperable


Tras una primera evaluación, los responsables determinan el futuro del animal, y dependiendo de su grado, es sacrificado o introducido en programas de cría o concienciación. Si las dolencias han sido curadas, el individuo volverá a la naturaleza tras ser recuperado.
 


Y la vida de estos "irrecuperables" no es nada sencilla, a pesar de que numerosas asociaciones y santuarios traten de darles una vida lo más cómoda y sencilla posible. 
En El Zoo del Pirineu, situado en la leridana población de Odén, Stania y Eloi mantienen desde hace más de una década un santuario de animales que no podrán volver nunca a sobrevivir en la naturaleza. 
El complejo, situado en la ladera de una montaña, cuenta con decenas de jaulas y voladeros, donde cientos de animales de distintas especies "disfrutan" de una jubilación anticipada debido a diferentes circunstancias. 
Mediante una visita guiada y las diversas alternativas que propone el centro, los que hasta allí se acercan pueden conocer las diferentes historias que hay detrás de cada animal residente. 




Probablemente, el animal más conocido del centro es "Alfonso", un imponente cuervo que fue criado en cautividad. Su historia se remonta a 2005, cuando unas obras en una base militar aérea derribó el árbol donde sus padres habían construido su nido y habían tenido su descendencia. El cuervo fue trasladado a la casa de un cetrero, que por su afición conocía los cuidados básicos de este tipo de aves. Al ser criado con una familia humana, el córvido comenzó a imitar la voz humana, siendo esta su característica principal a día de hoy. Con el paso de los años el cetrero lo llevó a un centro de animales, siendo trasladado al Zoo del Pirineu en 2017. El caso de este animal es muy común, y anula por completo sus habilidades y características salvajes, en un proceso que se denomina "impronta". Esto hace que el animal no pueda ser liberado con los de su especie. Además, Alfonso comenzó a arrancarse las plumas de las alas, ya que desarrollo un trastorno psíquico provocado por el cautiverio. 
Al no poder ser liberado, pasó a formar parte de la campaña de concienciación del centro, donde recalca la peligrosidad de recoger animales salvajes de su hábitat. 


Eloi lanza una rapaz en la muestra de vuelo


En las instalaciones, y tras la visita guiada, podremos ver un espectáculo de vuelo de rapaces, así como la muestra de otros animales como zorros o ginetas, donde cada uno de ellos juega su papel en el show.


Stania con uno de los cárabos del centro


Todas las actividades del zoo tienen como misión conocer de primera mano a los distintos animales que lo integran, mostrando sus peligros y amenazas. Además, periódicamente se ofertan numerosas actividades más exclusivas donde se puede interactuar con todo tipo de especies. Gracias a este calendario de eventos, y al dinero recaudado de las entradas, el centro puede hacer frente a los numerosos gastos que tienen que afrontar mensualmente. La comida, la asistencia veterinaria y la construcción y mantenimiento de los recintos generan unos tremendos mordiscos a un presupuesto que solo está financiado mínimamente con dinero público. Por suerte, algunas entidades privadas realizan donaciones periódicas, en forma de dinero o simplemente sacos de comida o verdura. 
Además, el Zoo del Pirineu posee un sistema de apadrinamiento, donde el visitante puede donar una cantidad estipulada para un animal en concreto y convertirse en una suerte de mecenas privado. 



Búho real


A pesar de las dificultades económicas el zoo permanece abierto, aumentando progresivamente su capacidad e infraestructura, mientras que en paralelo va creciendo su plantilla. Gracias a esto, se está convirtiendo en un punto de referencia de la zona, ya que acaban recayendo allí todos los animales de la zona que se encuentran en apuros. 
Con mucho cariño y sin escatimar medios, el centro consigue liberar decenas de ellos cada año, una labor que en la mayor parte de los casos no está suficientemente reconocida. 
Estos centros, que colaboran a su vez con otras entidades y asociaciones, han creado una gran red de actuación, intercambiando información y animales, según las necesidades de cada organización.  Por suerte, Stania y Eloi no se encuentran solos ante semejante desafío, ya que no son pocos los colaboradores económicos que los rodean. Además, centros similares como el de Vallcalent (Lérida), mantienen flujos recíprocos de ayuda y contribución. 





Gracias a esta intrincada red de entidades conservacionistas, se han podido llevar a cabo numerosos proyectos nacionales e internacionales. Es el ejemplo del centro pacense de AMUS (Acción por el MUndo Salvaje), donde crían ejemplares de buitre leonado para mandarlos a diferentes países de Europa del este como Rumanía. 
Como es natural, no es una labor simple, ya que requiere de un programa muy calculado de cría, y unas enormes instalaciones para llevarlo a cabo. Por suerte, en AMUS tienen muchos años de experiencia y la técnica se utiliza siempre a favor de los animales. Esto ha permitido que durante años, se consigan criar buitres en cautividad de manera natural y a través de incubadora, para que sean cuidados por parejas de su especie que son irrecuperables. Cuando las aves crecen, son trasladadas a enormes voladeros, donde ejercitan casi diariamente sus músculos y sus alas. Una vez listas, son enviadas a los países colaboradores para ser liberadas en la naturaleza. 


Ejemplares de buitre negro


AMUS no solo se dedica a la crianza de buitres, sino que abarca un amplio abanico de especies y proyectos distintos, convirtiéndose en otro punto de referencia europeo. 
Por si fuera poco, esta organización es la encargada del rescate y recuperación de animales en la zona extremeña, lo que hace que sus enormes instalaciones lleguen casi a desbordarse en la primavera, cuando la época de cría se inicia. En esos meses, se afanan por alimentar a los centenares de pollos que se agolpan en las jaulas, lo cual es una tarea agotadora. Gran parte de esos pollos pertenecen a proyectos de repoblación, e iniciaron su etapa de huevo en una incubadora. El resto, van llegando por parte de la ciudadanía al caer accidentalmente de sus nidos. 


Búho real en recuperación


Al igual que Grefa, también disponen de un centro veterinario con técnicas avanzadas, por lo que prácticamente no necesitan ayuda del exterior, siendo completamente autónomos. 
Para garantizar el bienestar y el control de los animales, estos son controlados 24 horas al día por un circuito individualizado de cámaras, así pueden valorar los comportamientos de cada ejemplar por separado. 


Águila posando delante de la cámara 


Todos estos esfuerzos tecnológicos están destinados a limitar el contacto de los animales con el ser humano, ya que el estrés no beneficia a su recuperación o cría. La tensión generada por estos encuentros provocan que el animal se asuste y trate de huir, modificando su conducta. En ocasiones, estos encuentros pueden desencadenar un efecto fatal, ya que pueden dejar de comer o simplemente sufrir un infarto. 


Uno de los centros de control


Como el resto de centros, también se destina muchos recursos a la concienciación y la colaboración entre los habitantes de la zona. Por ejemplo, cuando un animal herido que ha pasado por su respectiva rehabilitación es liberado, suele hacerlo uno de sus socios o colaboradores junto con vecinos de la zona, reforzando los lazos entre el público general y los animales que cohabitan sus tierras. De esta manera, dan a conocer la labor de la asociación, y muchos de los habitantes extremeños acuden a ellos ante cualquier duda o eventualidad. 
La mano de obra, muy necesaria sobre todo en la época de cría, procede en parte a través de un sistema de voluntariado, algo muy común en este tipo de centros. 





Por supuesto, en un país con tantos kilómetros de costa, no podía faltar un centro especializado en fauna marina. Este se encuentra ubicado en Barcelona, bajo la denominación de CRAM (fundación para Conservación y Recuperación de Animales Marinos). 
En 1991, se desató una epidemia vírica entre la población mediterránea de delfines listados, provocando la muerte de cientos de ejemplares. Desde ese momento, y tras analizar el desastre, se llegó a la conclusión del gran desconocimiento existente por parte de las administraciones y la población en general sobre las especies marinas. Un grupo de voluntarios, especialistas en el medio marino, creó la fundación, que ha perdurado hasta nuestros días realizando una labor en muchas ocasiones invisible. 
A través de diversas campañas de concienciación, consiguieron establecer lazos entre la universidad de veterinaria, y los pescadores de la zona, lo que se tradujo en la creación de un centro físico donde tratar muchas enfermedades que afectaban a las especies marinas. A partir de ese momento, y una vez forjado el CRAM, esta red de voluntarios se encargó de la recogida, traslado y atención de cualquier animal relacionado con el medio acuático. 


Delfín siendo rescatado por el CRAM



Con el paso de los años, y gracias al crecimiento de la fundación, esta comenzó no solo a recuperar animales en apuros, sino a elaborar informes y campañas que daban respuesta a los problemas habituales de la relación entre el ser humano y el mar. Vertidos tóxicos, redes abandonadas y la captura ilegal de especies, son algunos de los acontecimientos negativos más repetidos en sus memorándums.
A pesar de tener su sede ubicada cerca del aeropuerto barcelonés, su funcionamiento está deslocalizado, ya que se trasladan donde ven oportuna su intervención. Un ejemplo está en la protección de los nidos de tortugas que deciden poner sus huevos en nuestras costas. Cuando uno de estos eventos se produce, el CRAM desplaza a varios de sus efectivos y se procede a la señalización de un perímetro de seguridad. Mediante la acción de los voluntarios, el nido será custodiado con su presencia, hasta que las pequeñas tortugas eclosionen y se arrastren rumbo a las aguas del Mediterráneo. Este hecho puede alargarse hasta los 60 días, por lo que requiere de turnos rotatorios entre los altruistas colaboradores.


Custodia e información del CRAM


Debido a que parte de sus esfuerzos están dirigidos a la repoblación del mar por parte de estas especies de tortugas autóctonas, es habitual que algunos de los huevos o los pequeños ejemplares sean trasladados a su centro de operaciones para garantizar su supervivencia. Una vez allí, permanecerán siendo alimentados hasta su posterior liberación. 
Este delicado proceso, puede ser observado mediante sus visitas guiadas, donde se conocen parte de los entresijos que rodean estos interesantes proyectos. 


Ejemplar adulto de tortuga en el CRAM


Como en el resto de centros de recuperación, allí también podemos encontrar animales irrecuperables, que han sufrido lesiones debido a los aparejos de pesca o la basura que flota en su ecosistema. Dado que no pueden volver a ser liberadas, esto ejemplares son empleados en estudios, o simplemente para concienciación de todo aquel que visite el espacio. 
La totalidad de estos centros coinciden en que la visita a sus instalaciones no sea por el simple hecho de observar animales, sino que aprendamos las lecciones que la propia naturaleza nos está dando. 


Campaña del CRAM 


Gracias a los estudios realizados por la fundación, hoy en día se conoce mucho más sobre las costumbres y los hábitos de seres marinos que hasta la actualidad permanecían ocultos a los ojos de los investigadores. Con la llegada de las comunicaciones satelitales, muchas de los ejemplares liberados portan una antena GPS, que ofrece datos en tiempo real, por lo que podemos aprender por donde circulan los flujos migratorios.


Tortuga nadando con su antena emisora


Por suerte, asociaciones como el CRAM cada vez consiguen recabar más apoyos entre pescadores y ciudadanos, algo que contrasta con la lentitud de las instituciones en tomar medidas de una situación cada vez más complicada. 





Como estamos viendo a lo largo del post, la labor de estos grupos es innegable e irremplazable. Pero tal vez hasta que no exista una concienciación plena estemos lejos de la solución real. El capitalismo atroz que fuerza los recursos hasta el límite, es solo la punta de lanza de nuestros problemas, ya que intrínsecamente, parece que el ser humano está decidido a acabar y a trastocar todo lo que le rodea. 
Antiguamente, algunos habitantes del planeta aprendieron a sobrevivir degradando lo mínimo su entorno. Hoy, vemos reducida esta forma de vida a unos pocos supervivientes aislados en algunas tribus del amazonas. Nadie sabe a ciencia cierta el momento exacto en que nuestro ego nos hizo situarnos en la posición ávara y despótica en la que estamos instalados hoy en día. Tal vez, la única solución para el ecosistema es la completa extinción del humano. Mientras esto ocurre, tal vez debamos de intentar reparar todo aquello que por otro lado vamos destrozando. 

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