La localidad aragonesa de Pozuelo fue fundada en el siglo XIII por el abad del cercano monasterio de Veruela. Su nombre fue dado por la gran cantidad de aguas subterráneas que poseía, por lo que sus tierras eran propicias para la instalación de cultivos y huertas. La formación de este pequeño núcleo urbano atrajo la atención de decenas de familias, que se fueron asentando en los alrededores con el propósito de cultivar la tierra, como se había hecho en la comarca durante siglos.
Además de los cultivos básicos para producir harina, las viñas comenzaron a cultivarse de manera masiva para la elaboración del tradicional vino. Para mejorar su fermentación, los habitantes de Pozuelo comenzaron a excavar bodegas subterráneas en las pequeñas lomas existentes en los exteriores de la población. Allí, la uva reposaba durante meses en el interior de los toneles a una temperatura y humedad estable.
A día de hoy, todavía se conservan más de medio centenar de dichas bodegas, aunque algunas permanecen completamente abandonadas por el cambio de uso y costumbre de la población. Aún así, las autoridades no cejan en su empeño de protegerlas y adecentarlas, tratando de fomentar el turismo en la zona.
Cada bodega, cuya fecha de construcción está reflejada en cada puerta, consta de espacios interiores irregulares y elementos distintivos en su diseño, por lo que no hay dos iguales. Además, cuentan con sistemas de ventilación propios para que la uva se conserve en condiciones óptimas. De hecho, Pozuelo pertenece al denominado "Campo de Borja", zona vitícola reconocida en todo el país.
A mediados del siglo XX, el cultivo de la uva se optimizó, y ya no eran tan necesarias las bodegas subterráneas, por lo que algunas de ellas fueron reconvertidas en lugares de ocio y otras se abandonaron definitivamente. El fermentado tradicional del vino fue sustituido por el almacenaje en grandes naves industriales, donde las tecnologías modernas vigilaban su proceso.
Con la llegada del siglo XXI, los manantiales y las fuentes que brotaban en la comarca fueron canalizados, y los cultivos se orientaron hacia una agricultura intensiva que ya no necesitaba tanta mano de obra. En ese momento, comenzó la migración de sus convecinos a la cercana Zaragoza en busca de nuevas oportunidades, por lo que Pozuelo sufrió una crisis demográfica importante, al igual que el resto de incontables zonas de España. Esta moderna y vaciada sociedad rural, trataba con esfuerzo por fijar la escasa población joven a sus raíces, por lo que se abrió rápidamente al turismo de interior.
Por suerte, Pozuelo de Aragón contaba con algo que lo hacía casi único, ya que en el barranco de Huechaseca, una perforación destinada al estudio de los acuíferos de la zona, dio como resultado un fortuito un géiser de agua termal.
Este pozo, que cuenta con una profundidad de 325 metros, no ha parado de expulsar agua salinizada a presión desde su descubrimiento en los años 80. Además, lo hace a una temperatura constante de 28º, lo que aumenta su atractivo y su interés geológico.
Según los científicos, este fenómeno es conocido como "pozo artesiano", que básicamente describe un acuífero subterráneo que cuando es sometido a grandes presiones internas, emerge a la superficie. En este caso, el líquido asciende por el tubo metálico que fue introducido en el sondeo, y no parece que vaya a tener un final cercano. La masa de agua, que lleva confinada desde el periodo jurásico, ha ido mineralizándose con las rocas aledañas, adquiriendo sus propiedades. El agua, que alcanza los tres metros en época de lluvias, mantiene un caudal estable que es conducido a través de un cauce hacia el pueblo.
A pesar de no ser excesivamente vistoso en cuanto a su volumen de agua, estamos ante una rareza en la península, ya que España cuenta con géiseres en las Islas Canarias y en el campo de Calatrava, puesto que este fenómeno está asociado a la actividad volcánica. De hecho, este pozo artesiano está incluido en el "catálogo de Lugares de Interés Geológico de Aragón".
Gracias a este fenómeno, el pueblo ha tratado de colocar al géiser en el mapa, y en cierto modo lo ha conseguido, ya que no son pocos los visitantes que acuden a la comarca para visitarlo.
Por si fuera poco, el atractivo del géiser ha ganado enteros, ya que resulta que sus aguas, además de ser termales, tienen minerales beneficiosos para el organismo, proporcionando efectos relajantes, antiinflamatorios y depurativos.
Para disfrutar aún más de esta circunstancia, las aguas expulsadas del manto subterráneo han sido canalizadas a una zona cercana al pueblo, donde se ha construido un pequeño complejo termal, destinado a ser un punto de referencia en la comarca.
Como vemos, este pequeño evento geológico, está despertando el interés de las autoridades locales, que no han perdido ni un segundo y se han lanzado a la construcción de una red de negocios e infraestructuras en torno al géiser. De hecho, junto a las pozas, ya se ha inaugurado un área para autocaravanas destinada a la pernocta de vehículos vivienda.
El esfuerzo conjunto realizado entre las autoridades pertinentes y los vecinos parece estar dando sus frutos, ya que la inversión no ha hecho más que subir en los últimos años. Al igual que civilizaciones antiguas como los romanos, esta pequeña sociedad rural está decidida a aprovechar su oportunidad de refundar su localidad en base a sus aguas termales. Tal vez, si el turismo en la zona sigue aumentando, más jóvenes del campo de Borja decidan anclarse al territorio, evitando la despoblación de sus localidades.
¿Soportará un pequeño géiser la presión que tantas personas están depositando sobre él? Solo el futuro lo dirá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario