Probablemente, en España haya pocos espectáculos naturales como el celo de los cérvidos, vulgarmente conocido como "la berrea".
El ritual del cortejo, enormemente llamativo, es un proceso violento, en el cual los ejemplares más poderosos se ven obligados a demostrar su fuerza año tras año, ya que su reproducción y sus territorios están en juego.
Durante la mayor parte del año, los animales salvajes que habitan nuestros bosques se mantienen escondidos, alejados de la mirada humana. Su discreción y mimetización con el entorno es esencial si quieren sobrevivir a la acción humana y a sus depredadores naturales. A decir verdad, el hombre y sus armas son una de las pocas especies que se sitúa sobre ellos en la pirámide alimenticia. La presión ejercida sobre la naturaleza ha provocado que los depredadores de grandes herbívoros hayan casi desaparecido de la geografía española.
Este gran silencio se ve roto al finalizar el verano, ya que los ejemplares machos entran en un estado de agitación que no es posible observar el resto del año. Las hembras, por su parte, se muestran receptivas, y los instintos más primarios comienzan a aparecer. Estos comportamientos innatos en estas especies, tienen como finalidad hacerse con un número de hembras suficientes para asegurar la supervivencia de la especie, seleccionando los genes más poderosos, y relegando a un segundo plano a los portadores de genes más conformistas y débiles.
Además de un objetivo reproductivo, la berrea también redimensiona los territorios de pasto, dejando a los machos más fuertes con los terrenos más productivos de las diferentes zonas. Estas nuevas fronteras se irán desdibujando a medida que el celo desaparezca y la agresividad descienda en todas sus facetas. Normalmente, las manadas serán más o menos gregarias, dependiendo de la especie. Por ejemplo, los corzos suelen ser animales más solitarios, mientras que los ciervos son capaces de formar rebaños más numerosos, coexistiendo con otros machos de diversas edades.
Esta relativa calma, y como ya hemos comentado, se rompe totalmente con la llegada del otoño, ya que los machos comienzan a convertirse en seres hostiles, y comienzan a golpear con sus cuernas las ramas y otros elementos, para que otros congéneres observen que se están adentrando en "terreno peligroso". Estas astas, que han crecido desde la primavera, caerán de manera natural con la llegada del invierno, una vez que el ejemplar ha pasado la temporada de celo. Este proceso es conocido como "desmogue", y deja a los ejemplares sin ningún tipo de defensa aparente. Cada año que pase, los cuernos obtendrán más largura, más grosor, y en determinadas especies, más puntas, algo en lo que se pueden basar las estimaciones de edad.
La berrea, que tiene sus máximos de intensidad al amanecer y al atardecer, puede escucharse a kilómetros de distancia, dependiendo de la corpulencia del macho o la especie que la provoca. Los alaridos se reproducirán con más intensidad en terrenos rocosos, haciendo saber al resto de machos que un ejemplar está conquistando el espacio, del cual deben huir o enfrentarse.
Los combates entre ejemplares son habituales en esta época del año, aunque rara vez provocan daños graves en los animales. Normalmente, las peleas consisten en una unión de cornamentas, en las que cada individuo pone su empeño en hacer retroceder al otro, hasta que uno de los dos decide abandonar a la carrera la zona. Estas luchas suelen repetirse con facilidad, y suelen ser presenciadas por las hembras cortejadas, como si de un espectáculo se tratara.
Aunque no es algo habitual, los accidentes ocurren, y dos machos pueden quedar completamente enganchados por sus respectivas cornamentas, haciendo que uno de los dos muera. Si esto ocurre, el otro macho está condenado a morir si no se actúa con prontitud, ya que el peso de su compañero acabará por dejarlo agotado y moribundo.
Con el paso de las semanas, los machos más poderosos irán conformando su manada de hembras reproductoras, a las que vigilará constantemente por si otros machos tratan de cortejarlas y montarlas. Estas hembras, obtendrán los pastos más nutritivos en función del macho que se haya hecho con su control. Después del apareamiento otoñal, y si todo ha funcionado correctamente, una nueva generación nacerá antes del verano siguiente, dependiendo mucho de las condiciones meteorológicas.
Los gamos y los corzos, otras especies de cérvidos presentes en España, cuentan con ciertas peculiaridades en sus respectivas berreas, pudiendo reconocer la especie que provoca los gritos sin ningún genero de dudas. En el caso del primero, su grito bien podría asociarse a un "eructo" humano.
El gamo es un tipo de cérvido presente en España, aunque mucho menos numeroso que los ciervos y los corzos, y no presente en todas las comunidades autónomas, ya que su expansión es muy irregular. Por el contrario, las otras dos especies de cérvidos son fácilmente localizables en la península, contando con un alto número de ejemplares. En el caso del corzo, sus cantos guturales son similares al ladrido de un perro, como se muestra a continuación:
Tanto los machos de corzo como de gamo, producen sonidos contundentes pero breves, mientras que los ciervos son capaces de prolongarlos en la lejanía en tandas largas, que suelen entremezclarse con el sonido de otros machos de la especie.
Por supuesto, de cara al humano, a mayor competencia, mayor espectáculo. Bastará con ubicarnos en el lugar adecuado y simplemente esperar a que el sol se oculte tras el horizonte. Esta espera debe realizarse con respeto y tranquilidad, ya que no debemos olvidar que nos encontramos en espacios naturales donde somos los invitados y no los protagonistas. La consigna de "no interferir" en estos procesos naturales debe de ser una premisa inquebrantable, ya que para los animales es un momento importante y estresante donde no debemos añadir más tensión por nuestra parte.
En España, tenemos la gran suerte de contar con numerosas zonas donde se concentran grandes rebaños de ciervos corzos y gamos, y por lo tanto, la berrea está asegurada.
Por ejemplo, en las cercanías de Herrera del Duque (Badajoz), se han creado una serie de miradores donde los animales pueden observarse con facilidad, tanto de día como de noche. Ese gran observatorio de la berrea es un sitio fascinante donde podremos encontrar a las tres especies de cérvidos nacionales, garantizándonos una experiencia única. Lamentablemente, los locales no siempre permiten disfrutar del espectáculo en el silencio que este merece, y la noche puede convertirse en una improvisada "fiesta" donde la grandiosa naturaleza se ve empañada por los actos humanos.
Sin movernos de Extremadura, contamos también con otra zona de suma importancia, y no solo en cuanto a cérvidos se refiere, nos referimos sin duda alguna al gran Parque Nacional de Monfragüe, donde los ciervos se mueven a sus anchas a lo largo de todos los distintos paisajes que nos ofrece el entorno.
Si entramos en esta demarcación, debemos de ser conscientes de seguir una estricta normativa al encontrarnos dentro de una zona protegida, con restricciones y normas que debemos acatar por el bien de los animales. Como contrapartida, podremos tener un contacto casi directo con decenas de especies de mamíferos y aves que pueblan los abundantes roquedos del parque.
Si no podemos desplazarnos hacía zonas de monte abierto o no estamos preparados para ello, siempre nos queda la opción de visitar algunos de los parques faunísticos modernos, donde los cérvidos se encuentran en cautividad. Esta modalidad, mucho menos espectacular, podría estar diseñada para un público más infantil o con problemas de movilidad, ya que normalmente las rutas carecen de dificultad. Si optamos por esta alternativa, debemos de tener en cuenta los tiempos recomendados de la berrea, ya que pueden ser incompatibles con los horarios de los parques.
A pesar de este handicap, la berrea se realiza durante todo el día, aunque con menos intensidad cuando el sol está en su máximo esplendor.
Si las precipitaciones y el clima han sido propicios, los pastos ofrecerán a los cérvidos el alimento necesario para vivir y reproducirse. Si no interferimos, la berrea seleccionará a los ejemplares más competitivos y una nueva generación verá la luz al año siguiente. Si ponemos de nuestra parte, sabremos disfrutar de estos auténticos espectáculos naturales vistosos y gratuitos, y preservaremos parte del ecosistema que nos rodea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario