domingo, 29 de septiembre de 2019

El Vesubio, Pompeya y Herculáno, una relación catastrófica.

Aunque existen ciertas dudas sobre su raíz etimológica, el Vesubio fue nombrado por la civilización griega como "inapagable". Este gigantesco volcán, ubicado en plena bahía de Nápoles, no fue percibido como una amenaza para las poblaciones que allí se asentaron en el antiguo imperio romano, ni para sus antecesores griegos. La zona, puerta del Mar Mediterráneo, sufrió truculentas guerras entre sanmitas, etruscos, romanos, y un largo sinfín de tribus que pugnaron por establecerse en dichas tierras. Las grandes explanadas fértiles, resultantes de anteriores erupciones, y el mar tan cercano, provocaron inestabilidad en la región, como la pesadilla que a día de hoy sufren los países que albergan minerales, petróleo, y otras riquezas ocultas en su subsuelo.
Bajo la férrea ocupación romana, en el año 79 d.C., una gigantesca erupción, reflejada fielmente por Plinio "el joven", desató una de las tragedias más conocidas de la historia.
Aunque el año parece correcto, los escritos de Plinio no se corresponden con los últimos estudios ciéntificos, puesto que el estudioso romano databa la erupción en agosto, mientras que investigaciones recientes sugieren la posibilidad de que fuera casi dos meses después, debido a que se encontraron restos de frutos otoñales y braseros entre sus ruinas, así como una inscripción fechada 16 días antes de las calendas de noviembre del antiguo calendario romano, que en nuestro calendario actual equivaldría al 17 de octubre, pocos días antes de la tragedia.
Obviando este pequeño dilema de fechas, los escritos de Plinio  fueron vilipendiados al considerarse erróneos o exagerados. Con el paso del tiempo se ha demostrado que todo lo que recogió en sus apuntes fue veraz, hasta el más mínimo detalle por demoledor que pudiera parecer. Esta vez, los científicos actuales han tenido que rendirse a las evidencias y conceder a Plinio sus méritos, bautizando con su nombre a lo que hoy conocemos como "erupciones Plinianas".
Este tipo de expulsiones volcánicas, adquieren dimensiones y velocidades atroces, que nos hacen comprender la virulencia que se desató en toda la zona, dejando a gran parte de esta asolada.


Ejemplo de erupción Pliniana
En primer lugar, es de rigor conocer a esta gigantesca mole de 1.281 metros de altura. Cabe destacar que el volcán ha ido cambiando de altura media tras las sucesivas erupciones. Miles y miles de años de continua actividad, han ido modificando su aspecto exterior e interior. Se calcula que en el momento de la erupción en el año 79 d.C., el monte podría alcanzar los 2.000 metros de altura. Tras aquel fatídico día, la zona alta colapsó quedándose aproximadamente en la altura que tiene hoy en día.
Acceder al Vesubio es toda una experiencia en sí misma. La lava y otros sedimentos acumulados, son un excelente caldo de nutrientes sobre el que se asienta gran variedad de masas arbustivas y arbóreas. El ascenso se realiza desde distintos puntos, normalmente en vehículo. La carretera serpenteante nos dejará en un parking situado en la falda del monte, desde el cual realizaremos a pie el resto del camino hasta el cráter. 

Ruta senderista hacia el cráter
A pesar de su desnivel, la ruta es relativamente corta, y el premio de llegar a la cumbre recompensa con creces el esfuerzo realizado.
Tras rodear buena parte de la ladera, llegaremos al cráter, todavía humeante. 

Cráter del Vesubio
El Vesubio provoca reacciones de admiración, pero también de temor. Su enormidad, que no se ve reflejada en las fotografías, nos dejará turbados, haciendo que el tiempo pase muy deprisa sin que nosotros seamos conscientes de ello.

Fumarola activa
El Vesubio forma parte de un gran Parque Natural con su mismo nombre. Antes de subir, debemos de tener en cuenta las condiciones climatológicas, puesto que en condiciones adversas de lluvia, viento o tormenta, cierra sus puertas a los visitantes. 
Gracias a los senderos habilitados, podemos hacer la circunferencia casi completa alrededor del gigantesco agujero humeante, deteniéndonos en los miradores para admirar esta bestia parda durmiente de la naturaleza. 

Las fumarolas y los desprendimientos son costantes
Este Parque Natural, no solo ofrece unas impresionantes vistas hacia el interior del cráter, sino que también nos muestra la bahía de Nápoles o la famosa isla de Capri, junto a otras pequeñas islas como Ischia, con el Mediterráneo siempre de fondo.

Impresionante vista oeste desde el cráter
A pesar de las imágenes, el Vesubio se encuentra lejos de ser un paraíso, su actividad volcánica, sus pequeños terremotos, y sus condiciones severas al estar tan expuesto a los vientos marítimos, podrían transformar este lugar de ensueño en una pesadilla en escasas horas. 
Todo el espacio del cráter se encuentra monitorizado con todo tipo de sensores. Los vulcanólogos sienten cierta preocupación por este monte, que ha dado indicios de una erupción a corto-medio plazo. 
El gran problema del Vesubio no es su ferocidad (que ya ha quedado demostrada), sino la gran concentración de núcleos urbanos que se asientan en la parte baja de sus laderas. Nápoles, con una población de un millón de personas, sumado a la larga lista de pueblos colindantes, que suman otros cientos de miles de habitantes, suponen un auténtico quebradero de cabeza para las autoridades pertinentes. 
Según cuentan los entendidos de la zona, el área afectada es impredecible, a merced de vientos y de la caprichosa lava; aun así, toda la zona debería ser evacuada. Los científicos calculan que cuentan con un margen de días para tomar medidas, pero esto más bien parece una panacea para que no cunda el pánico.
La esperada gran erupción vendría precedida por un gran terremoto, como ya ha ocurrido en otras ocasiones, que destruiría infraestructuras vitales, como carreteras, hospitales, etc. 
Aunque suene algo pretencioso, las autoridades aseguran tener todo bajo control. Llegado el momento, la población al completo sería evacuada por tierra, mar y aire. Solo llegado el caso, los planes de emergencia demostrarán su eficacia. 
Aunque hoy el Vesubio muestra su lado más turístico y amable, en en el año 1.944 (en plena II Guerra Mundial), una erupción desató el caos en la población y en los miembros de las distintas armadas que se alojaban en la zona. 

1.944, los bombarderos nada podían hacer ante semejante amenaza
En tiempos geológicos, 2.000 años no son nada, y el Vesubio ha demostrado que se encuentra entre los volcanes más activos. A escasos cientos de kilómetros, otra "bomba volcánica" acecha: el Etna (Sicilia). A diferencia del volcán napolitano, una erupción del Etna no sería tan devastadora, puesto que se encuentra aislado sin apenas poblaciones fijas cerca de él. Por lo tanto, aunque el gigante siciliano muestre pequeñas erupciones casi constantes, en la mayoría de ocasiones no representan ningún riesgo para la población.

La antigua carretera circunvesubiana se convirtió en la ruta de escape
Como apreciamos en la última imagen, la carretera atraviesa zonas parcialmente deshabitadas. Hoy en día, esas parcelas están completamente urbanizadas, incluso ocupando parte de las laderas.

Un piloto observa los daños provocados por la caída de ceniza y otros materiales
Evidentemente, todo hace presagiar que una nueva erupción volverá a despertar al gigante, solo es cuestión de tiempo.
Si las consecuencias de la erupción del año 1.944 fueron nefastas, no hay palabras para describir lo que ocurrió en el año 79 d.C. 

POMPEYA:

En pleno dominio romano, esta "gran ciudad" de la época, contaba con 15.000 personas entre sus muros. La urbe era la gran esperanza romana de la zona. Su comercio y su auge parecía no tener fin. En extramuros, la agricultura creaba grandes beneficios, y su industria pesquera era magnífica. Además, el comercio con otros países del norte de África y Europa, daba a la ciudad un aire cosmopolita, pero el sueño se truncó. 
Plinio el jóven, afincado en Miseno, fue testigo del horror que se desató aquel día sobre Pompeya y las poblaciones colindantes. 
Primero fueron pequeños terremotos, casi imperceptibles para el ser humano. Podemos aventurar que los animales, con ese sexto sentido tan peculiar que poseen, ya habrían comenzado a ponerse nerviosos. Después, los temblores fueron en aumento, aunque los residentes en la zona ya estaban acostumbrados a ellos. 
Al parecer, siempre desde el relato científico, la población mantuvo la calma en esas primeras horas, abocándose al desastre. 
Tras una gran explosión, que cubrió el cielo haciéndose parcialmente de noche, los pequeños fragmentos de piedra pómez comenzaron a caer por la ciudad. Junto a esta curiosa lluvia, comenzaron a caer objetos más grandes, que destruyeron gran parte de los tejados. A pesar de todo, muchos de los habitantes decidieron seguir guareciéndose en sus casas, puesto que huir en aquella noche artificial no parecía ser una buena idea. 

Recreación de la erupción
Lo único que hicieron muchos, fue agruparse en sus casas y encomendarse a la gran multitud de dioses que veneraban. Probablemente, si hubieran huido en las fases prematuras de la erupción, un gran número de pompeyanos se hubiesen salvado. 
Finalmente, una nube piroclástica arrasó y carbonizó Pompeya y a sus habitantes, bajando como un huracán por la ladera del Vesubio. 
Se han recuperado unos 1.500 cadáveres (un 10% de la población), pero se sospecha que fueron muchos más. A día de hoy, podemos ver el momento exacto de su muerte, puesto que la ceniza y la rapidez de los acontecimientos, han permitido a los excavadores realizar moldes exactos de sus cuerpos. 
Tras la erupción, Pompeya cesó sus actividades y fue abandonada completamente, quedando enterrada bajo toneladas de piedra solidificada. 
En 1.748, Pompeya fue redescubierta casi por accidente. Aunque figuraba en los mapas y en los escritos, nadie conocía su paradero exacto, hasta que unas obras comenzaron a sacar todos sus tesoros al descubierto, más de 1.500 años después. 

Inicios del "desenterramiento"
Para gozo de los historiadores y arqueólogos, la ciudad, una vez desenterrada, era un pozo de sabiduría ancestral intacto, puesto que los materiales que habían destruido parcialmente la ciudad, habían creado una película protectora sobre ella.
En resumen, Pompeya resultó ser una "cápsula del tiempo". 
Evidentemente, se han descubierto muchas facetas sobre la vida cotidiana del imperio romano, así como detalles de sus construcciones y sus adelantos tecnológicos ancestrales.

Complejos de ocio en Pompeya
Aunque la superficie excavada en Pompeya es enorme, parece que a día de hoy queda mucho por descubrir. Mientras tanto, el gobierno italiano está realizando trabajos de restauración de la ciudad, para devolverle el esplendor con el que seguro brillaba antes de ser destruida.
El imperio romano ejerció su influencia en muchos territorios del planeta, innumerables conquistas, invasiones violentas y colonizaciones desmesuradas fueron sucediéndose a lo largo y ancho de un descomunal territorio. Hasta su caída (año 476 d.C.), las directrices de sus mandatarios estaban claras: la religión y sus dioses, la comida, y el circo (en su amplía definición, que equivaldría al ocio o entretenimiento actual), permitían a los altos cargos disfrutar de una vida plena mientras, como siempre, los ciudadanos de base pasaban las habituales penurias. 
El imperio se basaba también en un amplio aparato de publicidad constante, levantando grandes edificios y exagerando o santificando sus gestas. 
Gracias a sus egos desmedidos, hoy todavía se conservan edificios tan importantes como el Coliseo de Roma o la propia Pompeya. 

Gladiadores y obras de teatro amenizaban la vida romana. En la imagen, Teatro Grande de Pompeya.
En la villa pompeyana, los hombres y mujeres más desfavorecidos eran comprados y vendidos como si fueran un simple objeto de bazar. Los miembros más vulnerables como los esclavos, realizaban las tareas más duras y, por qué no decirlo, sostenían el ritmo de vida de los estamentos más altos, que gozaban de una vida de placeres y comodidades. 
Como muestra, en Pompeya podemos encontrar muchos locales destinados al ocio, incluso burdeles, donde esclavas y meretrices satisfacían las necesidades más ocultas (o no tanto) de los habitantes más acomodados. En el pasado, la prostitución era admitida socialmente, incluso bien vista. 

El Vesubio, siempre vigilante. Templo de Apolo.
Para mantener este ritmo de vida, el imperio tenía que ofrecer una calidad de vida digna, no podía faltar el alimento a las clases medias, ni el ocio, como ya hemos comentado.
Una de las grandes revoluciones romanas, fue el manejo del agua, muy presente en las calles de Pompeya. El líquido elemento era transportado a base de acueductos hasta las ciudades, y una vez allí se transformaba en salas de baño, termas, urinarios, innumerables fuentes públicas, e incluso las primeras formas de alcantarillado. 
Respecto a la limpieza de las calles, en Pompeya el agua circulaba por muchas de ellas, por calzadas canalizadas, limpiando cualquier impureza y eliminando malos olores. Para cruzar estas vías anegadas, se colocaban transversalmente varias piedras en hilera, que servían para el paso de peatones, a la vez que facilitaba el paso de carruajes de transporte.

Una de las calles principales de Pompeya
Los locales públicos se instalaban en las calles principales. Numerosas tabernas (thermopolium) y panaderías facilitaban alimento a sus conciudadanos. En aquella época, no todos podían disponer de un medio para cocinar en su propia casa, por lo que era más rentable hacerlo en los lugares habilitados para ello.
Por supuesto, en esta ciudad congelada en el tiempo, no podían faltar numerosos templos y altares dedicados a distintas divinidades. 


La ostentación era habitual y casi obligatoria, las casas de las familias pudientes se orientaban hacia la calle, con buena visibilidad desde afuera, para que los peatones admiraran mosaicos y otros ornamentos y no quedara duda de su riqueza y poder.


Las enormes plazas y otros lugares amplios servían como centro de reuniones y eran los ejes centrales de la vida social pompeyana. Por supuesto, las autoridades romanas no escatimaban en detalles, dejando cientos de esculturas y columnas de inmejorable acabado por todos los rincones de dichas plazas.

Una nube negra se cierne sobre Pompeya, como en la fatídica erupción
Uno de los rasgos que hacen inconfundible a la ciudad, son los muertos encontrados en ella. 
En contra de la creencia popular, lo que aparecieron en Pompeya no fueron cuerpos enteros, sino más bien agujeros con la forma de los cadáveres con los esqueletos en su interior. En 1.865, Giuseppe Fiorelli, decidió llenar esas oquedades con yeso, dando lugar a moldes, en los que podemos apreciar detalles de la muerte del sujeto. 

Moldes humanos. Fuente: National Geographic
Estas horripilantes figuras, relatan la magnitud del dolor que tuvieron que vivir sus habitantes en sus últimos segundos de vida. 
Probablemente, muchos de ellos ya estuvieran muertos debido a los gases provenientes del Vesubio, antes de que llegara la definitiva marea piroclástica, que acabó por carbonizarlos y desintegrarlos. 
A lo largo de nuestra visita a la gran ciudad romana, podemos encontrarnos varios de ellos, dispersos por las zonas visitables de este gran cementerio urbano. 


Cada figura transmite un sentimiento, normalmente de angustia e impotencia. Nuestro cerebro automáticamente trata de recrear en nuestra imaginación la vida y la muerte de estos desdichados habitantes. 

Gran almacén de restos en Pompeya
El visitante también podrá ver un sinfín de objetos rescatados, creando una de las mayores colecciones de artefactos romanos. 
Las piezas se amontonan, debido a su gran número, lo que refleja el grado de conservación de toda la ciudad. 

Objetos cotidianos de todo tipo
A pesar de que los expertos calculan que Pompeya está casi finalizada en cuanto a lo que se refiere a excavación, es posible que sus 66 hectáreas vayan aumentando progresivamente en las próximas décadas. 

Herculano:

Otro de los grandes atractivos que nos depara la zona es el área metropolitana de Herculano.
Esta población, con menos habitantes que su vecina Pompeya (se calcula que residían unas 5.000 personas) es, a mi juicio, una de las grandes olvidadas de la historia en todos los aspectos. 
A pesar de ser una población menor, la urbe sepultada esconde un impresionante valor arqueológico, incluso superando a la propia ciudad pompeyana. Esto se debe a que una capa de aproximadamente veinte metros de barro sólido, dejó la urbe intacta en el momento de la erupción. De hecho, en su fundación, Herculano contaba con puerto y acceso directo al mar, que debido a la sedimentación de materiales volcánicos, hoy se encuentra a más de 500 metros de distancia. 

Herculano (vista general)
Como observamos en la imagen, la ciudad está tan bien conservada que es difícil diferenciarla de la "nueva Herculano", que la rodea completamente. 
En esta urbe romana, aún se mantienen en pie edificios de varias plantas, y el grado de conservación de pinturas, mosaicos y otros detalles, es insuperable. Por lo tanto, quizás la joya de la corona de la histórica erupción, debería centrarse más en Herculano y no en Pompeya. De hecho, el número de visitantes es muchísimo menor en esta "cápsula del tiempo".
El gobierno italiano está comprando poco a poco los terrenos aledaños al recinto arqueológico, puesto que los límites de la ciudad no se han encontrado apenas, lo que verifica que quedan muchos edificios atrapados en el subsuelo de la nueva urbe. 

Herculano, con el Vesubio de fondo
En Herculano no se han hallado restos de grandes teatros, anfiteatros u otras grandes obras, pero quién sabe si en el futuro esta belleza patrimonial no desvelará alguna sorpresa inesperada. 

Mosaico perfectamente conservado en las termas.
Aunque Pompeya acapare gran parte del presupuesto dedicado a desenterrar estas antiguas ciudades, en Herculano también se están haciendo obras de consolidación y solidificación de espacios.

Trabajos de restauración de la Sede degli Augustali en Herculano.

A simple vista, podemos apreciar que aún se conservan los murales originales con sus respectivos colores. Pero no solo la piedra y las pinturas se conservan, los restos carbonizados de la erupción del año 79 d.C. se presentan en dinteles de puertas y escaleras.

Escalera original preservada con una mampara protectora.
A pesar de su inmenso potencial, parece que Herculano siempre vivirá a la sombra de su urbe vecina. El único aspecto positivo es el de la masificación (o la ausencia de ella), que permite hacer una visita casi en solitario disfrutando de todos los detalles que nos ofrece el espacio.

Restos de una antigua cantina (thermopolium).
Como es natural, el estilo de vida de ambas ciudades era parecido, aunque en Herculano veamos una vida más sencilla sin tanto ornamento y sin grandes construcciones. Numerosas fuentes públicas se reparten por la cuidad, al igual que templos dedicados a los dioses, edificios públicos como termas o gimnasios, y formidables villas o casas pertenecientes a los habitantes más adinerados.


A pesar de que sea un detalle que pase desapercibido a simple vista, Pompeya es una visita monocromática, mientras que en Herculano todo tipo de colores adornan las estancias, creando un entorno mágico.

La caverna
Los asentamientos actuales se encuentran situados por encima de la ciudad. A pesar de ello, se van descubriendo zonas subterráneas construidas en la roca horadada. Numerosos pasadizos defendían la ciudad de un posible ataque, sobre todo en la zona cercana al puerto, donde grandes rocas servían de parapeto. 

Soportales del antiguo puerto
Como es natural, los habitantes de Herculano no corrieron mejor suerte que sus vecinos pompeyanos. Aunque muchos de ellos sobrevivieron gracias a diversos factores, como la menor población, que dejó libres las puertas de salida de la ciudad, y su cercanía al mar, muchos otros perecieron. Los números no están claros, pero se calcula que en Herculano perecieron unos mil habitantes. 
En el momento de la explosión, muchos buscaron refugio en lugares públicos como las termas; otros cien vecinos se agazaparon en los soportales de piedra del puerto, pensando que la solidez de sus estructuras los salvaría, pero no fue así. Al desenterrar la ciudad, decenas de cadáveres aparecieron en dichos refugios de piedra. 

Así perecieron los habitantes de Herculano
Los que salieron de la ciudad, no corrieron mejor suerte. En las playas cercanas, algunos esperaban ser rescatados por mar, pero la ayuda no llegó a tiempo, y la gran estampida de gases y temperaturas infernales los calcinó en el acto. Plinio "el viejo", tío de Plinio "el joven", partió desde Miseno con decenas de barcos al rescate de estas poblaciones, pero la incesante lluvia de ceniza evitó que pudiera acercarse a la orilla. El viento, desplazó su trayectoria y acabó en Stavia, unos cinco kilómetros al sur de Pompeya, donde acabaría pereciendo, probablemente por los gases emanados de la caldera del Vesubio. Si Plinio y su flota hubieran alcanzado la costa, probablemente el número de víctimas se hubiera reducido considerablemente. Por desgracia, esta heroicidad se convirtió más bien en un suicidio en masa.
A pesar de la alta mortandad, muchos habitantes de Herculano escaparon a través de las playas poniendo rumbo a la actual Nápoles, o se dispersaron por lugares donde no llegó la onda expansiva.
Como vemos, la historia antigua sigue conmocionando y cautivando hoy en día a nuestra sociedad actual, aunque parece que no lo suficiente. Cada día se realizan nuevas construcciones en cauces fluviales, en tierras por debajo del nivel del mar, o como en el caso de Nápoles y sus alrededores, a los pies de un asesino en forma de volcán. Evidentemente, los ríos, volcanes, y demás fenómenos naturales son incontrolables, pero muchas desgracias se podrían evitar usando un arma que nunca falla: la simple y pura lógica. 










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