miércoles, 11 de septiembre de 2019

Puerto del Escudo, la pirámide del fascismo.

España, a diferencia de otros países homónimos, ha dejado claro que no ha pasado página en lo que se refiere a su Guerra Civil. Los muertos siguen reposando en cunetas desconocidas, los torturadores siguen haciendo valer sus medallas, y el callejero sigue sin poder despegarse de nombres que solo causaron sangre y sufrimiento. Con este panorama, no es de extrañar que todavía queden vestigios de aquellos acontecimientos tan funestos que sacudieron el país. Como referente, el Valle de los Caídos sigue sembrando polémicas, puesto que por mucho que quieran adornarlo, sigue siendo un lugar de culto a un dictador que utilizó a España como su jardín particular para sus deplorables actos.
Otro lugar emblemático, y mucho más desconocido, se encuentra en el Puerto del Escudo, que atraviesa con su carretera la frontera entre Cantabria y Castilla y León por su vertiente burgalesa. En la carretera N-623, a la altura de la población de Corconte, y a escasos kilómetros del Embalse del Ebro emerge una figura poco frecuente en España: una pirámide.


Esta pirámide escalonada, construida en Agosto de 1939 (una vez finalizada la guerra), tenía el propósito de albergar los cuerpos de los soldados italianos que Mussolini mandó para colaborar en las batallas del ejército franquista.


Esta estructura, de unos 20 metros de alto, llegó a hospedar 384 cadáveres de combatientes italianos hasta el año 1975, en el que el gobierno italiano ordena su exhumación y traslado de los restos a su país natal.
Aunque ya se ha vuelto casi "invisible", una gigantesca "M" (de Mussolini) preside la entrada principal, bajo una gran cruz formada por los agujeros existentes de los bloques de caliza.
En su interior, podemos todavía observar las cavidades donde fueron enterrados los cientos de soldados italianos.


En el suelo, una pequeña abertura con unas escaleras, da acceso a la planta subterránea, donde se encuentran otras sepulturas, de las que aún podemos observar restos de madera proveniente de los rudimentarios ataúdes. Estas sepulturas estaban destinadas a los soldados de más rango.


El estado de la zona es ruinoso, debido al abandono que hubo desde el año 1975. Aun así, la zona infunde cierto halo tétrico.
La sala principal, situada junto al acceso a la pirámide es de sección semicircular. En sus paredes altas, aún guarda frases y arengas fascistas típicas de la guerra y sus posteriores consecuencias.

"Presente, presente, presente"
Pero la historia negra de la "Pirámide del Escudo" no acaba aquí. En mayo de 1971, integrantes de las legiones italianas y familiares de los que allí estaban enterrados viajaban de Madrid a Santander. Habían acudido a España para rendir homenaje a sus caídos, y bajo la parafernalia fascista, pasaron por la pirámide en su ruta. Unos metros más adelante, el autobús que los transportaba se salió de la carretera, despeñándose por el barranco, lo que provocó que 11 personas murieran y 23 fueran heridas de distinta consideración.
Esta noticia, causó gran perturbación en la sociedad, y comenzaron las leyendas sobre la maldición del monumento. Muchos aficionados al mundo paranormal han acudido a la zona para realizar sus experimentos.

Imagen de un diario de la época reflejando el accidente
A pesar de sus connotaciones, la pirámide se encuentra en un entorno idílico, muy cerca del nacimiento del Ebro (Fontibre) y su posterior embalse, rodeado de montes y praderas con distintos tonos de verde. Debido a la altitud del Puerto del Escudo (unos 1000 metros), a veces la niebla se crea en los parajes inferiores, dando la sensación de hallarnos sobre un mar de nubes.

La niebla "nace" del embalse del Ebro
Lamentablemente, visitar esta zona, nos hace reafirmarnos que nos encontramos en un país que no ha conseguido cicatrizar una guerra civil lejana en el tiempo pero presente en el día a día. Tal vez, lo que más indigna es saber que otras hoy democracias han hecho todo lo posible por la conciliación, o por lo menos, por ocultar la adoración a los vencedores y recuperar el orgullo de los vencidos. Tal vez estamos en un país en el que se proteja al poderoso y se abandone al desposeído.

Tal día como hoy, en una cuneta no muy lejana

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