lunes, 9 de septiembre de 2019

El coloso de arena: Dune du Pilat (Francia)

En el Oeste francés, a caballo entre las Landas y la Bahía de Arcachón, emerge la joya de este enclave natural: La Duna de Pilat. Oculta en un extenso bosque, una red de senderos con información sobre la flora y fauna de la zona desembocan en esta maravilla que parece sacada de otro continente. Tras las kilométricas playas de arena fina de las Landas, esta montaña inestable, aparece ante nosotros como un muro infranqueable.


Sus proporciones, realmente gigantescas, la convierten en la duna más grande de Europa. Ocupando 90 hectáreas, y con sus 3 km de longitud, sus 620 metros de ancho, y con una altura que puede llegar a superar los 110 metros de alto, aventaja con creces al resto de dunas existentes en el continente.
La ascensión no es fácil, puesto que para llegar a la cima el camino es duro. Tenemos dos opciones: unas escaleras para los más precavidos, o una casi escalada por cualquiera de sus laderas sobre una arena poco compactada que puede resultar una odisea si no se está en buena forma. Respecto a la bajada, creo que es casi obligatorio el dejarse caer por su ladera, puesto que el riesgo de sufrir una caída con consecuencias es casi nulo, además de ser una experiencia muy relajante y estimulante a su vez.


Como vemos en las imágenes, la duna bien podría pertenecer a un lejano desierto africano, pero la Duna de Pilat está envuelta por bosques y cercada en su otro extremo por el caprichoso mar que la va moldeando.
No debemos ver a la duna como un objeto inerte, puesto que su movimiento anual se calcula en unos 3 metros, con dirección Este (hacia tierra adentro), lo que hace que este monumento natural cobre "vida", cambiando su tamaño y su forma continuamente. Además, la duna está en su niñez, puesto que comenzó a formarse en el siglo XVIII, lo que es un lapso de tiempo minúsculo geológicamente hablando.

Imagen desde uno de los puntos más altos de la duna
Mientras que en el lado Este, centenares de árboles tratan de, infructuosamente, frenar la duna, el lado Oeste, donde se encuentra el Océano Atlántico, la sigue abasteciendo de arena procedente de los gigantescos bancos que se acumulan debido a las corrientes del golfo de Vizcaya.


En la Duna de Pilat vemos representada la lucha desigual entre naturaleza y humanidad, puesto que, aunque la guerra esté perdida, han sido muchos regentes que han intentado frenarla con plantaciones a sus pies, que inexorablemente, son devoradas por la duna a razón de varios metros al año. Por el momento, la duna está en un momento de crecimiento o expansión, mientras siga abastecida por esa fina arena proveniente del mar. Dentro de unos años, probablemente la propia naturaleza le ponga freno, primero ralentizando su crecimiento, para después entrar en una fase de decrecimiento hasta que la duna desaparezca total o parcialmente.
Mientras esta maravilla natural siga en pie, podemos deleitarnos con paisajes imposibles. El contraste de colores y ambientes es algo fuera de lo común. En su base, el bosque Atlántico, con sus enormes formaciones boscosas. En la cima, el paisaje es desértico, como si nos hubieramos teletransportado a algún paraje africano. Si miramos hacia el Oeste, el color de sus aguas nos hace imaginar que nos encontramos en algún lugar del caribe con playas paradisíacas.

Vistas hacia el Oeste
 Estos cambios de color, junto a su impresionante tamaño, son los que dan a la Duna de Pilat un atractivo especial. En pocos lugares conseguimos fotografiar semejante arenal y tan espectacular masa arbórea.


Antes de realizar el paseo, recomiendo visitar los senderos que conducen hasta la duna, pues nos muestran con frecuencia datos sobre la flora y la fauna del lugar, además de explicaciones detalladas sobre la formación y las características del monumento natural. Además, la zona está equipada con parkings de pago, zonas de descanso, sanitarios, las típicas tiendas de souvenirs y una oficina de turismo.
La duna de Pilat no puede defraudar a nadie, puesto que cuenta con componentes paisajísticos para todos los públicos, además de ser un lugar insólito.



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