jueves, 1 de agosto de 2019

Cité del espacio en Toulouse (Francia). El sueño espacial hecho realidad.

Desde el principio de los tiempos, la cúpula celeste ha marcado nuestro destino, tanto espiritualmente, como geográficamente, incluso en términos de arquitectura. Basta con mirar la historia de las grandes civilizaciones para comprobar que el ser humano siempre ha tenido una enorme atracción por desvelar los misterios de ese cielo infinito que nos rodea. El espacio, con sus incontables estrellas, sus fenómenos naturales, y sus gigantescas distancias no hace sino empequeñecer al que las observa.
Las estrellas, la luna, los eclipses... han marcado la agenda de la agricultura, de los rituales, y de los grandes filósofos que han reflexionado una y otra vez sobre sus misterios.
El sueño de todo aquel que se sienta mínimamente interesado por la astronomía, o simplemente del observador casual, es adentrarse en ese vasto espacio de luces y oscuridad.
Lamentablemente, ese sueño es complicado de alcanzar, puesto que solo un mínimo grupo de elegidos tienen la oportunidad de conocerlo, aunque sea en umbrales próximos a nuestro planeta.
Por suerte, la "Cité de l´Espace" de Toulouse nos acerca un poco más a ese intrigante espacio y sus protagonistas.
Situada en las afueras de esta gran ciudad francesa, el centro museístico ocupa casi cuatro hectáreas de terreno, que se fueron ampliando a raíz de su inauguración en 1997.


 La gigantesca maqueta de 55 metros de altura, réplica de la misión Ariane 5, nos da la bienvenida, y es visible a kilómetros de distancia. Aunque la explanada al aire libre ofrece una gran variedad de distintas naves y satélites, por su tamaño y su arquitectura, esta es sin duda la más destacada. En su base, una pequeña sala, imita el centro de control del lanzamiento, siendo totalmente interactiva, puesto que cualquiera puede ejercer de ingeniero y ayudar a que el cohete despegue en una completa simulación.


A su alrededor, se encuentran diseminadas todo tipo de maquetas a escala real de otros proyectos, como el llamativo telescopio espacia de la misión XMM-Newton. Este satélite se ha dedicado a fotografiar objetos del espacio profundo mediante rayos X, y continuamente ha estado mandando información a la tierra, donde se recopila minuciosamente para su estudio. Curiosamente, este pequeño voyeur del espacio fue lanzado desde el cohete Ariane 5 antes mencionado.

Satelite XXM-Newton
Siguiendo la visita por la zona exterior, nos iremos encontrando con multitud de paneles informativos, que nos darán informaciones para todo tipo de público, puesto que este parque está diseñado para niños, y niños grandes.

Réplica del sistema solar

Como se aprecia en las fotografías, las maquetas y reproducciones tienen un tamaño considerable. Las explicaciones están en varios idiomas diferentes, lo que facilita la visita a los foráneos.

Detalle del sistema solar
Posiblemente, una de las atracciones más visitadas, sea la réplica exacta de varios de los módulos que constituían la ya desaparecida MIR. Para los desconocedores en la materia, este complicado entramado de módulos estuvo orbitando la tierra desde el año 1986 hasta 2006. La MIR era un proyecto que se inició en la ya desaparecida URSS, y marcó un antes y un después en los experimentos en "gravedad 0". Una vez desaparecida la URSS, Rusia tomó el control de la nave y permitió un hecho sin precedentes: la colaboración de USA en sus proyectos cosmonáuticos. A día de hoy, su "sustituta" es la ISS (Estación Internacional Espacial), de la cual forman parte multitud de países, que aportan en mayor o menor medida sus recursos humanos y financieros para su mantenimiento y expansión.

parte de la réplica de la MIR
Los visitantes, en temporadas de alta afluencia, se arremolinan en torno a esta gigantesca nave, que podemos visitar en casi su totalidad. En su interior, los diseñadores de la "Ciudad del Espacio" han recreado el día a día de la vida en la estación. 

Interior de la MIR

Es muy fácil dejarse "atrapar" y dejar volar la imaginación paseando por los, en ocasiones, angostos pasillos de la nave. En apenas unos minutos, aprenderemos a valorar a los cosmonautas y astronautas, puesto que no tendría que ser fácil la vida en espacios tan pequeños, con miles de instrumentos y cables colgando por todas las superficies visibles. 

Soyuz
Si hablamos de la MIR, no podemos evitar mencionar uno de los módulos de transporte de mercancías y pasajeros más famosos de la historia: La cápsula Soyuz.
Este invento tecnológico puede que no sea el más bonito del mundo, pero ha demostrado su fiabilidad a lo largo de sus múltiples años de servicio. Su primer vuelo oficial fue en 1967, aunque su aterrizaje forzoso provocó la muerte de su único tripulante, el cosmonauta Vladimir Komarov. 
Poco a poco, la cápsula, de unos siete metros de largo y más de siete toneladas de peso, fue perfeccionándose con el paso del tiempo. De hecho, modelos avanzados de esta primigenia Soyuz siguen siendo utilizados para abastecer a la Estación Espacial Internacional. 
A pesar de que los transbordadores estadounidenses han acaparado la mayor parte de la atención mediática, la única superviviente sigue siendo la discreta pero eficaz Soyuz. 
La dirección del parque, pone a nuestra disposición (ya en los edificios interiores) una excelente colección de artículos cotidianos de la Soyuz y otras naves, y sobre todo, nos ofrece la posibilidad de experimentar la claustrofobia de introducirse en el módulo final de la nave rusa, un compartimento en el que solían viajar 3 personas ataviadas con sus trajes espaciales, más todo el equipamiento necesario. 
Es toda una vivencia, puesto que aunque la experiencia del visitante no se prolongue más que unos segundos en el tiempo, nos hace imaginar un viaje a través del espacio que dura varias horas en un habitáculo tan reducido. No tengo ninguna duda que para el viajero será uno de los más gratos recuerdos de su paso por la Ciudad del Espacio, al igual que estoy convencido de que el paseo de varias horas de los astronautas y cosmonautas no debe de ser para nada agradable. 

Módulo final de la Soyuz, Abstenerse claustrofóbicos
Queda absolutamente claro, que los cosmonautas/astronautas, están bien entrenados y hechos "de otra pasta" para controlar las situaciones y sus propios miedos.
En los edificios interiores, se nos muestran a los hombres y mujeres que desde hace varias décadas, han hecho posible que el ser humano vaya rompiendo barreras y limitaciones, aunque en ocasiones, en pro del progreso, hayan perdido sus propias vidas. 

La filosofía de la Ciudad Del Espacio de Toulouse es la de aquellos museos (escasos) en los que el lema es "Prohibido no tocar", puesto que en cada rincón encontraremos algo con lo que interactuar. 
Las simulaciones de "gravedad 0" por medio de un sistema de poleas, son unas de las más codiciadas por los más pequeños, que perfectamente equipados con trajes espaciales vuelan libremente golpeándose entre sí con total felicidad. 


En todos los edificios del parque temático, las exposiciones permanentes se agolpan en cada pasillo, abarcando un amplio número de frentes: Marte, la llegada a la Luna, los cometas, los satélites artificiales, etc.
Cabe destacar los objetos originales de las distintas misiones, que nos permiten observar los pequeños detalles que a menudo pasan desapercibidos en las escasas imágenes que nos muestran los medios. 

Traje espacial con todo su equipamiento

Réplica de los famosos Rovers que exploran Marte

Otro plato fuerte del parque son los planetarios y sus proyecciones. Enormes salas coronadas con cúpulas nos muestran el cielo nocturno, la vida cotidiana en la ISS, o proyecciones variadas en 3D que harán las delicias de grandes y pequeños. 


Es de vital importancia no diluirse entre la multitud de actividades y proyecciones programadas. A la entrada del parque se nos entregará un documento con un mapa, indicándonos el tipo de actividad y la zona en la que se va a producir. Creo que merece la pena pararse a programar el día de visita, puesto que si nos despistamos podemos no llegar a nada.  En ocasiones, la apacible visita se vuelve una carrera contrarreloj, pero es necesaria si queremos aprovechar la experiencia al 100%. El número de carreras será proporcional a la afluencia del parque en el día elegido para nuestra estancia, puesto que las colas son habituales, y los aforos son limitados. 


Por supuesto, la organización del parque es consciente del pequeño caos que se organiza antes de cada evento, y habilita salas de espera, salas de pre-entrada, y todos los medios visuales y auditivos para que la experiencia sea grata. 
Cuando estemos en esos ratos "libres" podemos ir visitando las exposiciones y curiosear con los experimentos que nos ofrecen. 

Holograma en vídeo explicativo
El parque también cuenta con áreas de restauración y zonas de descanso. Es muy recomendable acomodarse en alguna zona verde y disfrutar del entorno, al igual que podéis relajaros en una cama para astronautas como si deambulaseis por el espacio dentro de una nave de largo recorrido. 




El hacer descansos y paradas es bastante importante, ya que la densidad del parque puede que nos deje agotados. De primeras, la Ciudad del Espacio parece muy asequible en cuanto a tiempo se refiere, pero a medida que interactúas y disfrutas de las exposiciones, las horas parecen desaparecer. 

Como es evidente, la visita a este parque es imprescindible si recorremos la zona. Es muy recomendable para todo tipo de personas y edades, sobre todo para los más pequeños, que igual en un futuro no muy lejano tienen que salir al espacio forzosamente si el planeta sigue la deriva actual, de lo cual seremos culpables si no lo remediamos a tiempo. 


Mapa de la Cité 


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