"Y lo llevan a la Laguna Negra, que no tiene fondo, y allí lo arrojan con una piedra atada a los pies. La laguna está rodeada de una muralla gigantesca de rocas grises y verdosas, donde anidan las águilas y los buitres. Las gentes de la sierra en aquellos tiempos no osaban acercarse a la laguna ni aun en los días claros."
De esta manera, describía el poeta soriano Antonio Machado en 1912 la laguna situada a escasos kilómetros de La Rioja, y muy cerca del nacimiento del Duero, principal río soriano. El reconocido poeta, al igual que los paisanos, era consciente del gran magnetismo y misterio que desprendía la lámina de agua que se aposentaba bajo las escarpadas paredes de piedra, a casi 2000 metros de altitud.
Y es que la legendaria "Laguna Negra", lleva generando mitos y leyendas desde tiempos inmemoriales, sobre todo entre los pobladores de la comarca de pinares, que hacen su vida en las zonas más bajas del valle, donde se levantan diferentes explotaciones madereras que son el eje principal de la economía de la región.
Las zonas más elevadas son un verdadero capricho natural, que han sido esculpidas por las diversas glaciaciones que se han dado en la zona milenios atrás, propiciando la aparición de todo tipo de estructuras naturales que podemos contemplar hoy en día, y que están protegidas bajo la figura de "Parque nacional".
La Laguna Negra, es el fruto también de la metamorfosis provocada por el hielo, que es uno de los factores erosivos más poderosos que existen. Además, en las cercanías se encuentra una multitud de otros pequeños lagos menos conocidos, como la "laguna helada", la de "mojón alto" y la "larga", por poner algunos ejemplos. Todas estas masas de agua han nacido al amparo de enormes circos glaciales, que generan diversos microclimas, lo que favorece la proliferación de todo tipo de animales y plantas más propios algunos de las grandes alturas pirenaicas que de un biotopo típico de la meseta central.
Y es que la Laguna Negra reúne todas las características de lugar enigmático, ya que la baja densidad de población, la poca accesibilidad (hasta hace no muchos años) y los parajes solitarios, siempre favorecen la creación de mitos y leyendas, que han sido transmitidos de generación en generación, probablemente en mitad de conversaciones a la luz del fuego, en las largas y heladas noches del riguroso invierno soriano.
Así pues, Antonio Machado plasmó parte de esas historias en su trabajo "La tierra de Alvargonzález" , en el cual relataba las peripecias de dos hombres que habían acabado con la vida de su padre para percibir una más que cuantiosa herencia. Tras matarlo, habían culpado a un inocente de la muerte, y una extraña maldición se apodera de ellos. Su madre, tras la muerte de su marido, se muere de pena, y las tierras familiares dejan de producir hasta tal punto que no crecía ni la hierba. La historia finaliza cuando los hermanos parricidas son engullidos por la Laguna Negra tras pasar cerca de sus aguas. A partir de ese momento, las tierras son liberadas del embrujo y vuelven a ser fértiles como lo eran antaño.
Esta historia, que posiblemente fue una adaptación de poema del Cid, corrió como la pólvora entre las gentes que poblaban los alrededores de la laguna, haciendo que nuevas leyendas comenzaran a forjarse en torno a esta.
A pesar del impacto de la historia de Machado, las leyendas ya provenían de siglos atrás, ya que se aseguraba que un enorme lagarto atrapaba a los incautos paseantes que se atrevían a acercarse a las orillas de la laguna, arrastrándolos al fondo en silencio, no volviendo a aparecer jamás.
El arraigo de este tipo de leyendas ha hecho que llegara hasta nuestros días la falsa creencia de que la laguna no tenía fondo conocido, y que ningún explorador había conseguido encontrar el lecho rocoso en sus inmersiones. Este dato, que a día de hoy sigue permaneciendo en el inconsciente colectivo es falso, ya que la profundidad está datada entre los 8 y los 10 metros, dependiendo de la zona estudiada.
Desde una visión más científica, la Laguna Negra es un paraje espectacular, en el que podemos ver como la erosión glacial y otros fenómenos naturales han "tallado" un paisaje abrupto, en el que también podemos observar las rocas desplazadas a cientos de metros de distancia por las lenguas de hielo, mostrándose completamente desubicadas en mitad de las zonas de vegetación abundante.
Los brutales fenómenos naturales allí presentes han sido en multitud de ocasiones desplazados por las historias casi paranormales de la zona. Aún así, tenemos que analizar la raíz de todos estos conglomerados de leyendas, ya que siempre suelen ocultar una solución práctica a los temores de las distintas épocas, y han sido creados con una intención pedagógica o ética. Si hacemos una amplia retrospectiva, nos damos cuenta de que muchas de las religiones existentes han basado sus fundamentos en los mismos principios. Por ejemplo, muchos estudiosos afirman que la prohibición de comer cerdo por parte del la confesión islámica fue debido a la existencia de numerosas pestes y enfermedades que hace dos milenios ocasionaba el consumo de esta carne. De esta manera, se evitó que la población enfermara, y la lección, revestida de un tono sobrenatural, acabó siendo un consejo sanitario efectivo.
Pareciera que estas argucias han caído en desuso, sin darnos cuenta de que algunas de nuestras propias tradiciones del siglo XXI provienen de circunstancias semejantes. Por ejemplo, el acto de tomar "las uvas" en nochevieja, procede del año 1909, cuando una excelente cosecha de esta fruta hizo que los productores inventaran este acto social para dar salida a sus rebosantes almacenes. Desde entonces, cada año, son miles las toneladas de uvas que se consumen por esta tradición mercantilista.
La invención de maldiciones y criaturas del abismo en la Laguna Negra podría responder a una forma de aleccionamiento muy simple que, ejercida sobre la población de los alrededores, habría conseguido su finalidad. En este caso concreto, los habitantes de las zonas vecinas, que en su gran mayoría no sabrían nadar, deberían permanecer alejados de estas láminas de agua, ya que su entrada en ellas podría provocarles un grave accidente. Con el miedo presente en los receptores de las leyendas, se aseguraban que permanecían seguros "en tierra firme".
En la edad moderna, muchas de estas historias han sido desterradas, debido a que se ha demostrado ser completamente falsas o erróneas. De este modo, nuestra generación se encuentra ante el dilema de mantener o no estas tradiciones, ya que en numerosas ocasiones forman parte de la cultura local y popular. No debemos olvidar que muchas de estas historias reflejan miedos domésticos del día a día, y muy relacionados con la historia y el paisaje de las diversas zonas. Esos miedos, a día de hoy han podido desaparecer, suplidos por las nuevas tecnologías, pero han surgido otros muchos. Esos temores cotidianos, es probable que den lugar a nuevas leyendas, que serán rebatidas con el paso del tiempo. Desde luego, parece que hemos perdido parte de nuestra esencia, ya que antes los miedos se enfrentaban en comunidad y a la luz del fuego, mientras que ahora basta con un teléfono móvil y la soledad.
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