El peñon y la ermita parecen brotar del mar |
A pesar de que actualmente quizá lo menos llamativo es la iglesia, pues no tiene nada de particular o especial, su historia pasada no tiene desperdicio. Es dificil datar la fecha de su construcción original. Según los expertos la originaria edificación dataría del siglo X, aunque solo se basan en conjeturas. El primer documento "oficial", narra la cesión a los abades del monasterio de San Juan de la Peña (Huesca) por Iñigo López, señor de Vizcaya.
Parece ser que entre el siglo IX y siglo XII se realizaron distintos enterramientos en el peñon, bajo la explanada donde se construyó la ermita.
Acosada por los corsarios, sufrió numerosos ataques, llegando a ser destruida y reconstruida en varias ocasiones. Hemos de tener en cuenta que las cavidades erosionadas por las mareas y los fuertes vientos hacen de este enclave un sitio perfecto para esconderse y defenderse.
No fueron estos los únicos incidentes relacionados con San Juan de Gaztelugatxe. En 1978 fue devastada por un incendio, aunque fue abierta de nuevo en 1980. Por lo tanto, hablamos de un lugar con alto contenido simbólico, estratégico y, por supuesto, paisajístico.
En la actualidad, no se puede llegar a la base de la ermita en coche, pese a que hay una carretera habilitada, se encuentra abierta tan solo a los propietarios de la zona. En su lugar, debemos de dejar el vehículo en uno de los múltiples parkings que hay en el extremo opuesto a la ermita.
Recomiendo hacer la visita en un orden determinado. En primer lugar se puede hacer una parada en el mirador situado en la propia carretera dirección Bermeo-Bakio. A mano derecha, se extiende un apartadero con una pequeña construcción en piedra que (si el clima lo permite) nos ofrece las primeras impresionantes vistas de San Juan de Gaztelugatxe.
Mirador de la carretera |
Una vez listos para emprender el camino peatonal, nos encontraremos con los paneles informativos.
Quiero destacar, ya que no se hace debidamente, que la dureza debido a las rampas, tanto como el camino hasta la ermita, no hacen el trayecto apto para todos los públicos, o mejor dicho, para todas las aptitudes. Tenemos que contar que el primer tramo (en el que nos encontraremos el primer mirador) es una bajada pronunciada bien hormigonada. Tenemos que ser conscientes de que todo lo que sube...baja. Y por supuesto, todo lo que baja...tiene que subir. El segundo tramo (explanada baja) no tiene dificultad alguna puesto que transcurre por asfalto y hormigón. El tercer tramo consiste en subir 241 peldaños. Muchos de los visitantes se dedican a contarlos mientras suben para que el trayecto se haga más ameno.
Dicho esto, hay que sopesar si hacer la excursión entera, la bajada al mirador, o simplemente conformarnos con las vistas desde la carretera. Debido a la gran afluencia de turistas de los últimos años, se han multiplicado las situaciones surrealistas de personas que no llevan calzado adecuado, o simplemente que las piernas no les responden y el camino de regreso empaña la visita a esta preciosa zona.
Cartel orientativo |
Mi intención no es desmotivar a nadie, la bajada, la explanada previa a la ascensión a la ermita, y la subida a la ermita están rodeadas de un entorno que hace más llevadero el paseo.
Desde mi punto de vista, la subida a la propia ermita, no es el punto más atractivo de la zona, puesto que las mejores vistas se obtienen desde el mirador que nos encontramos a pocos metros de iniciar el descenso.
Si decidimos subir los 241 peldaños nos iremos encontrando antiguas cruces que señalan el típico viacrucis.
Vista parcial de las escaleras de acceso |
Una vez arriba, podemos contemplar la ermita por dentro y por fuera. Es recomendable rodear el edificio para contemplar todo el relieve de la costa vasca y el mar infinito que se nos presenta delante.
Una de las nuevas tradiciones, inocua, puesto que no se basa en ningún hecho relevante, es tocar tres veces la campana situada en la vertiente este de la ermita. Como digo, la tradición es de nueva creación.
Cuerda que voltea la pequeña campana |
Si se dispone de tiempo, recomiendo visitar la zona en bajamar, puesto que la retirada del agua deja al descubierto una impresionante zona estratificada conocida como rasa mareal, muy abundante en las costas vascas. Se trata de pequeños pliegues en la roca provocados por los movimientos telúricos de las placas.
Si se decide visitar en pleamar, el espectáculo también es muy digno, puesto que el peñon queda unido a tierra únicamente por la pasarela de piedra que conecta ambos extremos.
Rasa mareal de Gaztelugatxe |
Quiero remarcar, que el peñon donde se ubica la ermita no es el único que posee un inmenso potencial paisajístico. Como se aprecia en las fotos, los islotes cercanos son extraordinarios, sobre todo con las vistas que se obtienen desde el barco. Nada desdeñable tampoco es el faro del cabo Matxitxaco, el punto situado más al norte del País Vasco.
Akatxa irla (en euskera) |
El paisaje terrestre, no tiene nada que envidiar al marino. Toda la zona está integrada en la reserva de la biosfera de Urdaibai, reconocida por la Unesco, en el que se combinan una amplia gama de flora y fauna autóctona.
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