domingo, 15 de octubre de 2017

Belchite (pueblo viejo) Zaragoza

"Ya no te rondan los zagales, ya no se oíran las jotas que cantaban nuestros padres". Esta intrigante frase, escrita en memoria de lo allí acaecido en el verano de 1937, describe la realidad de donde nos encontramos; un pueblo abandonado y al borde del colapso.



 Belchite, una localidad zaragozana, situada a escasos 40 kilómetros de la capital aragonesa, resiste al paso del tiempo y la erosión como buenamente puede. Edificios que se mantienen en pie milagrosamente, torres de iglesia que desafían peligrosamente a la gravedad, y restos de escombro por todas sus calles dan a Belchite la fotográfia de un lugar desolador.
Aunque ahora el recinto es seguro, puesto que se han demolido varios edificios y las visitas están estrictamente controladas, durante mucho tiempo este enclave podía ser recorrido en su totalidad, apreciando en cada esquina los restos de la guerra.
Debido a su situación estratégica, el mando repúblicano decidió tomar el enclave para acercarse a Zaragoza. Pese a que la capital no sucumbió a las tropas republicanas, Belchite si lo hizo. Se calcula que entre bombardeos y la técnica del "casa por casa", hubo 5000 muertes en apenas 15 días. Los franquistas, atrincherados en el pueblo y liderados por su alcalde trataron de hacer frente al sitio de su localidad, pero no tardaron en ceder a la presión republicana en colaboración con la CNT y las milicias internacionales. 
Tras la guerra, Franco se comprometió a construir un nuevo pueblo cercano a las ruinas del antiguo. Para ello, utilizó a los presos republicanos a los que albergaba en un campo de concentración cercano. A pesar de que las labores de construcción se llevaron a cabo completamente, el trastocado pueblo viejo no se demolió, dejando constancia de la barbarie de la guerra que sufrió casi todo el país. 


Entrada al pueblo viejo de Belchite
Tras sobrepasar el primer arco, las antiguas calles nos dan la bienvenida entre casas semiderruidas, homenajes a los caídos y diversas muestras de cariño hacia los combatientes de ambos frentes. 






 De parada obligada para el visitante,caben destacar las dos iglesias que aun permanecen en pie, la iglesia-convento de San Martín, y la de San Agustín. Aunque sus cubiertas están casi destruidas, aun conservan gran parte de su estructura original, antes de ser bombardeada y asediada. 


Vista general

Para los amantes de lo paranormal y las psicofonías, este es un punto de alta relevancia a nivel nacional. Numerosas psicofonías y parafonías captadas muestran desgarradores gritos, explosiones, y el incesante ruido de los motores de la aviación que supuestamente siguen impregnando las paredes casi un siglo después. 
Numerosos grupos de investigación han pasado noches enteras grabando en plena noche lo que no es audible para el ser humano. 
Aunque no se sea amante de lo paranormal, aunque no se crea en nada más que en lo tangible, el pueblo produce una sensación extraña de congoja y angustía. El viento, predominante en esa zona, al igual que en todo el valle del Ebro, mueve los contraventanos semianclados en las antiguas fachadas, las piedras parecen ulular, y a veces las sombras de cualquier árbol parecen cobrar vida propia. 

Las casas nos muestran su estructura interior
Gracias a la señalización y paneles informativos, podemos conocer un poco más de la historia de Belchite en el propio lugar. 

Estructura y torre de San Martín


Como se puede apreciar en las fotografías, la naturaleza ha ganado terreno a las edificaciones, aunque con las últimas remodelaciones adaptadas al turismo los matorrales, la tierra y los escasos árboles han perdido la batalla.                                     


Belchite es, sin ningún género de dudas, un lugar para visitar y conocer más a fondo la dura guerra que se vivió en España en los años 30 después de un alzamiento militar, que causó y sigue causando,numerosos daños físicos, morales, materiales y patrimoniales en un país en el que las heridas todavía no han cicatrizado.











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