viernes, 20 de octubre de 2017

Principado de Mónaco

Cómo sobrevivir a Mónaco siendo pobre y no morir en el intento.

Cuando pensamos en Mónaco nos vienen imágenes de opulencia, de gasto desmedido, de megayates, de coches de alta gama. Pues bien, todo lo anteriormente mencionado es correcto, pero existen alternativas a los que ni queremos ni podemos llevar ese estilo de vida. Mónaco, un pequeño principado, sumido en la cultura del dinero, es una cápsula que aparentemente está cerrado al turismo "Low cost", pero esa afirmación no es correcta. En esta entrada os mostraré la manera de conocer la ciudad sin privarnos de visitas interesantes, comer, y demás necesidades sin dejarnos gran parte del sueldo del mes en un sólo día. 

El día que visitamos Mónaco, decidimos dormir en un área de servicio a unos 30 km de la ciudad. Como imagináis el resultado fue coste 0. A la mañana siguiente, nos adentramos por las escarpadas montañas y túneles que conectan la burbuja opulenta del resto del mundo. 
Al llegar, casualidades de la vida, encontramos aparcamiento justo delante de la línea de llegada del famoso circuíto de Fórmula 1. Para nuestra sorpresa, al contrario de lo que ocurre en otras capitales, la "zona azul" era gratuíta ese día de la semana. Contentos con nuestra proeza, decidimos recorrer el círcuito urbano de carreras más conocido del mundo a pie. Constantemente, a través de pantallas, esculturas y escaparates dedicados al mundo del motor nos recuerdan la historia de las espectaculares carreras que allí se han vivido a lo largo de la historia. 


Línea de llegada y salida
Aunque con costantes subidas y bajadas, los poco más de 3 km que tiene el recorrido se hacen extremadamente amenos. Cada rincón parece tener protagonismo en las carreras que tantas y tantas veces se han retransmitido por televisión. A pesar de que no soy un gran amante del automovilismo, he de reconocer que Mónaco es un circuito que siempre me ha parecido especial y emocionante. 

Subida hacia el Casino
Desde la perspectiva de alguien que no está para nada interesado en el automovilismo y en su mundo, las vistas de este microcosmos no son nada desdeñable. Conforme vamos cogiendo altura, comenzamos a ver la envergadura de grandes yates, casi del tamaño de un pequeño crucero que son el emblema de la parte rica de la ciudad. 


Como cualquier persona, siempre trata uno de imaginar como vive esa gente, que ya desde primera hora de la mañana, se apoltrona en sus lujosas embarcaciones con una copa de vino entre las manos. La curiosidad, siempre nos hace detenernos desde cualquier esquina para observar de lejos la vida de aquellos que no pasan apuros a fin de mes. 



El dinero, no solo está presente en las monumentales edificaciones, más parecidas a colmenas, ni en los barcos. Las tiendas de alta costura, de joyas y demás parafernalia están abiertas casi 24 horas al día, con una afluencia constante de clientes que no tienen reparo en gastarse una millonada en algo que a un servidor le parece completamente absurdo. 
El lujo también está presente en el asfalto. Enormes y potentes coches atronan con sus descomunales tubos de escape. El ruido de los motores rompe la relativa calma que se vive al pasear por la ciudad un domingo, pero no llega a ser molesto, puesto que ya forma parte del paisaje.  


El paseo, que nos muestra diferentes vistas de la capital monegasca, atraviesa casi todos los puntos más emblemáticos de la ciudad. El casino, por ejemplo, está en uno de los puntos más altos del recorrido. Cientos de personas se arruinan y se benefician por igual en un corto espacio de tiempo en una ciudad en la que el dinero prevalece por encima de todas las cosas. También observaremos el famoso hotel, uno de los puntos clave de la vida monegasca. 

Casino

Hotel "París"

Estos dos puntos son los más altos del circuito urbano. Posteriormente, comienza una bajada zigzagueante rodeada de vallas, palmeras, y bordillos pintados con el objeto de facilitar la entrada fulgurante de los coches en las curvas (los denominados "pianos"). 

Llegada al Hotel y al Casino
Una de las curvas más cerradas del circuito la encontramos al bajar una pronunciada cuesta. Coronada por pequeñas palmeras, la semirotonda de casi 180 grados es inconfundible y espectacular. 



Si seguimos el circuito, a pocos metros nos encontraremos varias curvas enlazadas que dan paso al famoso túnel de Mónaco, con excelentes vistas al Mediterráneo. 

Entrada al túnel

En el tramo final del túnel, podemos encontrar tiendas de "souvenirs" de un precio extrañamente adsequible. No olvidemos que toda la costa este francesa, y el principado de Mónaco, tienen una renta per cápita muy superior a la de otros países, como España. 
Una vez sobrepasado el túnel, nos encontramos casi al nivel del mar, en una zona que casi forma parte del puerto y donde rebasamos la línea de salida por la calzada paralela. 

Tras el paseo, aconsejamos subir a la parte sureste de la ciudad. Mediante sendas perfectamente acondicionadas se puede acceder al Palacio de los Príncipes de Mónaco, fuertemente custodiado, al monumento de los Grimaldi, y otras infraestructuras estatales y financieras de la ciudad. 
La subida a la parte alta, nos proporciona unas magníficas vistas de la bahía y de todo su conjunto. 

Vista general


En nuestro caso, una vez allí, y con la cartera todavía intacta, decidimos acercarnos al Museo Oceanográfico. Con un precio que oscila según la temporada, pero que ronda los 15 euros por persona, es uno de los lugares, a mi juicio, en los que merece la pena pasar un buen rato. 
A escasos metros del edificio principal, el submarino amarillo de Jacques Costeau, mundialmente conocido. 


El oceanográfico, posee una gran colección de animales, tanto vivos como muertos. Grandes salas albergan restos óseos de animales, desde el más grande, al más pequeño. La gigantesca colección es usada en investigaciones científicas y divulgativas. 


Vitrinas, documentales, cuadros, nos enseñan la grandiosidad del mundo submarino y nuestro deber de respetarlo. 
En cuanto a la zona de hábitats acuáticos, cabe resaltar el gran tanque donde tiburones y otras especies de gran tamaño deambulan ante la atenta mirada de los turistas y curiosos. También tienen un edificio anexo con pequeños tiburones que se pueden acariciar mientras nadan a escasos centímetros de tu mano, intentando siempre respetar la integridad del animal.  

Tortuga marina en pleno "vuelo"
Dependiendo del tiempo, el Oceanográfico, aunque no es grande en extensión, es rico y variado, por lo que debemos dedicar varias horas a visitarlo. La azotea, refugio de fumadores, también posee tortugas de tierra y otras especies que agradecen el sol y la brisa que corre en estas latitudes mediterráneas. 

Anémonas venenosas albergando peces payaso inmunes a sus urticarios brazos

También cabe resaltar la cría masiva de tiburones que se realiza en este espacio. Los pequeños huevos en forma de sobre, contienen en su interior el tiburón en miniatura ya formado, que una vez preparado, romperá su burbuja para emerger y convertirse en un pez de admirable tamaño. 

Huevos de tiburon colgando de la vegetación
Aunque el resto de especies, son más comunes en otros "aquariums", no por eso pierden su belleza y su, a veces, inconcebible apariencia. 

Pez escorpión

Una vez terminada la visita, existen multiples opciones. Distintos museos, como el de los coches "top", o jardines exóticos rodean toda la ciudad dando una variada y entrenida agenda a los visitantes. 

Si quieres darte le gustazo de comer en Mónaco y no ser atracado, puedes optar por comer en algún centro comercial. Nosotros teníamos un puesto de pizzas (deliciosas), ubicado en un puesto comercial, junto a la parrilla de salida de los coches, que nos convenció por su olor, y sobre todo, por su precio. Una vez adquirida tu ración, puedes comerla en cualquier parque, o tu propio vehículo. 

Comer low cost en la línea de llegada en Mónaco ¡es posible!
Un viaje a Mónaco no es un viaje, si no aprovechas a dar una vuelta por el circuíto de Formula 1 con tu coche. Aunque exprimas un poco el motor, nadie te mirará raro. 

Esperando a que nos den un trofeo
En definitiva, Mónaco puede ofrecerte mucho y sacarte poco, cada cual que elija su opción, pero merece la pena visitarlo. 














No hay comentarios:

Publicar un comentario