viernes, 13 de julio de 2018

Museo de las Momias de Quinto (Zaragoza)


Nadie puede explicarlo sin hacer una interpretación subjetiva, pero está claro que las momias desatan pasiones de todo tipo: terror absoluto, curiosidad, incredulidad e incluso un pequeño placer por el morbo.
A menudo, cuando se habla de momias, siempre nos vienen a la cabeza las míticas momías que están repartidas por todo Egipto y otros países. En el museo de El Cairo, hay una sala dedicada exclusivamente a ellas. En este caso, el espacio ofrece una exhibición de las momias más ilustres: Los grandes faraones. 
En pequeñas urnas, manteniendo una temperatura y una húmedad constante, reposan los restos de estos antepasados poderosos que han perdurado siglos lejos de sus envolturas mortuorias. 



Decenas de personas de la época faraónica, se esmeraron en vaciar, rellenar, honrar y preservar a sus muertos en las mejores condiciones posibles. A la vista queda el buen trabajo realizado, puesto que a pesar de haber sido enterradas en lugares seguros, muchas de las tumbas fueron saqueadas y los cuerpos fueron arrojados a fosas comunes aprovechando cualquier cavidad en la roca. Tras muchos años de anonimato, los faraones fueron recuperados y los daños fueron reparados. Ahora contemplan de nuevo la eternidad desde la seguridad que ofrece su nuevo emplazamiento. 



No sólo Egipto ofrece la posibilidad de ver momias reales, en España también tenemos la posibilidad de ver algunas. En Miranda de Ebro, localidad castellano-leonesa se encuentra "El Chantre de Calahorra". La fábula y la historia se entremezclan en un camino difícil de distinguir. Según cuentan, el Chantre (dignidad eclesiástica), falleció delante de la puerta de la Iglesia de San Nicolás allá por el año 1352. Las teorías conspiranoicas aseguran que fue asesinado por su hermano al lanzarle, desde una altura más que notable, un saco de arena. Esta historia oscura no acaba aquí. Al parecer, en varias inundaciones consecutivas, el Chantre, que había sido enterrado en la Iglesia de San Juan, fue "llevado" por la fuerza del río en tres ocasiones desde su fosa, hasta la puerta de la Iglesia de Santa María. Los habitantes, presas del pánico, decidieron enterrarlo en Santa María, puesto que este enigmático cuerpo parecía pedir un cambio de ubicación.  
Por supuesto, muchas de estas historias forman parte de los mitos y leyendas de la zona, pero la historia resulta cautivadora. A día de hoy, el Chantre puede ser visitado, aunque no suele ser muy publicitado, por lo que la afluencia de visitantes es escasa. 


El Chantre de Calahorra
Otra de las momias más famosas de España se guarda bajo estrictas medidas de seguridad y conservación en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid. Se trata de la momia de un hombre de mediana edad, que fue localizada en una pequeña localidad al sur de Tenerife (Islas Canarias), y tiene la fama de ser una de las mejor conservadas del mundo. La momía "Guanche" (aborígenes de la zona) muestra toda su plenitud diez siglos después de su momificación "ceremonial". 

Momia Guanche en el MAN de Madrid
¿Como se crea una momia?. Muchos factores afectan a la circunstancia de que un cadáver quede momificado. El procedimiento deliberado a base de sustancias secantes (como los antiguos egipcios o la momia guanche), los factores medioambientales como la húmedad, la temperatura y el tipo de suelo. Una de las circunstancias más espectaculares son las momias conservadas en el hielo. Pero no hace falta remontarse siglos atrás para conocer la historia de estos individuos. En el Everest, que supera los 8000 metros de altura, los accidentes y las muertes son relativamente frecuentes. A partir de cierta altura el rescate es imposible, puesto que los medios aéreos no pueden llegar y los grupos humanos no tienen fuerza ni médios para bajarlos a cotas más propicias para su rescate. El panorama resultante es aterrador, decenas de intrépidos alpinistas malogrados, yacen alrededor de las rutas principales, incluso sirven de referencia a los alpinistas que intentan coronar. Es el caso del "saludador", llamado así por la posición en la que quedo, puesto que parece saludar al inicio de la última parte de la ruta.



Este reguero mortal de sueños incumplidos, lo componen varias decenas de cadáveres incorruptos por el hielo y la ausencia de descomponedores, creando un auténtico sendero de la muerte.


Pero no hace falta ir al monte Everest, ni a Egipto, ni siquiera hace falta trasladarse a Madrid para ver una colección excepcional de momías. Un pequeño pueblo de la ribera del Ebro, alberga una de las colecciones más extensas y peculiares de España. Quinto de Ebro, muy cercano a la localidad de Zaragoza, con alrededor de 2.000 habitantes, ha dado "la campanada" en el año 2018, abriendo al público una exposición que cuenta inicialmente con 15 momias, perfectamente conservadas, además de otros utensilios y enseres de la época. 
En 2011, tras unas obras en la cripta de la Iglesia conocida como "El Piquete", se encontraron cerca de 70 cuerpos, de los cuales, unos 20 aparecieron momificados y vestidos con sus ropajes originales. Esta iglesia (ya desacralizada), que comenzó a construirse en 1401 sobre una fortaleza de estilo mudejar, tiene también en su oscuro pasado el "honor" de haber sido posición estratégica en la Guerra Civil Española, durante la cual se utilizó como cuartel y hospital militar. No hemos de olvidar, que en las cercanías se encuentra el pueblo viejo de Belchite, donde el número de bombardeos y víctimas fue muy elevado. 
Ya en el presente, y tras numerosos retrasos, el pueblo de Quinto de Ebro ha recuperado este enclave, convirtiéndolo en espacio museístico y cultural. Tras un trabajo exhaustivo, se han limpiado, catalogado y seleccionado para su exposición una quincena de cuerpos, exponiendo los mejores conservados. 


"El Piquete" de Quinto de Ebro
 Las momias, con unos 300 años de antiguedad, se han conservado de manera natural, guardando sus rasgos, su pelo, sus trajes, y sus expresiones corporales y faciales.

Cripta donde fueron halladas las momias
Las visitas pueden ser guiadas, aunque los paneles informativos nos arrojan luz sobre cada momia en cuestión. Es de agradecer el trato atento que dispensa el personal a cargo del museo, entregado a la causa y viviendo con emoción cada historia que relatan.


Gracias al espectacular estado en el que se conservan los cuerpos, se puede concluir su edad, su estilo de vida y su rango social. Muchos de los allí enterrados pertenecen a la órbita clerical, y llama la atención el elevado número de criaturas de corta edad que allí recibieron sepultura, seguramente debido a las enfermedades comunes de la época.


Detalle
Cuando uno se encuentra frente a una momia, siente ese hipnotismo que desprenden. En este caso, la curiosidad nos lleva a observarla de cerca, a imaginar su estado en el momento de su muerte, a intentar recrear su vida cotidiana a pesar de que sea para nosotros un perfecto desconocido.

Cuerpo de un varón de corta edad
Probablemente, las momias más impactantes y sorprendentes sean las de los personajes infantiles. Aún reflejan ese halo de inocencia macabra que transmiten con gran intensidad. 



El atuendo ceremonial de la época, transfieren a las pequeñas momias el aspecto de "muñecas". 
Gracias a esos ropajes, la datación ha resultado relativamente sencilla. 


Un detalle que llama mucho la atención es la posición de las manos, que permanecen juntas amarradas con una cuerda a la altura de las muñecas. 

Detalle

No todas las momias son de individuos jovenes o de mediana edad. En la exposición también podemos observar el cuerpo de una mujer de avanzada edad. 

Momia de edad avanzada
Otro detalle a tener en cuenta es la conservación del pelo. Las momias que exhiben sus peinados intactos parecen "volver a la vida" sin moverse.

El pelo se encuentra perfectamente colocado


Debido a las circunstancias del terrreno, o simplemente a la casualidad, algunas momias se muestran algo desmembradas y con pequeños orificios donde se pueden apreciar estructuras óseas muy reconocibles.


Detalle del codo asomando al exterior
Al deshidratarse, el cuerpo humano tiende a desinflarse, y su piel cambia su textura. El cuerpo, flexible y móvil en vida, comienza a convertirse en una especie de cartón resistente. Al parecer, tienen más posibilidades de momificarse (si las circunstancias del terreno lo permiten) las personas delgadas, puesto que se desidratan a mayor velocidad y el cuerpo no llega a descomponerse. Las personas más entradas en kilos, tienden a "deformarse" debido a la gran cantidad de tejido adiposo que llevan en su interior. 
Como ya he dicho, no todos los cuerpos recuperados fueron "aptos" para exponerse. En algunos de ellos el grado de descomposición era avanzado, quedando solamente los huesos en maltrecho estado. 


Por lo tanto, dentro de muchos años, quizás alguno de nosotros pueda acabar "expuesto" en una vitrina. Y tal vez, los visitantes de la época futura se harán las mismas preguntas que nos hacemos nosotros al ver una momia.
Como reflexión, quiero animar a ver el museo a personas de todas las edades, incluídos los niños, puesto que la muerte es algo natural y la única certeza que tenemos en esta vida, y por lo tanto, debe de ser visto como algo racional y normal. 

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