En el caso de las minas del Ríotinto, las antiguas civilizaciones solo extraían tintes medicinales y otros derivados, por lo que la intrusión en la montaña fue muy superficial.
En el siglo XIX, la mina es comprada por un conglomerado de empresas británicas que dan lugar a Ríotinto Company Limited. Esta compra es el inicio de unas grandes excavaciones de minería interior y provocan un gran desarrollo de la zona y su entorno.
Escudo de la compañía |
Pero Riotinto no solo estaba a la vanguardia de las perforaciones, también provocó que surgieran los primeros grupos "ambientalistas" conscientes de que la mina perjudicaría la zona, sus habitantes, su habitat y toda la fauna de la sierra de Aracena en la que se encontraba situada.
El 4 de febrero de 1888 se convocó una manifestación con miles de asistentes reivindicando el cierre de la explotación, pero fue reprimida brutalmente provocando un centenenar de muertos. Como se viene repitiendo cíclicamente, el poder de la compañía consiguió "enterrar" la noticia y sus consecuencias fueron inexistentes para los magnates británicos y para los encargados españoles de ejercer la represión de una manera tan salvaje. Basta decir que la prensa estaba completamente manipulada, puesto que en sus escasos artículos solo recontaban 14 muertes, cuando la realidad es que aquello se había convertido en una carniceria.
Recración de las protestas |
Esta vía servía para abastecer la mina, y sacar el producto extraido hacia el mar a través del puerto de Huelva.
A pesar del desarrollo económico de la zona, los desastres medioambientales y los intereses del dinero no hicieron más que trastocar los planes de los habitantes de la zona, llegando a trasladar el pueblo viejo a otra ubicación esgrimiendo como única alegación por parte de la compañía británica que el pueblo "estorbaba" en su trabajo. El pueblo viejo fue demolido y la mina se fue extendiendo por el territorio a un ritmo incontrolable.
Debido a la llegada masiva de trabajadores, en su mayoría ingleses y de otras nacionalidades semejantes, el pueblo nuevo comenzó la construcción de casas puramente "inglesas" del ramo victoriano, e incorporaron sus costumbres y festividades a la nueva localidad, supliendo en muchos casos las ya existentes de los habitantes onubenses.
Tras décadas de dominio inglés, en 1954, las minas son compradas por el estado español, y tras años de sucesivos cambios de empresas al frente de las explotaciones, la mina se cierra casi definitivamente en 2001. Mientras la mina está clausurada, se impulsa un plan de viabilidad para intentar recuperar parte de los minerales "no férricos", un conglomerado de empresas de todas las nacionalidades tratan de "rebuscar" entre los materiales inertes tratando de aprovechar los escasos recursos que dejaron sus predecesores. Aunque han abierto prospecciones no muy lejanas a la mina original, los resultados no parecen estar dando los resultados esperados.
Parte de la maquinaria del nuevo proyecto |
Minas de Riotinto a ojos del turista:
Como visitante, es sobrecogedor el paisaje allí dejado por la mina y sus instalaciones anexas. El paisaje casi lunar o marciano, no parece propio del planeta tierra. La vieja vía continúa en activo y sobre ella podemos contemplar paisajes inigualables y colores vivos contrastados con zonas aparentemente "muertas".
La forma de conocer la mina, como no podía ser de otra manera es a través de la antigua vía. A bordo de varias locomotoras, incluida la locomotora más antigua en funcionamiento en España. La longitud total restaurada para fines turísticos es de 12 kilómetros, en los que nos encontraremos desde las infraestructuras básicas de la explotación, hasta el final de ella, donde solo queda el paisaje y el río.
Una de las locomotoras actuales en funcionamiento |
Se puede apreciar el gran tamaño de la mina |
Los territorios utilizados, se diferencian claramente de los territorios "virgenes", puesto que en los utilizados la vegetación es apenas inexistente.
Aquí se aprecian las galerías excavadas en la montaña |
Una vez dejamos atrás este cementerio sobre ruedas, podemos observar con claridad los puntos de extracción y sus combinaciones de colores.
Y por fín, nos quedamos a solas con el río y su inconfundible color "tinto".
En esta visita, como podemos observar en las fotografías, se dan numerosos paisajes que van cambiando en cuestión de escasos metros.
Mientras el tren serpentea, el traqueteo de los vagones no deja de sumirnos en un estado de relajación absoluta.
Tras unos minutos de viaje, el tren se detiene en una pequeña estación, en la que está permitido acercarse a la orilla del río durante un rato, mientras el maquinista inicia las maniobras de contramarcha.
Acercarse al río nos aseguran, no es para nada peligroso, a pesar de que su color es debido a los restos de azufre y otros materiales que le dan ese espectacular color. Aún así, advierten, que si la ropa entra en contacto con el agua, será decolorada, como si metieramos nuestras prendas en un valde con lejía.
Con cuidado de no resbalarse con las piedras húmedas, es imprescindible fotografiarse sobre esas aguas tan enigmáticas.
Una vez terminada la parada de rigor, el tren volverá a recorrer el mismo trayecto en sentido inverso. El propio tren cuenta con un servicio de megafonía por el cual se transmiten datos y curiosidades de la mina.
La visita puede ser completada con otras actividades gestionadas por un consorcio que maneja el turismo en la mina y sus alrededores. El museo minero, o simplemente la gastronomía pueden aderezar esta visita con buen resultado.
Hay un detalle que no quiero pasar por alto antes de cerrar esta entrada. Al igual que las vagonetas mineras que se observan en la fotografía superior, en este enclave la naturaleza también ha descarrilado, y como no podía ser de otra manera, "gracias" a la mano del hombre. A pesar de que el paisaje es espectacular, no hemos de olvidar que el famoso río es un río muerto. Debido a las concentraciones de minerales y otras sustancias tóxicas, la vida no existe en el río ni en sus alrededores inmediatos. Hemos de reflexionar sobre el precio que estamos pagando y pagaremos a cambio del "progreso". Aunque esta sea una mina olvidada, en muchos puntos del planeta minas como ésta, a mayor o menor escala, siguen deforestando bosques, contaminando aguas, y desplazando a humanos y animales de sus orígenes. La pregunta es: ¿Estamos dispuestos a pagar ese precio solo para nuestro beneficio? ¿Cuando asimilaremos que la naturaleza en su puro estado es nuestro mayor beneficio?.
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